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19 de setembre del 2023

John Williams a Presumed Innocent (1990)


L'aparença sòlida i ferma d'un tribunal, la transcendència i la reverberació del veredicte d'un jurat, i la solemnitat d'una sala que hauria de fer honor als valors que oficialment la presideixen. L'essència de justícia veritable es confronta a la presentació d'un cas que ens farà dubtar de tot i que haurà de trencar les costures del sistema per fer possible la defensa d'un acusat voluble i imperfecte. Un home que ha travessat la frontera del permissible esmicolant alguns dels juraments que definien la seva vida i la seva actuació pública.

Tota aquesta lluita per protegir el que li queda d'honorabilitat, en un marc de traïcions i trampes burocràtiques, queda perfectament introduïda amb la veu en off de Harrison Ford, mentre la càmera recorre la sala de judicis fins a arribar als seients del jurat.

Un pla de càmera permanentment acompanyat per una partitura musical de John Williams on les elegantíssimes notes de piano ens connecten amb un misteri que, imbuït per tota mena de factors contaminants, condueix inevitablement a un veredicte implacable.

Aquesta melodia que es va ampliant amb l'acompanyament orquestral, ens fa veure que el repte que se'ns presentarà serà complex i que no en podrem treure l'entrellat fins ben bé al final. Un film que es caracteritza per la seva sobrietat, sequedat i contundència, terreny de joc habitual d'un creador a reivindicar: Alan J. Pakula. Amb tots vosaltres, el tema principal de Presumed Innocent (1990), compost pel mestre JohnWilliams. Un dels seus "main themes" més intimistes i desconeguts, però brillant fins al paroxisme. Un tema que remou consciències.


7 de juliol del 2020

Recordando a Ennio Morricone: The Untouchables


Ennio Morricone ha sido uno de los grandes compositores de bandas sonoras cinematográficas de la historia. Considero que forma junto a John Williams, Jerry Goldsmith, John Barry, y Elmer Bernstein, el quinteto de los mejores del cine en el periodo 1960-2000.

El compositor italiano, nacido en 1928, ha sido el responsable de casi 500 bandas sonoras en una carrera larga y enormente prolífica. Sus composiciones han sido esenciales y estan bien presentes en la memoria colectiva de los aficionados. Ahora bien, en el artículo que nos ocupa quiero destacar una de ellas. Se trata de uno de sus mejores trabajos, Los Intocables de Elliot Ness (1987). El film que dirigió Brian de Palma y que contó con un reparto magnífico formado por Kevin Costner, Sean Connery, Andy Garcia, Charles Martin Smith, Billy Drago, y un inconmensurable Robert de Niro como Al Capone, no hubiera llegado al mismo nivel de trascendencia sin la música del gran Morricone.

El trabajo completo que realizó el compositor romano para el film es una autentica obra maestra con piezas que recorren todo el espectro emocional y que se configuran en el mejor acompañamiento posible para la potente puesta en escena del film.

Hay tres temas, en especial, que quiero reseñar:


The Strenght of the Righteous (opening theme), con un ritmo que empieza siendo intimista y que va agudizando la tensión harmónica para convertirse en una pieza que nos pone en situación. Vamos a ver un film, intenso, dramático, contundente, pero a la vez fuertemente humanista.



Four Friends, el tema más emotivo de la composición. Ilustra a la perfección el aprecio que le cogemos a los cuatro miembros del grupo de Intocables y refleja también la tristeza que nos embarga cuando dos de ellos caen víctimas del lacayo más implacable de Capone, el despiadado Frank Nitti (Billy Drago). Una pieza maravillosa.



The Untouchables (End Title). No hay mejor manera de acabar una película que hacerlo con una pieza musical brillante, que tiene una capacidad para generar un entusiasmo catártico, mientras vemos a Elliot Ness alejandose y mezclandose con los habitantes del Chicago de 1930, tras la satisfacción del deber cumplido. Una composición que también suena en una de las grandes set pieces de la cinta, la que nos lleva a Canadá para ver en acción al grupo de Los Intocables en su primera gran redada. Morricone entendió a la perfección el film y su trabajo se ajustó a ello contribuyendo enormemente al éxito de una película que, aunque no sigue la crónica histórica de los hechos reales, es una muestra impecable de cine de acción e intriga.

 

19 de desembre del 2018

Queen en el cine: Flash Gordon (1980)


A lo largo de su extensa carrera, con Freddie Mercury como frontman, Queen obtuvo un éxito demoledor. Es una de las bandas más influyentes de la historia y su legado es tan magno que continúa atrayendo a nuevas generaciones gracias a una calidad musical contrastada e intemporal. Hemos tenido la oportunidad de hablar en profundidad sobre la trayectoria de Queen a través del análisis del film biográfico Bohemian Rhapsody. Razón de más para centramos en una faceta de la banda que no siempre se incluye en el relato de su trayectoria. Nos referimos a sus importantes contribuciones en el mundo del cine, a través de numerosas canciones.

Debemos iniciar este repaso por una banda sonora íntegramente compuesta, interpretada y producida por Queen. Nos referimos a la adaptación del cómic de ciencia ficción que abrió el sub-género de la space opera: Flash Gordon (1980). Tras varios intentos fallidos, Dino De Laurentiis consiguió levantar la producción de una película que trató de llegar al público recogiendo el alma de los cómics iniciales y también de los seriales cinematográficos que tanto influyeron a George Lucas. El problema, si queremos llamarlo así, es que para conseguir captar ese espíritu, el guionista Lorenzo Semple Jr. y el director Mike Hodges optaron por un tono camp que no podría resistir el paso del tiempo. Visto en perspectiva, el mayor fracaso de esta adaptación surgió de pensar que el público estaría dispuesto a aceptar un tipo de narración y de tono completamente discordantes con el momento que se vivía en el género de ciencia ficción. Tratar de recoger el testigo de Star Wars para proponer una space-opera, con estructura de historieta, no podía fructificar como espectáculo de masas. Aún así, Flash Gordon es una cinta que rezuma pasión hacia un cine de aventuras arcaico, sumido en el encanto de la serie B. Eso la ha convertido en un film de culto entre los fans de la ciencia ficción fantástica.

Para darle mayor impacto, se pensó en la posibilidad que la BSO fuera encargada a una banda de rock. Era evidente, en ese momento, que el grupo con mayor impacto mundial era Queen. De hecho, se considera que entre 1980 y 1981, la banda consiguió llegar a la cima de su éxito. Las ventas de discos por semana batían récords a ambos lados del Atlántico y su creatividad a la hora de componer estaba alcanzando cotas altísimas al ser capaces de introducir el sintetizador a sus composiciones para incorporar elementos de funk, pop y disco. Quizá todo aquello que se decidió no invertir en el aspecto técnico derivó hacia la parte musical.

Queen aceptó el reto y compuso una banda sonora de 18 temas que se acabó convirtiendo en su noveno álbum de estudio. Su impactante tema inicial, compuesto por Brian May, fue el emblema de la película y ha perdurado en el tiempo como ejemplo de fusión entre épica y rock alternativo.

A pesar de contar con un actor protagonista absolutamente lamentable, la cinta disponía de un plantel de secundarios de altísimo nivel y eso le permitió sobreponerse a diversas situaciones vergonzantes que ocurren a lo largo del metraje. Os dejo con la interpretación del tema a cargo de la banda: 



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13 de setembre del 2016

La música como elemento narrativo en El Padrino parte II

Un artículo de Adriano Calero.



Si menciono la palabra “padrino”, muchos pensarán en aquel pariente que hace tiempo ha dejado de visitarles y otros recordarán que aún están a tiempo de mostrarle a su ahijado el cariño que siempre le han tenido, tal vez con un gran huevo de chocolate en Pascua. Eso sí, por la mente de los más cinéfilos pasará la obra maestra del año ‘72, o su secuela del ’74 (porque de la tercera parte sería mejor olvidarse). Sin embargo, si en vez de pronunciar tal palabra, tarareo el vals de Nino Rota, todo el mundo se transportará por un instante a una de las fábulas mejor contadas de la historia del cine. Ese es el poder de la música y, evidentemente, el acierto de Rota y Coppola.

Porque la música es una herramienta muy valiosa para el cine, pero bastante mal aprovechada. Tiene el poder de homogeneizar imágenes y de dar valor a aquellas que no lo tienen; por lo que, muchas veces, la música en el cine no es más que un corrector visual. Como aquella salsa que sirve para mejorar comidas del todo insípidas y que consigue estandarizar sabores irreconciliables. Pero, no nos dejemos engañar. Cuando nos emocionamos ante una secuencia que se sostiene gracias a las Variaciones Goldberg, es a J. S. Bach (o a Glenn Gould) a quien se lo debemos. Ni a la película ni a su director. Para que un cineasta impacte en el espectador con la banda sonora de su film, debería necesitar algo más que una música “bella, alegre, triste o bonita”. Porque todos esos conceptos son tan arbitrarios como los placeres humanos.

Asimismo, la música, que conjuga su capacidad narrativa junto a los otros factores del lenguaje cinematográfico, hace de su película, como mínimo, una mejor versión. Y emociona, también. Siempre que sea lo que se pretende con ella. Pero narra. A partir de las cualidades que la definen y de su relación con las imágenes. Algo que se puede apreciar en la ya mencionada El Padrino (Francis Ford Coppola, 1972) y que el tándem Rota-Coppola desarrolla hasta la perfección en El Padrino II (Francis Ford Coppola, 1974). Recordémoslo.


A lo largo de dicha película suenan, entre otras, dos composiciones musicales bastante significativas, El inmigrante y El Padrino; y lo hacen, por lo general, de manera alterna e incluso en secuencias diferentes. De sus cualidades y de su relación con la imagen, se puede extraer su significado. Por eso, en la mítica secuencia del velatorio de la madre de los Corleone, en la que Michael (Al Pacino) se debate entre el perdón y el castigo hacia su hermano Fredo (John Cazale), las dos piezas suenan una seguida de la otra, dando forma a un diálogo musical, pero también conceptual, que anticipa la decisión final de Michael. Porque no hay mayor sentido en el abrazo o en la mirada, que aquel que se encuentra en el significado de una música bien articulada. Porque no es necesario saber de ritmo, timbre o entonación… Todo ello, nuestro oído ya lo sabe.

25 d’agost del 2014

Grandes piezas de Hans Zimmer: Rain Man (1988)


Tras la muerte de un padre con el que había roto relaciones, Charlie Babbitt (Tom Cruise) y su novia Susanna (Valeria Golino) viajan a Cincinnati (Ohio) para la lectura del testamento. Pero cuando el grueso de la fortuna (3 millones de dólares) debe depositarse en una institución mental, Charlie se enoja y acaba descubriendo que la razón de todo ello se basa en la existencia de un hermano autista, desconocido para él, cuyo nombre es Raymond (Dustin Hoffman)

Cuando el director del centro se niega a concederle la mitad de la fortuna, Charlie se llevará a Raymond con destino a Los Angeles donde espera que otros abogados puedan conseguirle la custodia de su hermano y, por consiguiente, la administración del dinero.

Ante las dificultades que entraña viajar con Raymond, Charlie se verá forzado a hacer el largo trayecto en coche. La road movie que se abre entonces es lo mejor del film y la forma como Barry Levinson retrata visualmente el corazón de Norteamérica resulta maravillosa.

El éxito económico de Rain Man fue espectacular: 412 millones de dólares de recaudación mundial sobre un presupuesto de 25.

La cinta obtuvo cuatro premios Oscar: mejor película, mejor dirección para Barry Levinson, mejor interpretación masculina principal para Dustin Hoffman, y mejor guión original por el libreto de Barry Morrow y Ron Bass. También recibió nominaciones en dirección artística, dirección de fotografía, montaje, y banda sonora original. Y precisamente de esta partitura musical queremos hablar hoy.

Hans Zimmer es uno de los compositores más brillantes y laureados del momento. Con un carrera que se extiende durante más de treinta años, ha realizado partituras emblemáticas y ha colaborado en proyectos de muy diversa índole.

Pero, en sus inicios en Hollywood, Zimmer era muy proclive a la utilización del sintetizador en sus piezas. Con el tiempo, el alemán se ha enaltecido y ha ido derivando hacia las composiciones de corte orquestral aunque manteniendo siempre las esencias. Sin embargo, su primera época es representativa de un estilo más electrónico en el que también obtuvo tracks magistrales.

Uno de esas bandas sonoras pertenecientes a esta primera fase creativa es Rain Man (1988). La habilidad para crear un leitmotiv moderno, rompedor, capaz de sugerir movimiento y convulsión, se expresa con mayor contundencia en la secuencia en que los dos hermanos recorren el Oeste y Raymond observa el paisaje humano y natural que se abre ante sus ojos por primera vez. Momentos brillantes para un film de imprescindible visionado.

15 d’abril del 2014

Grandes piezas de John Williams: El Patriota


En un rincón de Carolina del Sur, más allá del curso del río Santee, se encuentra una granja propiedad de Benjamin Martin. La tristeza por la reciente muerte de su esposa ha afectado profundamente a Ben y ahora vive entregado a la causa de sacar adelante a sus siete hijos mientras trabaja intensamente en los cultivos y prepara a sus vástagos para los rigores de una época muy convulsa.

Corre el año 1776 y, aunque Benjamin trate de ignorarlo, los acontecimientos generales van a irrumpir en sus vidas. En Philadelphia, delegados de las trece colonias americanas han apoyado la Declaración unilateral de Independencia redactada por Thomas Jefferson. El conflicto bélico con los británicos ya ha empezado en varios territorios y Carolina del Sur debate, en Asamblea General, la aprobación de una leva para reclutar hombres que se unan al nuevo ejército Continental. La abstención de Benjamin responde a su experiencia personal. Como veterano de las guerras franco-indias en las que, como soldado de la Corona Británica, tuvo que realizar toda clase de atrocidades, está decidido a hacer lo posible para evitar una nueva contienda. Opina que no se debe enviar a muchachos para librar una guerra que han decidido hombres adultos en una ciudad lejana. Ante todo es padre y eso, según su convicción más íntima, pasa por delante del valor para defender un ideal. 

Sus dos hijos mayores saben que en la habitación de su padre se encuentra un baúl que lleva muchos años cerrado. Cuando lo abren, descubren exactamente cual es el pasado que su progenitor trata de olvidar. El granjero que es ahora tuvo una vida completamente opuesta tiempo atrás. Y un hacha iroquesa, fuertemente afilada, atestigua que esa guerra no se libró siempre en campos de batalla, con líneas de frente disparándose entre sí. Hubo combates cuerpo a cuerpo en los bosques y todo tipo de crueldades. El buen padre era antaño un guerrero insaciable. Curiosamente, la mujer que le ofreció otro camino en la vida, ha fallecido. Y los hijos, que deberían darle consuelo, están más interesados en las hazañas pretéritas que en la vida diaria.

En última instancia, la neutralidad que Ben Martin deseaba enarbolar ya no será posible. Y un golpe terrible a lo que más quiere, despertará al guerrero una vez más. Ante la crueldad del enemigo hacia su familia, Benjamin responderá con más agresividad y violencia. Como suele suceder en estos casos, el mejor luchador entrará en escena cuando alguien cercano haya sufrido las más terribles consecuencias de la guerra. Y la muerte de un hijo propiciará que ese viejo baúl vuelva a abrirse.

Esta es la trama inicial de El Patriota (The Patriot, 2000), una película que a mi siempre me emociona y me conmueve. A pesar de las inexactitudes históricas que atesora el guión de Robert Rodat, el film funciona como un reflejo de lo que Estados Unidos debería ser. Es un canto a los ideales de una nación en el momento en que ésta surgía para hacer frente a la presión impositiva de los británicos. 

Cuando el film termina, después de un relato épico de altos vuelos, Benjamin (Mel Gibson) regresa a su antigua granja para iniciar la reconstrucción de la misma. En ese plano final, el director alemán Roland Emmerich, establece una metáfora visual de gran calado. La casa que debe volver a levantarse es un símil de lo que ocurrirá con la nación Americana. Tras el cese del fuego, todos deberán arrimar el hombro para construir un país que mejore el panorama anterior en todas las vertientes. Y ese proceso será largo y difícil. Otras generaciones serán las que deberán afrontar esos nuevos retos y dificultades. Los que han luchado y combatido han puesto la semilla de un árbol que deberá seguir siendo regado.

Una película tan magna, en cuanto a escala de producción, requería una banda sonora que aumentara la emocionalidad e inspirara al espectador desde un gran despliegue instrumental. John Williams resultaba la mejor elección para ese trabajo. Y, una vez más, el gran maestro consiguió crear una partitura que recorre todos los estados emocionales por los que pasan los personajes incorporando, además, piezas de gran textura épica. Las sutiles notas, interpretadas por flautas, nos conducen inevitablemente hacia una época apasionante. 

Os dejo con The Patriot suite. Los violines entran en escena para regalar a nuestros oídos una melodía arrebatadora...

9 de desembre del 2013

Grandes piezas de Howard Shore: The Silence of the Lambs

La mañana es notablemente fría en los bosques de Quantico (Virginia). Como cada día, el instructor Matthews ha pasado por su pequeña oficina antes de ir hacia el circuito de entrenamiento. Pero hoy se ha encontrado con un aviso en su contestador. Jack Crawford, director de la Unidad de Ciencias del Comportamiento, ha reclamado a una de sus alumnas. 

Matthews estaba convencido que esta llamada llegaría antes de la graduación de su pupila. El presentemiento se ha hecho realidad. El instructor camina calmado hacia la zona de entrenamiento y no tarda en divisar la figura de la aspirante a agente. Tras comunicarle la noticia, la ve correr con ímpetu hacia el edificio principal. Los juniors se emocionan mucho cuando son reclamados por la jerarquía pero ella es diferente, un caso bastante particular. La necesidad de cumplir con su objetivo no despierta alegría sino aún más responsabilidad de la que carga habitualmente. Clarice Starling se dirige hacia lo desconocido y todos sus conocimientos adquiridos palidecerán ante el hombre que está a punto de conocer.

El bosque se abre y aparece la sede de la Academia del FBI. Y Howard Shore nos ofrece una partitura musical en la que sentimos con fuerza cual va a ser el tono de un film inolvidable.

"¿Aún oyes a los corderos chillar, Clarice?"

4 de desembre del 2013

Grandes piezas de John Williams: The Imperial March

Contemplar la inmensidad, dominar lo desconocido, perseguir un objetivo. Alguien observa el espacio profundo buscando a quien creía perdido. Pero no es un rastreo individual, la movilización es grande y no habrá cinturón de asteroides ni supernova que se interponga en su camino. La misión es diáfana y, más allá de los recuerdos distantes, pervive la voluntad del maestro, ansioso por encontrar savia nueva a la que reeducar. 

No importa la inmensidad del reto porque, cuando se tiene a la Fuerza de tu lado, las distancias físicas son una nimiedad. Este es el destino del hombre que exhala una y otra vez dentro del casco que le permite seguir viviendo. Esta es la condena eterna que debe sobrellevar y que algún día emergerá para ponerle en el camino de la redención. Pero, de momento, el que fuera Anakin Skywalker es un devoto Lord Oscuro del Sith, entregado al objetivo de aplastar a la Alianza Rebelde y recuperar el lazo de sangre que un día le fue arrebatado por su mejor amigo.

Camina de un lado a otro del puente del Superdestructor Imperial Ejecutor mientras somete a un estricto control al almirante Piett y busca en las estrellas la respuesta a una inquietud interna cada vez más patente. Lord Vader se encuentra ante su encrucijada final y varios serán los que caerán antes de verla cumplida. Milord, esta es vuestra marcha.

3 d’octubre del 2012

John Williams en el Hollywood Bowl (II)

El segundo gran homenaje se inició cuando el propio Williams explicó al auditorio como, siendo niño, acudía al cine por 35 centavos. Una cantidad que le permitía sumergirse en las más grandes aventuras conocidas de la mano de estrellas del género como Douglas Fairbanks, Errol Flynn, Basil Rathbone etc....

En todas esas películas habían extraordinarias secuencias de esgrima. Los espadachines repartían a diestro y siniestro y el héroe siempre acababa prevaleciendo. Esas escenas estaban acompañadas por magníficas piezas musicales compuestas por grandes maestros como Erich Korngold y Max Steiner, entre otros. En la oscuridad de esas salas neoyorkinas, a principios de los 40, nació el interés de Williams por la música de cine.

Sin embargo, no tuvo la posibilidad de componer una pieza para una gran secuencia de esgrima hasta Tintín (2011). En dicha BSO, se le planteó por fin el reto de preparar una composición que sonara durante el gran enfrentamiento entre barcos que tiene lugar en el film. "The Duel" fue el resultado.

En conversaciones previas con Steven Spielberg, Williams le planteó la posibilidad de proyectar metraje del film de animación. Pero la respuesta del director sugirió algo mejor. Lo ideal sería preparar un compactado de imágenes de las mejores películas de espadachines y proyectarla en el Bowl al son de la música. El resultado de dicha iniciativa fue brillantísimo puesto que las imágenes han sido coordinadas perfectamente con la partitura y, además, podemos ver la variedad de propuestas que el cine ha ido presentando a lo largo de toda su historia. Vemos fragmentos de El Capitán Blood, Robin Hood, Scaramouche, Los Tres Mosqueteros, El Temible Burlón, El Conde de Montecristo... intercaladas con películas más recientes como La Princesa Prometida, La Máscara del Zorro, Piratas del Caribe, e incluso el Gato con Botas. Un gran acierto, a todos los niveles, que podéis visualizar a continuación. Atención al final...



El tema principal de Raiders of the Lost Ark (1981) también fue interpretado en el concierto aunque no sonó la Indy march. Por contra, sí que hubo espacio para el maravilloso main theme de Superman (1978).



"Duel of the Fates" abrió el apartado de Star Wars y permitió al público enarbolar sus lightsabers por primera vez. En el apartado puramente musical, la aparición del coro abriendo el tema con el "Kor-ah, Mah-tah, Kor-ah, Rah-tah-mah", significó algo espeluznante. Los pelos de punta ante la sensación que se apoderaba de la audiencia como un auténtico vendaval. Muchos comentarios hacían referencia a la falta de imágenes de las películas para acompañar semejante propuesta. La respuesta podría ser que el Star Wars in Concert aún continúa su gira de actuaciones y ese es el espectáculo que, en estos momentos, ofrece esta experiencia. 



El "Leia's Theme" también sonó demostrando que es una pieza de una belleza musical atronadora y que se mantiene tan intemporal como la película a la que rinde acompañamiento. En este punto, quiero resaltar la interpretación de otro tema que, si bien no es de los más conocidos del maestro Williams, es una de las creaciones heroico-intimistas que más me gustan de su obra junto al "Cadillac of the Skies" de El Imperio del Sol (1987). Se trata del tema principal de Amistad (1997), que lleva por título "Dry Your Tears, Afrika". Todo un alegato en favor del valor y coraje que demostraron las víctimas del barco negrero en su clamoroso grito de libertad. El LA Philharmonic Orchestra chorus consigue hacer llegar la contundente letra hasta más allá del aparcamiento del Hollywood Bowl.


Finalmente, la conclusión estelar del concierto se dedicó al trigésimo aniversario del estreno de E.T. (1982). Williams comentó como quería incluir, de una forma importante, algún tema de la película en el espectáculo de este año. Charlando con Steven Spielberg, éste le dio la solución. El director preparó el último reel de la película (unos 15 minutos de metraje) con la imagen mejorada y acompañado por el track de diálogos y efectos de sonido. Todo preparado para que la música fuera puesta en directo por la propia orquesta bajo la dirección de Williams. Una muestra ejemplar de la integración entre imagen y partitura musical.



Y de esta manera tan gloriosa concluyó el concierto... aunque todos sabemos que siempre hay algo más y este artículo también va a hacerse eco de los tradicionales bises que fueron, como no podía ser de otra forma, dos piezas cumbre: "Star Wars Main Theme" y "The Imperial March".




Así concluye este artículo homenaje. Un sincero canto de amor a unas composiciones que cambiaron la apreciación del público y permitieron que las bandas sonoras aumentaran su difusión a todos los niveles. 

29 de setembre del 2012

John Williams en el Hollywood Bowl (I)



En la agenda profesional de John Williams hay una cita ineludible que se repite cada año a finales de agosto. Dicha cita no es otra que su visita al Hollywood Bowl para deleitar al público en una doble sesión de conciertos que siempre cuelga el cartel de "sold out".

Acudir a un concierto en el Hollywood Bowl es ya de por sí algo enormemente impactante. Un auditorio al aire libre, con capacidad para 18000 espectadores, resulta espectacular. Las vistas a las colinas de Hollywood y al icónico cartel de la fábrica de sueños le confiere al lugar un aire mágico, donde siempre se percibe que estás en un escenario reservado a los grandes.

imagebam.com

El maestro Williams lleva varios años ofreciendo uno de los momentos cumbre en la temporada musical veraniega de la ciudad. Dirigiendo a la Philharmonic Orchestra de Los Angeles, el virtuoso se las ingenia para concebir un programa de piezas musicales que, incluyendo algunas de sus composiciones más memorables, también se reserva espacio para obras menos conocidas. El repertorio incluye también homenajes cinéfilos y momentos de recuerdo a acontecimientos recientes. Cuando un compositor posee una obra tan extensa y prolífica, puede resultar incluso fácil la posibilidad de ofrecer al respetable una emoción diferente año tras año. Pero si a eso le añades la enorme sensibilidad artística que el personaje posee y su avezado sentido para generar situaciones que agraden el público, tenemos ante nosotros un evento absolutamente maravilloso.

El pasado 1 de septiembre tuve el privilegio de asistir al segundo de sus conciertos y debo decir que la experiencia fue magnífica. Escuchar "in situ" a una gran orquesta interpretando espléndidas bandas sonoras bajo la dirección de uno de los mejores compositores de la historia del cine, resulta algo increible. Y eso es algo que llega muy fácilmente al fondo del alma artística porque representa oir temas que forman parte de un imaginario colectivo, piezas míticas e imprescindibles cuyo recuerdo perdurará eternamente.

Al tratarse de un año Olímpico, Williams inició el concierto con las dos magníficas marchas que compuso para los Juegos de Los Angeles 1984 y Seúl 1988. En la gran pantalla, que colgaba del escenario del Bowl, se proyectó un video en el que se reunían grandes momentos olímpicos de la historia reciente.


Los aplausos empezaron a resonar para no abandonar el auditorio a lo largo de las dos horas de actuación. Otro de los momentos que querría resaltar especialmente es el de la entrada en el escenario de uno de los violinistas más solicitados del momento, Gil Shahan, quien asumió, de forma brillante, los "solos" en piezas como "Remembrance" de Schindler's List, El Violinista sobre el Tejado (que significó el primer Oscar en la carrera de JW), y también el célebre tango compuesto por Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, "Por una Cabeza", que podemos escuchar en una de las primeras escenas de Schindler's List. Momentos únicos e inolvidables que ilustran una gran experiencia.




En el apartado de los homenajes, cabe decir que hubo dos de gran calado. El primero de ellos fue el que aconteció tras una breve introducción en que Williams recordó uno de los mejores temas románticos jamás compuestos. Fue el que David Raksin concibió para uno de los films más emblemáticos del cine negro americano, Laura (Otto Preminger, 1944). La belleza de Gene Tierney sirvió para introducir una vasta galería de actrices icónicas de la Edad de Oro de Hollywood y también del cine más reciente. Todas ellas unidas por el siempre valorado rol de femme fatale. Cine en estado puro bajo los acordes de una melodía inmortal en la que también interviene Gil Shahan.



24 de setembre del 2011

Maestros de la música de cine: Dimitri Tiomkin


En la historia de la música de cine hay algunos nombres que están grabados en letras de oro. El séptimo arte ha sido el canal idóneo para que muchos compositores hayan creado maravillosas partituras que, con el tiempo, se han convertido en himnos reconocibles por el gran público con sólo escuchar un par de compases.

Hasta ahora, he hablado con profusión del maestro John Williams, un mito por derecho propio en la historia de la composición musical cinematográfica. Pero ha llegado el momento de rendir tributo también a los grandes compositores clásicos que, con sus piezas, dieron vida a las exuberantes producciones de la edad de oro de Hollywood.

Y puestos a empezar, he decidido hacerlo con un gran compositor que vino del Este: Dimitri Tiomkin. Nacido en el seno de una familia judía rusa de Kremenchuk en 1894, Dimitri se inició en la música a muy temprana edad instruido por su propia madre. Al pertenecer a una familia de posibles (su padre era un reputado científico) no le faltaron medios para continuar con su aprendizaje musical en San Petersburgo, donde recibió clases de grandes concertistas de piano.

Con el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, decidió trasladarse a Berlín con su padre. Allí continuó su preparación al tiempo que daba sus primeros pasos en la composición. En 1924 se traslada a París donde exhibe su dominio del repertorio clásico en las más prestigiosas salas de la ciudad de las luces. El productor teatral neoyorkino, Morris Gest, estaba en platea durante una de sus actuaciones y decidió contratarle como responsable musical de una compañía de ballet clásico.

Su llegada a Nueva York se produce en 1925 y no tarda en actuar en el Carnegie Hall con un repertorio de obras de Ravel, Scriabin, Poulenc, y Tansman. La crisis de Wall Street en 1929 reduce las oportunidades de trabajo en la Gran Manzana y es entonces cuando decide trasladarse a Hollywood donde su esposa había sido contratada como supervisora de números de baile en los musicales de la Metro. Tiomkin quería seguir con su carrera de concertista de piano pero, paralelamente, empezó a trabajar para los estudios haciendo arreglos. Esa implicación fue cada vez a más llegando a debutar como compositor de bandas sonoras en el clásico Alicia en el País de las Maravillas (1933). Su afán por continuar la carrera de concertista se vio truncada cuando se rompió un brazo en 1937. A partir de ese momento, decidió centrarse en la composición cinematográfica. Su amistad con Frank Capra allanó el camino puesto que el director decidió contar con él para la música de varias de sus películas: Horizontes Perdidos (1937), Vive como Quieras (1938), Caballero sin Espada (1939), Juan Nadie (1941), y Qué Bello es Vivir (1946). En esos años también empezó a trabajar con Howard Hawks y, con el tiempo, se convirtió en colaborador habitual de Alfred Hitchcock en títulos como La Sombra de una Duda (1943), Extraños en un Tren (1951), Yo Confieso (1953), y Crimen Perfecto (1954).

Con Fred Zinnemann estableció también una relación profesional fructífera. Tras componer la partitura de Hombres (1950), el debut de Marlon Brando en la gran pantalla, aceptó ocuparse del western Sólo ante el Peligro (1952). La película cosechó una mala aceptación en los pases de prueba y el estudio decidió posponer su estreno. Fue entonces cuando Tiomkin adquirió los derechos de la canción que él mismo había compuesto, "Do not forsake me, oh my darlin", y la volvió a grabar con la voz de Frankie Laine. El single registró unas ventas impresionantes en todo el país y fue entonces cuando United Artists decidió contratar a Tex Ritter para que interpretara la canción en la versión final de la película. El éxito del film fue apabullante y en la gala de los Oscar se alzó con cuatro estatuillas.

A lo largo de su carrera, que incluye más de 120 bandas sonoras, Tiomkin destacó especialmente en el western. Suyas son algunas de las melodías más reconocibles del género en películas como Duelo al Sol, Río Rojo, La Gran Prueba, Duelo de Titanes, Río Bravo, El Último Tren de Gun Hill, Los que no Perdonan, El Álamo, etcétera. Pero también hay que recordar que tocó todos los géneros y sus partituras están presentes en películas tan diversas como El Ídolo de Barro, Cara de Ángel, Tierra de Faraones, Gigante, El Viejo y el Mar, Los Cañones de Navarone, o 55 Días en Pekín.

Entre los galardones obtenidos por tan excelsa carrera destacan cuatro premios Oscar: Sólo ante el Peligro (BSO y Canción original), Escrito en el Cielo, y El Viejo y el Mar. Fue nominado hasta en 15 ocasiones más. Ganó ocho Globos de Oro y su trabajo en High Noon fue reconocido por el American Film Institute como una de las 10 mejores bandas sonoras de la historia.

Con su muerte, en 1979, desapareció un mito pero nació una leyenda.

29 de juliol del 2011

Eastwood Scoring Stage at Warner Bros Studios


En los estudios de la Warner Brothers, se mantiene operativo el primer plató de postproducción de bandas sonoras que utilizaron compositores legendarios como Erich Korngold, Max Steiner, o Dimitri Tiomkin. Fue inaugurado en 1929 y se convirtió en un escenario de creación durante setenta años. Pero los tiempos cambian y la modernización de los sistemas de edición de sonido exigían una remodelación integral de la instalación o el cierre de la misma.

Los ejecutivos preferían la segunda opción pero Clint Eastwood intercedió para conseguir que se mantuviera activa. Y quien puede negarse a la voluntad del director e intérprete vivo más laureado de la casa.

Así pues, en 1999, se presentó la nueva instalación que aprovechaba la formidable acústica del espacio pero le añadía una nueva sala de mezclas, además de mejoras anexas para la grabación de instrumentos de percusión. Con capacidad para albergar a orquestas de más de 100 miembros, este magnífico complejo fue rebautizado con el nombre de su gran patrocinador.



La relación de Eastwood con Warner Brothers ha sido larga y muy provechosa. La mayor parte de las producciones del "hombre de Malpaso" se han desarrollado bajo el sello WB. Si nos remontamos en el tiempo, vemos que la colaboración se extiende desde finales de la década de los 60.

El Eastwood Scoring Stage brilla con luz propia en los estudios de Burbank y, además de ser el lugar donde Eastwood ha grabado las bandas sonoras de sus films a lo largo de la última década, también ha sido el escenario en que se han orquestado las BSO de películas como Star Trek (2009), Up, Toy Story 3, Noche y Día, y Super 8 (de próximo estreno en España).

En el siguiente video, Eastwood visita el estudio e interpreta un pequeño fragmento del tema principal de Mystic River, que él mismo compuso.


19 de maig del 2011

John Williams sí que entendió a Superman

Según mi criterio, la gran película sobre Superman está aún por llegar. Esta opinión no resultará una sorpresa para los lectores habituales de este blog. Yo lo creo y lo defiendo fervientemente. Así como Batman ha conseguido por fin tener películas que respetan el personaje y le dan dimensión de calidad, gracias al buen hacer de Chris Nolan, el Hombre de Acero sigue sin haber sido adecuadamente representado en el celuloide.

Sin embargo, la película protagonizada en 1978 por Christopher Reeve y dirigida por Richard Donner es la que más se acercó a la calidad exigible gracias a una primera parte del film muy lograda. Después, con la introducción de elementos de comedia y payasadas varias, mala representación del personaje de Clark Kent, etc... la película se perdía y sus secuelas fueron acrecentando sus debilidades. Pero lo que sí tiene este film que resulta excelente y arrebatador es su música. La partitura que John Williams escribió para la banda sonora del film encaja tan bien con el personaje y su mundo que es difícil no recordarla cuando se piensa en Superman o se lee alguno de sus comics. Es una música potente, con un leit motiv claro y heroico, y con momentos de mayor intimismo que le confieren una trascendencia extraordinaria. John Williams estuvo inmenso cuando la compuso y se ha convertido en uno de sus trabajos emblemáticos dentro de una carrera absolutamente asombrosa.

El tema principal de Superman es de sobras conocido y se ha convertido en un himno pero la banda sonora del film contiene piezas más desconocidas aunque igualmente fascinantes. The Planet Krypton es una de ellas al igual que Leaving Home y The Fortress of Solitude aunque quiero destacar especialmente el Love Theme from Superman, cuyos acordes acompañan la inolvidable escena en la que el último hijo de Krypton conduce a Lois Lane por los cielos. Un momento muy recordado y emotivo que cuenta con un acompañamiento musical que lo envuelve todo suponiendo una auténtica obra maestra de la música de cine. Una melodía evocadora, romántica, y tremendamente emotiva que sigue resultando fascinante al escucharla. Una pieza fantástica en un trabajo espectacular del maestro Williams.

Para redondear la escena, Lois Lane (Margot Kidder) pronuncia unas frases que tiene en mente mientras vuela con Superman. Estas palabras contribuyen a darle un carácter aún más mítico a la secuencia:

"¿ Puedes leer mi mente ?, ¿ Sabes lo que provocas en mí ? [...] Aquí estoy, como una chiquilla recien salida del colegio. Juntando mis manos con un Dios. Puedes ver a través de mí. ¿ Puedes imaginar las cosas en las que pienso ? Preguntándome quien eres... lo maravilloso que eres. Puedes volar... perteneces al cielo. Tú y yo podríamos ser el uno para el otro. Si necesitas una amiga... cuenta conmigo. Si quieres ser amado... aquí estaré."



31 de gener del 2011

In Memoriam: John Barry (1933-2011)


Aunque su delicado estado de salud le mantenía alejado del negocio del cine desde 2001, es innegable que la desaparición de John Barry implica la pérdida de uno de los más grandes compositores de bandas sonoras de la historia. Formó parte, durante décadas, de un selecto grupo de excelsos maestros de la música del cine junto a John Williams, Jerry Goldsmith, y Ennio Morricone. Ahora, Barry se une a Goldsmith en el Olimpo de los grandes creadores musicales.

Nacido en la ciudad norteña de York (Inglaterra), el joven Barry mostró sus aptitudes para la música a muy temprana edad. Empezó a dedicarse profesionalmente a ella durante la década de los 50 formando varios grupos de música sinfónica. Estos trabajos, unidos a algunas colaboraciones para proyectos televisivos de la BBC, fueron los que llamaron la atención de Albert "Cubby" Broccoli que, en 1962, trataba de sacar adelante Dr. No, la primera de las aventuras fílmicas de James Bond. El problema que tenían es que no acababan de estar conformes con las composiciones que Monty Norman les había entregado para la banda sonora del film. Y decidieron contratar a alguien que, con nuevos arreglos, pudiera relanzar el tema principal del agente 007. El resultado es de sobras conocido. Barry readaptó la partitura de Norman y creó un tema clásico e inmortal que se ha convertido en una de las piezas más veneradas y reconocibles de la historia del cine.

Así empezó una fructífera carrera en la que John Barry se confirmó como un compositor de gran prestigio y de exquisito gusto compositivo. Sin embargo, nunca olvidó su vinculación con la familia Broccoli y la saga Bond ya que compuso la música en 11 películas más firmando su última colaboración en Alta Tensión (The Living Daylights, 1987).

A lo largo de más de 110 composiciones cinematográficas, Barry tuvo la oportunidad de trabajar junto a grandes directores en películas que se han convertido en clásicos. Puestos a destacar podemos hablar de films como Zulú (1964), La Jauría Humana (1966), El León en Invierno (1968), King Kong (1976), La Calle del Adiós (1979), Fuego en el Cuerpo (1981), Cotton Club (1984), Memorias de África (1985), Bailando con Lobos (1990), Chaplin (1992), y Enigma (2001), que fue el título que cerró su trayectoria.

Los reconocimientos a su trabajo son innumerables. En cuanto a los principales premios hay que resaltar los cinco Oscar que ganó (dos en canción y banda sonora por Nacida Libre, y sendas estatuillas por El León en Invierno, Memorias de África, y Bailando con Lobos) además de un Grammy, un BAFTA, y su entrada en el Hall of Fame de los grandes compositores en 1998.

John Barry nos deja una infinidad de partituras que serán objeto de un mayor análisis en los años venideros. Pertenece a una generación de excelentes compositores que, tomando el relevo de sus gloriosos antecesores, fueron capaces de mantener a la música de cine en unos estándares de altísima calidad.

No encuentro, en estos momentos, mejor forma de homenajearle que aportando el tema principal de la banda sonora que más le caracterizó, fuera de la saga Bond. Me refiero, obviamente al clásico "I had a farm in Africa..."


21 de gener del 2011

La música del caballero oscuro


Hasta el momento, han sido cuatro los compositores que se han encargado de crear las bandas sonoras de las diferentes adaptaciones de Batman en el cine.

Danny Elfman se encargó de Batman (1989) y Batman Returns (1992), en lo que fue parte de su larga colaboración con el director Tim Burton. Eliot Goldenthal tomó el relevo para poner música a las deleznables Batman Forever (1995) y Batman & Robin (1997).

Finalmente, un tándem inédito formado por Hans Zimmer y James Newton Howard, tomó las riendas del apartado musical en el reboot de la franquicia que dirigió Christopher Nolan. Su trabajo quedó reflejado en las dos películas que, hasta ahora, han sido estrenadas: Batman Begins (2005) y The Dark Knight (2008).

Danny Elfman compuso un tema principal muy acertado y oscuro que conseguía ponerte en situación ante las características del héroe de Gotham. Nunca me gustó el enfoque que Tim Burton dio a las películas por hacerlas excesivamente circenses y abusar, de forma descarada, de los interiores, convirtiendo a Batman en un personaje de cuento. Un aspecto éste que llegaba a su máxima representación con Batman Returns y esa estúpida recreación del Pingüino y sus lamentables secuaces.



Pero, obviamente, lo peor estaba aún por llegar ya que, en 1995, Warner Brothers decidió dar un golpe de timón que resultó lamentable y penoso. Los ejecutivos decidieron ofrecer una versión aún más lúdica y ligera del personaje confiando la dirección a Joel Schumacher, un hombre que casi se cargó la franquicia de Batman en el cine con las dos entregas que dirigió. Con una puesta en escena no apta para daltónicos y unos argumentos risibles, Batman empezó a caer en la lista de las preferencias del público y durante varios años se consideró que no valía la pena volver a reflotarlo. Sin embargo, la música que compuso Eliot Goldenthal quizá fue lo único que podía salvarse de esa terrible propuesta visual. El tema principal es el más light de todos los compuestos pero tenía un leit-motiv correcto y, al menos, se acercaba a lo que debería ser el acompañamiento musical del señor de la noche.



Afortunadamente, el craso error que cometió Warner fue enmendado cuando decidieron apostar por una adaptación adulta del personaje y confiaron en Christopher Nolan para conducir el proyecto. Con él hemos tenido las dos mejores películas sobre Batman y han conseguido representar al personaje como siempre debió haber sido, con un grado de oscuridad muy acusado y respetando la inteligencia de la audiencia.

Nolan decidió que dos compositores de gran trayectoria, Hans Zimmer y James Newton Howard, escribieran conjuntamente la banda sonora del film. Y la apuesta fue satisfactoria. Ambos músicos idearon una partitura que contiene un tema principal muy contundente. Escuchándolo te llega un mensaje claro: en la ciudad de Gotham hay un justiciero implacable que, surgido de las profundidades de la noche, va a darle al mundo del crimen el trato que se merece. Es un protector vigilante, un guardián silencioso... es el caballero oscuro.


15 de novembre del 2010

Sobre Goldsmith, Star Trek, y el poder de la música


Es bien conocido mi aprecio por la saga Star Trek pero debo admitir, a riesgo de sorprender a algunos, que mi tripulación preferida es la nueva generación. Bajo el liderazgo del Capitán Jean-Luc Picard (Patrick Stewart), el Enterprise-D consiguió, a lo largo de siete temporadas, llevar a Star Trek "where no one has gone before" en términos de guión e interpretación.

Durante la mayor parte de la andadura de la serie, los guiones rayaron a un nivel nunca visto antes en el mundo de la televisión. Tenían profundidad, aprovechaban bien el carisma de los personajes, y establecían interesantes tramas. Michael Piller, Brannon Braga, Ronald D. Moore, René Echevarría, y Jeri Taylor, entre otros, convirtieron a Next Gen en el mejor producto televisivo de ciencia ficción creado hasta ese momento. Recuerdo especialmente muchas de las conversaciones que Picard tenía con Guinan (Whoopi Goldberg), la encargada del Nivel 10 o zona de recreo en la Enterprise. La misteriosa El-Auriana, que como todos los de su raza destacaba por ser una gran "escuchadora", mantenía unos profundos intercambios de opiniones con el Capitán y le resultaba de mucha ayuda en varias ocasiones, especialmente tras su abducción por parte de los Borgs.

Los guionistas incluso fueron capaces de introducir elementos y personajes de la serie clásica valiéndose de las opciones que el legado de Gene Roddenberry les ofrecía. Así fue como tuvimos la ocasión de ver al Embajador Spock (Leonard Nimoy), al mítico Scotty (James Doohan), e incluso al doctor McCoy (DeForest Kelley).

Al pasar a la gran pantalla, la Enterprise-D se estrelló en el celuloide y también fuera de él. Star Trek: Generations (1994) fue un fiasco de grandes dimensiones pero, sin embargo, la siguiente cinta acabó siendo el mejor título cinematográfico de la franquicia, compartiendo el puesto con la última que realizó JJ Abrams hace dos años.

Star Trek: First Contact (1996), supuso el regreso de los villanos más poderosos y amenazadores que habían aparecido en la saga: los Borg. Teniendo en cuenta la experiencia anterior de Picard con estos seres cuasi-robóticos cuyo único interés reside en asimilar mundos, la trama principal estaba servida. Aún traumatizado por el calvario que pasó mientras fue Locutus de Borg, Picard trataba de luchar, en inferioridad de condiciones, contra una amenaza que podía destruir a la civilización humana de una vez y para siempre. Su tripulación nunca le dio por perdido y luchó lo indecible para sacarle del dominio Borg. Ahora, Picard estaba dispuesto a hacer lo mismo para evitar la caída de su nave, último bastión en la defensa del planeta Tierra.


El maestro Jerry Goldsmith (1929-2004) compuso, además, una excelente banda sonora con un tema principal maravilloso que tuve la oportunidad de escuchar en directo. Fue hace unos tres años, en el Auditorio de Barcelona, dentro del marco de un concierto monográfico sobre las mejores obras del genial compositor. Rachael Worby dirigió a la OBC en lo que fue una selección de las piezas más conocidas de Goldsmith en el genero de la ciencia ficción. Recuerdo que la interpretación del tema de First Contact fue especialmente emocionante para mí. Tiene un fondo melódico poderoso, a la par que intimista, y produce una sensación de enorme júbilo al oirlo en directo.

Desgraciadamente, Goldsmith nos dejó hace un tiempo, aunque sus creaciones musicales serán inmortales. Combinar el tema de First Contact con la partitura principal de Star Trek, que compuso en su momento Alexander Courage, es uno de los grandes placeres que un fan de las bandas sonoras puede tener.

Cuando terminó el concierto, recuerdo que una amiga dijo "que grande es el cine, y qué grande es la música del cine". No podía estar más acertada.



14 d’abril del 2010

Una banda sonora de leyenda: Conan el Bárbaro, de Basil Poledouris



La película Conan el Bárbaro, dirigida en 1982 por John Milius y protagonizada por Arnold Schwarzenegger, dispone de un gran número de fans en todo el mundo. Se trata de una de las mejores películas épicas jamás realizadas.

En este blog ya he realizado varios artículos sobre la película pero, en esta ocasión, quiero referirme a su espléndida banda sonora. El maestro Basil Poledouris compuso una partitura extraordinaria que fue el mejor acompañamiento posible para las aventuras de Conan y ensalzó el film reforzando su sentido épico y trágico. Desgraciadamente, Poledouris ya no se encuentra entre nosotros (murió en 2006), pero su trabajo en el cine se podrá disfrutar siempre y, en especial, la banda sonora de Conan el Bárbaro ocupará un lugar privilegiado entre las mejores composiciones realizadas para el cine épico.

A continuación, las diferentes piezas de la BSO, según el orden en el que suenan en el film. Que lo disfrutéis !!!

23 de març del 2010

Star Wars in Concert. Madrid, 20 de marzo 2010


De vez en cuando se presenta la oportunidad de asistir a un evento único y magnífico. Son ocasiones en las que hay que movilizarse y hacer un esfuerzo para poder asistir a un acontecimiento de aquellos que vas a recordar de por vida. Este es el caso del Star Wars in Concert, un espectáculo de primer nivel que supone un recorrido por la historia de Star Wars a través de su magnífica música.

La Royal Philharmonic Concert Orchestra, bajo la dirección del belga Dirk Brossé, interpreta durante casi dos horas las piezas fundamentales de las míticas bandas sonoras compuestas por el gran John Williams. La perfección de su interpretación, y la brillantez técnica presente en su sonoridad te transportan directamente al mundo de Star Wars pero, además, una enorme pantalla situada detrás de la orquesta recrea los diferentes momentos clave en la saga con una coordinación digna de elogio con respecto a la música. Los efectos de luz y de puesta en escena acaban de darle al espectáculo una dimensión casi mágica que permite al espectador tener una experiencia completa de inmersión en el fantástico mundo de la saga de ciencia ficción más importante de la historia.

Uno de los pocos actores que ha tenido el honor de estar presente en las seis películas dando vida a C-3PO, Anthony Daniels, es el encargado de hacer una introducción previa a cada pieza rememorando los diferentes momentos por los que pasa el argumento de los films y recuperando la narración de los hechos de una manera nueva e innovadora. Resulta difícil pensar en un mejor maestro de ceremonias. Quizá Ian McDiarmid (quien dio vida al Emperador Palpatine) pero su estado de salud ha hecho imposible que pudiera estar disponible para una gira tan exigente que empezó hace unos días y se alargará hasta julio recorriendo gran parte del continente europeo y las principales ciudades estadounidenses.

De esta manera, asistimos a un recorrido cronológico por los hechos más destacados de la saga Star Wars. Desde las primeras aventuras de un niño esclavo en el desértico planeta Tatooine llamado Anakin Skywalker, hasta la victoria final de la Alianza Rebelde sobre el Imperio en la batalla de Endor.

El inicio es tremendamente emotivo con las notas de la fanfarria de la 20th Century Fox seguido del tema principal de Star Wars. Después llegan momentos sentimentales e intimistas con Anakin's Theme y Across the Stars (que ilustra el amor prohibido entre Anakin y Padmé), intercalados con piezas más divertidas como The Robot Auction (perteneciente a la trilogía original pero ubicada en la primera parte del concierto). Pero los momentos épicos no tardan en llegar con tres magníficas composiciones: The Flag Parade, Duel of the Fates (brillante actuación del coro), y Battle of the Heroes.




La segunda parte del concierto cubre los principales temas musicales de la trilogía original con piezas míticas que ofrecen los mejores momentos del concierto. Las composiciones se van sucediendo, a cual mejor, consiguiendo la respuesta apasionada del público. Es entonces cuando suenan temas como The Imperial March, Cantina Band, Princess Leia's Theme, The Asteroid Field, Yoda's Theme, Luke and Leia, Parade of The Ewoks, Funeral Pyre for a Jedi, y un The Throne Room / End Title, que sirve como conclusión al espectáculo incorporando también imágenes de las grabaciones originales de John Williams y su trabajo con George Lucas a lo largo de seis películas que cubren un periodo de casi treinta años.






La estruendosa ovación del público tras un concierto tan fastuoso debía generar un "bonus track" final que no podía ser otro que repetir un tema emblemático donde los haya. El Imperial March o Darth Vader's Theme vuelve a sonar espectacularmente y en esta ocasión la pantalla recoge las imágenes en directo de la orquesta en un reconocimiento lógico al trabajo de unos músicos que, con su magna intepretación, son la pieza fundamental de un espectáculo vibrante y extraordinario.

En definitiva, un gran concierto y un homenaje al trabajo extraordinario que realizó John Williams al crear una banda sonora inmortal. La magia de Star Wars en estado puro.

8 d’octubre del 2009

"Si sólo estamos nosotros, cuanto espacio desaprovechado"




Esta frase es la más característica de la película Contact (1997). La pronuncian tres veces en el film: Ted Arroway (David Morse) la utiliza ante las preguntas de una joven Ellie que después se convertirá en astrónoma obsesionada por encontrar vida extraterrestre. También hace uso de la frase el religioso seglar Palmer Joss (Matthew McConaughey) y finalmente la propia Ellie Arroway (Jodie Foster) ante un grupo de escolares que visitan el observatorio en que ella trabaja. Una frase sencilla pero que aporta algo que es muy interesante. En un universo infinito, imaginar que sólo hay vida en nuestro planeta resulta algo bastante impensable.

Contact es una de mis películas preferidas. Y lo es por la fuerza de su argumento y la forma en que está expresado en la pantalla. Robert Zemeckis dirigió con maestría un proyecto difícil y lo hizo con una emotividad que se respira en cada minuto de su metraje.

La pasión de Carl Sagan por el tema de un posible contacto con alienígenas se refleja claramente en el film, que se convierte en el mejor homenaje posible al genio científico que desapareció prematuramente.

Jodie Foster, en una etapa en la que se encontraba en un estado de gracia artístico, lleva el timón del film con su habitual solvencia y es capaz de reflejar, en todo momento, los diferentes estados de ánimo por los que atraviesa la doctora Ellie Arroway. Sin ella, el film no hubiera tenido el mismo nivel de calidad.

Hay escenas absolutamente memorables como el proceso de desciframiento del mensaje que envían los alienígenas, y el propio contacto de Arroway con uno de ellos que adopta la forma de su padre, en un entorno conocido, para hacerle más fácil de asimilar el momento que está viviendo.

Por no hablar del personaje de S.R. Hadden (John Hurt), uno de los mejores que se han creado en los últimos años. Un genio misterioso y poderoso, rechazado por los mismos burócratas que un día se aprovecharon de su capacidad, que ahora tiene una agenda propia que prevee ayudar en todo lo posible a Arroway para que consiga estar presente en lo que él mismo califica como "el acontecimiento más importante del milenio".

En fin, estaría hablando sobre el film días enteros porque me parece una magnífico ejemplo de narración cinematográfica brillante, con un ritmo contínuo, sin bajones, y con una conclusión espléndida que deja abiertas todas las posibles explicaciones. Un modelo a seguir en este género, sin duda alguna. Y es que queremos más Zemeckis porque sus trabajos en los últimos 15 años han tenido un nivel altísimo y ha demostrado que, además de dominar la técnica, sabe tratar las emociones humanas de una forma sublime.

Por si fuera poco, el compositor habitual de Zemeckis, el gran Alan Silvestri, realizó una magnífica banda sonora que tiene un tema principal excelente que podéis escuchar a continuación.


27 de maig del 2009

Cadillac of the Skies



Hay ocasiones en que la música trasciende lo evidente y es capaz de lograr un impacto emocional en el oyente mucho más fuerte de lo previsible.

En otras oportunidades ya he expuesto la admiración y fascinación que siento por el trabajo del brillante compositor John Williams. Autor de partituras absolutamente inolvidables, intimamente ligadas a las películas de las que forman parte, Williams es además un maestro de las emociones. Todos los compositores de bandas sonoras deben tener esa intención pero tal cualidad no la encuentro en nadie, de una forma tan agudizada, como en John Williams.

Y es en este punto donde conecto con el tema del presente artículo. Quiero hablar de una BSO que no es de las más famosas del gran compositor pero que puede servir para reivindicar lo que llamo el otro Williams. Es decir, la faceta del músico más intimista, más sutil, pero igual de conmovedora que sus grandes marchas.
Si en otra ocasión hablé de Presunto Inocente, ahora quiero reivindicar la banda sonora de El Imperio del Sol y, en concreto, el tema Cadillac of the Skies.

El Cadillac del Cielo es como el joven Jim Graham (Christian Bale) llama a los cazas de combate P-51 Mustang durante la Segunda Guerra Mundial. Para trasladar las vivencias de ese "niño perdido" en pleno conflicto bélico en la China ocupada por los japoneses, Steven Spielberg tenía la carta ganadora de su eterno compositor. Probablemente, sin las notas mágicas de Williams, el mensaje que el director quería transmitir no hubiera llegado de una forma tan clara al espectador.

Cadillac of the Skies transmite soledad pero también esperanza. Una esperanza en la llegada de un día en que el pequeño Jim podrá salir del campo de prisioneros en el que vive y, por fin, será libre como cualquiera de sus amados aviones.

Desde las primeras notas hasta el despertar harmónico que preside la mitad de la composición y su final, de nuevo lento e íntimo, el tema principal de El Imperio del Sol traslada fuertes sentimientos utilizando diferentes cadencias.

Esta pieza es una muestra más de la capacidad de John Williams para expresar en la partitura sentimientos y sensaciones de cualquier índole. Tanto cuando es más magnificente como más intimista el resultado siempre es excelso pero hay que reconocer que, en los momentos de mayor introspección, sus composiciones brillan con especial relevancia.

La BSO se complementa con otros temas magníficos entre los cuales está Exsultate Justi, una canción de coro que es capaz de remover hasta lo más profundo, con una perfección harmónica que muchos otros compositores desearían rozar.

De alguna manera, estos temas se asemejan también a la BSO de Always, una de las películas menores de Spielberg pero que, sin embargo, cuenta con un tema principal que es mucho más brillante que la propia película.

En definitiva, un compositor excelente al que nunca me cansaré de alabar.