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11 d’agost del 2020

Dubrovnik y Juego de Tronos (Game of Thrones): introducción


La mayor joya arquitectónica y artística de la costa dálmata es, sin lugar a dudas, Dubrovnik. La llamada "perla del Adriático" o la "Atenas dálmata" es una urbe histórica que se alza en la costa occidental de la actual Croacia. Los primeros textos que hablan sobre ella se remontan al siglo VII y posteriormente aparece citada, de forma pródiga, mientras se formaba una de las grandes potencias navales de la época, conocida como la República de Ragusa.

El empuje emprendedor y comercial de sus gentes, a lo largo de los siglos, convirtió a Ragusa en una rival directa de Venecia en cuanto al control del Mar Adriático. De hecho, en su etapa de esplendor durante el siglo XVII, Ragusa llegó a superar a Venecia como potencia comercial. Sus mercantes, llamados Argosy, comerciaban en todo el Mediterráneo y la ciudad se nutría de los beneficios mientras recogía bajo su manto a grandes artistas y arquitectos que poblaban sus calles de edificios señoriales para su pujante burguesía. Bajo la protección de unas poderosas murallas, en permanente construcción y ampliación hasta el siglo XVI, Ragusa fue un centro económico de referencia y eso también le granjeó evidentes dificultades a la hora de mantener su estatus.

A lo largo de su historia, los sufridos habitantes de Ragusa superaron la invasión otomana y maniobraron para llegar a un pacto con los sultanes que les garantizó estabilidad y protección durante siglos. También debieron hacer frente a un gran incendio, en 1296, que destruyó gran parte de la ciudad. Otras de sus vicisitudes fueron la "peste negra" en 1348, un terrible terremoto en 1667 y las sucesivas ocupaciones de las tropas napoleónicas y austriacas. Sin embargo, ninguno de estas grandes contrariedades consiguió hacer perder la identidad progresista, negociadora y emprendedora de la que, con el tiempo, pasó a llamarse Dubrovnik. 

El surgimiento de la identidad nacional croata tuvo en Dubrovnik uno de sus epicentros. No obstante, el siglo XX fue enormemente convulso para la zona de los Balcanes. Tras dos guerras mundiales en las que la región estuvo en el punto de mira y el advenimiento de un régimen comunista durante casi cuatro décadas, Dubrovnik afrontó una última gran prueba cuando su militancia pro-croata la convirtió en objetivo de bombardeos por parte de las tropas serbo-montenegrinas. A pesar de ser una ciudad desmilitarizada, sufrió las consecuencias de la caída de obuses que ocasionaron la muerte de 114 civiles y daños estructurales en su centro histórico y en las murallas. Dubrovnik fue sometida a un asedio de siete meses a partir de finales de 1991. Con el alto al fuego general decretado en 1995, se iniciaron las labores de reconstrucción bajo los auspicios de la UNESCO que había declarado al casco antiguo de Dubrovnik como patrimonio mundial en 1979.

Desde el final de la guerra de los Balcanes, la ciudad ha recuperado su interés turístico y se ha configurado como un destino cultural y vacacional de primer orden. Su alto valor artístico y patrimonial convierten la visita "intramuros" en un viaje apasionante al pasado de una de las grandes potencias marítimas de la historia europea.   

Como complemento y refuerzo de la actividad económica y turística de la ciudad, las autoridades han apostado por convertir a Dubrovnik en un polo de atracción para los rodajes de proyectos cinematográficos y televisivos. El encanto histórico de su casco antiguo, la gran red de alojamiento y los incentivos fiscales han conseguido que grandes equipos de rodaje hayan localizado exteriores en Dubrovnik.


El mayor éxito conseguido hasta el momento ha sido el de convencer a HBO y a los productores de su aclamada serie, Game of Thrones, para que convirtieran Dubrovnik en uno de sus enclaves de referencia. La serie basada en la saga fantástico-épica, escrita por George R. R. Martin, se ha convertido en un fenómeno mediático mundial y sus seguidores se han convertido en devotos militantes de una producción que seduce a audiencias de todo tipo. 

Durante la primera temporada, los exteriores que mostraban la capital de los Siete Reinos, Desembarco del Rey (King's Landing), se ubicaron en la isla de Malta. Sin embargo, los showrunners, David Benioff y D.B. Weiss, no acabaron de quedar satisfechos con el resultado y emplazaron a sus location scouts para que encontraran un nuevo emplazamiento que tuviera más enjundia, murallas más potentes y posibilidad de diversificación de escenarios en su entorno. El lugar que reunía todas estas condiciones era Dubrovnik y así es como, a partir de la segunda temporada, todas las secuencias exteriores de King's Landing han sido rodadas en la ciudad croata. Además, la diversidad física y paisajística ha permitido que se hayan filmado secuencias que corresponden a otros lugares del universo creado por George R.R. Martin. 

Durante cuatro temporadas, algunos de los grandes momentos de Game of Thrones se han rodado en el Stari Grad (casco antiguo) y sus murallas. También ha habido localizaciones de gran importancia en el barrio de Pile, en la cercana isla de Lokrum y en el jardín botánico de Trsteno. 

A finales de agosto, tuvimos la oportunidad de visitar "in situ" la mayor parte de estos enclaves y hemos decidido elaborar una guía de localizaciones que trata de consignar cada lugar a su momento en la serie. ¿Nos acompañaréis en este mágico viaje? Empezamos próximamente... 



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6 d’agost del 2020

Tras los pasos de Hannibal Lecter en Florencia


Florencia, una de las más importantes capitales culturales del mundo. Cuna de genios literarios y artísticos. Universalmente conocida porque, dentro de sus muros, eclosionó, con toda su magnificencia, la suprema belleza del Renacimiento.

Una ciudad impregnada por el legado de maestros como Dante Alighieri, Giovanni Bocaccio, Cimabue, Giotto di Bondone, Lorenzo Ghiberti, Filippo Brunelleschi, Donatello, Leonardo da Vinci, y el inconmensurable Michelangelo Buonarroti. Pasear por su centro histórico supone un enamoramiento constante puesto que resulta inevitable verse imbuido por su vasta cultura.

La Florencia, expandida por el mecenazgo de los Medici, se ha convertido en un destino imprescindible para los amantes de las artes y la UNESCO reconoció su enorme contribución al declarar el centro histórico como patrimonio de la humanidad en 1982. Los turistas inundan sus calles y sus plazas pero uno nunca se siente agobiado por ello porque la ciudad sigue inspirando calma y reflexión. Y siempre te sorprende con algún rincón mágico desde el que puedes disfrutar de su encantador ambiente.

No es de extrañar que la ciudad pudiera convertirse en el destino ideal para el doctor Hannibal Lecter. Diez años después de la masacre en Memphis y su posterior fuga, ha recalado en el lugar que tanto contemplaba a través de los dibujos que él mismo realizaba en la celda de Baltimore. Amante del buen gusto y de la elegancia en todas sus formas, Lecter halla en Florencia la respuesta a su incesante inquietud cultural.

Habiendo sido incluso desplazado de la lista de los más buscados por el FBI, el que ahora vive bajo la falsa identidad del doctor Fell, disfruta de una existencia plácida que se ve complementada por su voluntad de convertirse en el conservador titular de la Biblioteca Capponi, tras la misteriosa desaparición de su predecesor.

Los acontecimientos están a punto de dar un giro completo aunque el buen doctor siempre dispondrá de recursos para seguir adelante. En su interior el fuego se mantiene vivo y la vida tranquila también empieza hastiarle. Desea salir de su letargo, volver a la acción, y pronto una influyente víctima suya se encargará de hacerle saltar al escenario en que tan bien se desenvuelve.

En mayo de 2000, el equipo de rodaje de Hannibal, la esperada secuela de El Silencio de los Corderos (The Silence of the Lambs, 1991), se desplazó a la ciudad toscana para rodar las escenas de la parte central del film. Ridley Scott quedó obnubilado por la magnificencia de los escenarios y sacó gran partido de ellos convirtiendo el segmento florentino en el más interesante y brillante de la película.

En la Piazza della Signoria, inusitadamente vacía, el comisario Rinaldo Pazzi (Giancarlo Giannini) pierde algo de tiempo fumando para llegar al final de una reunión que se está celebrando en el Salone dei Cinquecento del Palazzo Vecchio. En dicho encuentro, los responsables culturales de la ciudad debaten sobre la conveniencia de ofrecer el puesto definitivo de conservador de la Biblioteca Capponi al doctor Fell, un extranjero que no hace mucho tiempo que ha llegado a la ciudad. En su camino hacia el palacio, Pazzi camina cerca de la imponente Loggia dei Lanzi pasando también por el lujoso vestíbulo hasta llegar al salón. 

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Posteriormente, vemos como el doctor Lecter (Anthony Hopkins) escribe una emotiva carta a Clarice Starling tras descubrir que ha caído en desgracia dentro del FBI y que la búsqueda se ha reactivado. Dejará la carta en un buzón situado al final del paseo de los Uffizi, permitiendo ver desde allí el torreón del Palazzo Vecchio

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El Palazzo y la Biblioteca Capponi, donde vive y trabaja Hannibal en el film, está en realidad al otro lado del rio Arno (en el Oltrarno). Pero, como bien sabemos, el cine reubica las localizaciones en función de los permisos obtenidos y la facilidad para rodar. En este caso, cuando Pazzi se dirige a la Biblioteca para recoger las pertenencias del signore di Bonaventura, el antiguo conservador, vemos claramente como sube las escaleras del Spedale degli Innocenti, un antiguo orfanato que está considerado como el primer trabajo renacentista de Filippo Brunelleschi

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Decidido a cobrar la poderosa recompensa que ofrece el millonario Mason Verger (Gary Oldman) por la captura de Hannibal, el commendatore Pazzi compra un brazalete plateado en uno de los lugares más característicos de la ciudad, el Ponte Vecchio. Ante el busto del famoso orfebre florentino, Benvenuto Cellini, parece reflexionar acerca de su arriesgado plan. El Ponte Vecchio volverá a aparecer, más adelante, cuando el comisario se reúne con los hombres de Verger en la ribera del Arno.


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Utilizando al ladronzuelo Gnocco (Enrico Lo Verso) para que consiga las huellas dactilares de Lecter, Pazzi les sigue a distancia hasta la Loggia dei Mercato Nuovo donde se alza la fuente del gran jabalí, una referencia evidente hacia lo que Verger tiene preparado para Hannibal. Tras la herida mortal que sufre Gnocco a manos de Lecter, Pazzi se limpia las manos de sangre en la fuente.

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Allegra (Francesca Neri), la esposa de Pazzi, es una gran aficionada a la ópera y ambos acudirán a un evento en el claustro mayor de la Basílica de la Santa Croce. Hans Zimmer y Patrick Cassidy musicaron un soneto de Dante Alighieri, llamado la "Vita Nuova", para ilustrar la escena operística. Una partitura que volverá a escucharse en momentos posteriores de la cinta. En dicha escena, la orquesta se situó en el corredor de columnas de la cara norte mientras que el escenario fue colocado justo delante de la Cappella de Pazzi, obra también de Brunelleschi. Los Pazzi son muy importantes en la historia de Florencia...

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El día en que el buen doctor ofrecerá una conferencia para conseguir el puesto definitivo de conservador, Pazzi tiene previsto capturarle junto a los hombres que ha enviado Mason Verger. La charla versa sobre la relación que se establece entre Dante y uno de los personajes históricos que él menciona en la Divina Comedia: Pietro della Vigna. Tras el estruendoso éxito que consigue Lecter con su exposición, Pazzi pone en marcha el dispositivo ignorando que Hannibal ya tiene sus propios planes. 

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La conferencia tiene lugar en el interior del Palazzo Vecchio y las tomas nocturnas de la plaza y alrededores muestran la gran belleza del enclave. En el Salón dei Cinquecento, uno de los esbirros sardos que tratan de capturar a Lecter tiene un desagradable encuentro con él. Pero antes, el caníbal ha dado buena cuenta del commendatore al lanzarlo desde el balcón principal del Palazzo para que quede ahorcado y con los intestinos desparramados por el suelo. Este momento culminante que finaliza con un irónico saludo de Hannibal a la cámara de seguridad, se complementa con las primeras palabras que intercambia con Clarice Starling (Julianne Moore) en diez años. Pronto volverá a Estados Unidos con una doble misión pero eso será otra historia...

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21 de juliol del 2020

Hollywood Heritage Museum

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Hollywood en los años 20

Las sorpresas en los viajes siempre se guardan en un lugar especial de la memoria. Sirven para nutrir el anecdotario que irás explicando, a las personas más cercanas, tras tu llegada.

Pero lo que voy a relatar a continuación llegó a un grado de trascendencia aún más relevante. Puedo definir la experiencia que viví en el Hollywood Heritage Museum con las siguientes palabras: asombro y emotividad.

Tras desayunar, como de costumbre, en el Hollywood & Highland Center (adjunto al Dolby Theatre), me dispuse a visitar uno de los lugares que, por falta de tiempo, me habían quedado pendientes en mi viaje anterior a Los Angeles. Sabía que iba a un enclave donde conocería la historia de los orígenes del cine pero nunca pensé que fuera a venir acompañado de la vivencia que estaba a punto de ocurrirme.

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El Hollywood Heritage Museum se ubica en el histórico Lasky-De Mille Barn, popularmente conocido como "The Hollywood's First Major Picture Film Company". Este granero fue construido en 1895 para formar parte de uno de los ranchos que poblaban el actual Hollywood a finales del siglo XIX e inicios del XX. Vendido en 1904, fue cambiando de manos hasta su adquisición, en 1913, por parte de la Burns & Revier Studio and Laboratory quien, a su vez, la acabó alquilando a una compañía neoyorkina recién llegada a la región cuyo nombre era Jesse L. Lasky Film Company. Lasky era un productor en ciernes que había conseguido el dinero para empezar gracias a su cuñado, Samuel Goldfish (más tarde conocido como Samuel Goldwyn). Para llevar las riendas creativas, contrató a un joven actor y director teatral de la Gran Manzana que soñaba con establecerse en el lugar donde el negocio del cine estaba floreciendo. El nombre de ese loco visionario era Cecil B. De Mille.

Convertido el granero en oficina y set de rodaje, De Mille se dispuso a dirigir el que fue el primer largometraje rodado íntegramente en la zona de Hollywood. Se trataba del western, The Squaw Man (1914), que significó el inicio de una carrera memorable iniciada desde la más admirable humildad. 



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Cecil B. De Mille, Mary Pickford, Douglas Fairbanks, y Jesse Lasky, ante la puerta principal del barn. 1918.

Situado en la esquina de Selma y Vine Street (cuando Hollywood era un conjunto de ranchos aislados y pequeños estudios de filmación), De Mille siguió trabajando y creando películas en esta ubicación hasta que, con la alianza entre Jesse Lasky y Adolph Zukor, se empezó a consolidar un futuro gigante: Paramount Pictures. En 1926, el granero fue reubicado dentro del backlot del estudio, y allí permaneció durante cincuenta y tres años.


El origen de Paramount Pictures fue la unión entre Famous Players y Lasky Company: de izquierda a derecha,   Jesse Lasky, Adolph Zukor, Samuel Goldwyn, Cecil B. De Mille y Albert Kaufman, en 1916.


La eclosión de Paramount estuvo íntimamente ligada al ascenso de Cecil B. De Mille. Ambos se retroalimentaron y el director llegó a convertirse en uno de los mejores realizadores de la historia. Forjó su fama por ser capaz de levantar proyectos colosales otorgándole al cine una dimensión épica tanto en la época muda como en la sonora. Su huella es imborrable. Pero esa historia no es el objeto de este artículo.

En el Lasky-De Mille Barn conoces sus inicios, su voluntad de convertir en película la novela The Squaw Man, y su asociación con futuros magnates del cine hasta convertirse él mismo en uno de los directores-productores más influyentes del negocio.

En 1956, el granero fue homenajeado en los estudios Paramount y se le catalogó como California State Historic Landmark, por su importancia en los inicios de la industria cinematográfica. El propio De Mille presidió la ceremonia junto a los que fueron sus socios de la época (Lasky, Zukor, Goldwyn). Hasta ese momento la instalación había tenido múltiples usos: fue biblioteca, gimnasio del estudio, y salón de conferencias. También se utilizó de exterior para rodar algunas escenas en westerns utilizándola como estación de ferrocarril. Su nueva catalogación preservó la integridad aunque De Mille (fallecido en 1959) no pudo defender la instalación ante el persistente olvido de los tiempos.


De izquierda a derecha: Samuel Goldwyn, Jesse Lasky, Cecil B. De Mille, Adolph Zukor, Leo Carrillo y Frank Freeman en 1956 


En 1979, Paramount decidió trasladar la instalación fuera del backlot yendo a parar finalmente al párking del club Hollywood Palace. Allí el granero fue encapsulado y apartado de la circulación hasta que en 1983, la organización Hollywood Heritage, que promueve y defiende la conservación de los enclaves emblemáticos de la meca del cine, adquirió el granero trasladándolo a una zona del párking sur del Hollywood Bowl, en Highland Avenue. Esta encomiable entidad realizó un importante trabajo de restauración con vistas a convertir el barn en su nuevo museo de historia del cine. Poseedores de un gran  patrimonio cinéfilo, el museo abrió en 1985 y, desde entonces, conserva y difunde la herencia del Hollywood clásico a través de grandes colecciones de fotografías, carteles, equipos técnicos, props, documentos históricos, y un completísimo archivo de momentos cumbre del cine mudo. Estando allí tomas contacto con el glamour de la fábrica de sueños a través de todo lo que te rodea y de lo que puedes llegar a admirar.

En mi caso, recuerdo estar en el porche exterior y dirigirme hacia la puerta de acceso donde ví a dos ancianos (hombre y mujer) que parecían estar al cargo del museo. Al ser el primer visitante del día y mientras no venía nadie más, el responsable del museo, un venerable anciano llamado Bill Brenner, se dedicó a explicarme, con gran detalle, la historia de los inicios de la producción cinematográfica en el barn. También me enseñó el primer despacho de Cecil B. De Mille, mostrándome con detalle cada una de las históricas pertenencias del legendario director: sus clásicas botas de jinete, el ejemplar enormemente valioso de The Squaw Man, las maletas donde guardaba el equipo técnico de filmación,  y su famoso escritorio de trabajo.

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Me sentí un privilegiado por poder disfrutar de todas estas explicaciones que no se suelen dar en los museos y tampoco en éste. Tuve suerte de ser el primero en llegar ese día y caerle bien al hombre tras decirle que era un "movie lover" y que me interesaba especialmente la historia de los orígenes del cine en Los Angeles. Descubrí que Bill había nacido y se había criado en los momentos de eclosión de la industria. Y, además, también había sido un producto del instituto de las estrellas, el Hollywood High School. Comentaba su añoranza de aquél Hollywood brillante, con espacios por todas partes, y libre de la lacra que, según él, ha supuesto la progresiva expansión de restaurantes, tiendas de oportunidades, y negocios diversos de poca trascendencia.



Pero eso no fue todo porque tras dar la vuelta por el museo y haber admirado la impresionante colección, llegué de nuevo a la recepción y Bill me presentó a la señora que le acompañaba. Se trataba de una mujer  elegante que, pese a su avanzada edad, destilaba un aura especial. Esta sensación hallaba respuesta al conocer de quien se trataba. Su nombre es Diana Serra Cary, aunque los historiadores del cine la reconocerán por el nombre que la caracterizó en sus inicios y que la ha perseguido desde entonces: Baby Peggy.

Baby Peggy es una de las tres grandes estrellas infantiles que surgieron en el cine mudo. Baby Marie (1911-2010), Jackie Coogan (1914-1984), y Baby Peggy (n. 1918) iluminaron la pantalla durante los años 20 y emocionaron a millones de personas a lo largo de sus cortas pero intensas carreras.


Peggy-Jean Montgomery empezó a trabajar en el cine a la precoz edad de tres años, en 1921. Y hasta 1925 participó en casi 200 cortometrajes cómicos para Century Sudios y Universal Pictures. Pero esta precocidad y esta explotación laboral tuvieron consecuencias para ella. Su padre y representante acabó teniendo un desacuerdo con el productor Sol Lesser que derivó en la cancelación abrupta de su contrato. A partir de entonces, la niña fue puesta en la lista negra, por las malas prácticas profesionales de su padre, y de repente experimentó la caída y la pobreza antes de tiempo.

Continuó su carrera trabajando en vaudevilles y obras de teatro funestas que complicaron la relación que tenía con sus padres, quienes querían seguir aprovechando mordazmente lo que quedara de su fama en el cine. Tras emanciparse de forma precipitada, viajó por el país, se casó dos veces y fundó una familia. Con el paso del tiempo, Peggy-Jean se cambió el nombre por el de Diana Serra Cary (escogiendo Serra por el gran evangelizador de California, Fray Junípero, y siendo Cary el apellido de su segundo marido), se convirtió en escritora y ha pasado el resto de su vida intentando apartarse de la sombra de Baby Peggy y de los terribles recuerdos que le sobrevienen cada vez que piensa en los sacrificios que tuvo que afrontar a tan temprana edad. Ha abanderado la lucha por evitar el abuso laboral en los niños actores al mismo tiempo que continuaba su trayectoria como escritora e historiadora de la época del cine mudo.

Para mí, fue sin duda un enorme privilegio compartir un tiempo con estas maravillosas personas y escuchar sus vivencias y anécdotas. Su lucidez me sorprendió muy gratamente y la capacidad para recordar anécdotas no tenía fin. Diana incluso me contó, al saber que yo vivo en Barcelona, que allí se había encontrado una de sus películas, dentro de un archivo privado. Considero que esta experiencia contribuyó enormemente a que mi inmersión en la historia de Hollywood, que era el motivo fundamental de mi viaje, se lograra con mayor rotundidad. Nunca olvidaré esa mañana en el Hollywood Heritage Museum.

21 de maig del 2020

The Wire: dos localizaciones, dos mundos


Cuando se habla de las mejores series de televisión producidas hasta la fecha, nunca puede faltar The Wire (HBO, 2002-2008). Este relato político, criminal y policíaco tiene la virtud de diseccionar a la ciudad de Baltimore como reflejo de lo que ocurre, cada día, en las grandes ciudades occidentales. Toda la contundencia y visceralidad que se muestra en The Wire es, en esencia, el resultado de un análisis a fondo sobre las virtudes y defectos de la sociedad democrática. Nos hemos dotado de instituciones y hemos organizado la sociedad según los preceptos de libertad y participación pero debemos ser conscientes también que todo ello conlleva la creación de pasadizos secretos. Son resquicios del sistema, por donde se cuelan actividades ilegales, corrupción política, delitos de todo tipo, y degeneración de creencias y valores. Es importante asumirlo como forma de funcionar ya que no hay alternativa posible a la construcción social y jerárquica de la que nos hemos dotado y en la cual tenemos la posibilidad de seguir interviniendo. La negación de la libertad y los valores democráticos es inviable y eternamente rechazable. No podemos equivocarnos en este tema. Nunca más.

Volviendo a The Wire debemos ponderar a la ciudad de Baltimore (Maryland), auténtico marco geográfico de la acción. La serie creada por David Simon radiografía la ciudad desde varios frentes y construye un fresco general que permite crear un drama sólido y contundente, capaz de generar atención desde la representación descarnada de los hechos. En la narración establecida, Simon y Ed Burns, co-showrunner, decidieron establecer una serie de puntos de anclaje que irían caracterizando a cada una de las cinco temporadas: el tráfico de drogas, los negocios delictivos en el puerto, la corrupción política municipal, las escuelas públicas en barrios desfavorecidos y la "mala praxis" periodística. Estos centros de gravedad alternos vertebran una serie que es capaz de ofrecer una propuesta diferente temporada a temporada, introduciendo de forma constante a nuevos personajes que interactuaran, de una forma u otra, con los miembros del núcleo o core central.

En definitiva, una serie magistral en todos los aspectos que tiene la virtud de no tener censura alguna en la forma de presentar situaciones. No obstante, no debemos olvidar que Baltimore es una de las ciudades con más enjundia de los Estados Unidos. Formó parte del levantamiento contra los ingleses en el siglo XVIII y tiene un legado cultural y científico indudable. Baltimore es la ciudad de figuras destacadísimas en muy diversos campos: Edgar Allan Poe, Edith Hamilton, Frederick Douglass, Babe Ruth, Billie Holiday y, más recientemente, Jada Pinkett Smith, y Michael Phelps. En la ciudad también se encuentra el Hospital Universitario Johns Hopkins, uno de los centros de investigación más prestigiosos y avanzados del mundo. Obviamente, al ver The Wire, nos quedamos con las esquinas del oeste y norte de la ciudad, pobladas por trapicheadores y traficantes. También con las casas vacías y las calles degradadas, producto de una desindustrialización y pérdida de población que aún se arrastra. Las cifras elevadas de homicidios y tiroteos son una lacra contra la que se sigue luchando, pero la ciudad tiene la determinación de seguir haciendo frente a sus problemas mientras continúa rehabilitando barrios y construyendo un nuevo horizonte, apoyándose en los grandes inputs que la urbe ya posee.

No comparto completamente la visión pesimista de Simon & Burns. Creo que debemos valorar más aquellas cosas que son caldo de cultivo para la mejora. Tal como decía al principio, lo que se ve en The Wire también está presente en Europa. Forma parte de la evolución social y debemos combatirlo aunque asumiendo que buena parte de esas situaciones son sistémicas. Son consecuencias lógicas derivadas del modo de funcionar que hemos establecido desde hace dos siglos. Y por ello debemos movernos en este esquema con voluntad combativa y de denuncia pero asumiéndolo con entereza.

The Wire se rodó íntegramente en la ciudad de Baltimore (excepto pequeñas escenas en Puerto Rico) y ha sido capaz de retratar la crudeza de los barrios marginales como nadie había logrado antes. No obstante, he decidido presentar dos escenarios, uno que forma parte de esa brutalidad vinculada al tráfico de drogas y otro que supone la otra cara de la moneda. Son dos intersecciones, metáfora que representa a dos mundos opuestos que conviven en la misma ciudad.

El primer escenario no podía ser otro que la esquina de Bodie Broadus (J.D. Williams). The Wire nos muestra su evolución desde sus inicios como aprendiz del clan Barksdale hasta verle encumbrado como "responsable" de la venta de droga en una de las esquinas de referencia en la ciudad. Bodie halla su fin en la misma esquina que tanto defendió, dándole a su trayectoria un cierre coherente. Tras su desaparición, Marlo Stanfield (Jamie Hector) y Chris Partlow (Gbenga Akinnagbe) entregan la esquina al joven Michael Lee (Tristan Wilds). Sin embargo, los acontecimientos alejarán a Michael de allí y le darán un nuevo papel inesperado. Al final de la serie, vemos como es Spider (Edward Green), otro lugarteniente de Stanfield, el que se ha quedado con el influyente enclave.




A la hora de colocar la imagen actual, he decidido añadir dos capturas de Google Maps puesto que la casa abandonada, situada en la intersección entre Lanvale y East Barclay, fue demolida en 2015. Sin embargo, utilizando otro ángulo, aún podemos ver la decrépita esquina tal y como aparecía en The Wire.





La segunda esquina que me gustaría ilustrar es la que en la serie ocupa el pub irlandés Kavanaugh's. Nos dirigimos al downtown, en la intersección entre East Lexington y Gilford Avenue. Es el corazón de la ciudad, a cuatro pasos del ayuntamiento y de los juzgados. En The Wire, la policía de Baltimore suele organizar despedidas multitudinarias para los miembros del cuerpo que fallecen. Incluso ponen el cuerpo del difunto sobre una mesa de billar glosando sus méritos y defectos. Al final, suena la canción "The Body of an American", de The Pogues, y todos los parroquianos entonan la letra en acto de comunión y camaradería.

Tras los funerales de Ray Cole (el actor Robert F. Colesberry murió en la vida real) y del coronel Raymond Foerster (Richard DeAngelis), acaecidas en anteriores temporadas, el capítulo final de la serie tiene como protagonista en Kavanaugh's al mismísimo Jimmy McNulty (Dominic West), aunque en este caso el difunto está muy vivo. McNulty ha sido expulsado del departamento de Homicidios tras descubrirse su plan para crear un caso imaginario que ha conseguido financiar otras investigaciones policiales de gran calibre. McNulty es el primer difunto de Kavanaugh's que puede festejar con los demás y cantar la canción. Su supervivencia está asegurada pero Baltimore pierde un detective nato, el mejor investigador de homicidios que ha tenido en décadas. Si no fuera por su crónico desdén hacia la cadena de mando podría haber llegado lejos. No obstante, McNulty no es de esos que triunfan profesionalmente sino todo lo contrario. Su éxito radicará en haberse enderezado personal y familiarmente junto a Beadie Russell (Amy Ryan). Junto a sus colegas Bunk Moreland (Wendell Pierce), Jay Landsman (Delaney Williams), Leander Sydnor (Corey Parker Robinson) y el también defenestrado Lester Freamon (Clarke Peters), se despiden de una época mientras la ciudad avanza hacia otra en la que el alcalde, Tommy Carcetti (Aidan Gillen), demuestra su habilidad para moverse en los círculos de poder, convirtiéndose en el nuevo Gobernador de Maryland.

En las imágenes de Google Maps podemos comprobar como el Kavanaugh's fue una recreación para la serie. El local real lleva el nombre de Sidebar.





22 de maig del 2019

El motín de la Bounty en el cine

La historia de la Bounty ha tenido tres grandes adaptaciones cinematográficas. La primera de ellas llegó en 1935 de la mano de Metro Goldwyn Mayer en una suntuosa adaptación que dirigió Frank Lloyd y que contó con Charles Laughton en el papel de William Bligh y Clark Gable dando vida a Fletcher Christian. Como dato curioso, la actriz de ascendencia mejicana Movita interpretó a una de las nativas tahitianas. Se da el caso que Movita fue una de las esposas de Marlon Brando quien, a su vez, fue Fletcher Christian en la adaptación de 1962.




Mutiny on the Bounty fue la ganadora del Oscar a la mejor película de 1935 aunque es el único caso en la historia de los premios que un film consigue únicamente la estatuilla de mejor film. Las nominaciones de Frank Lloyd, Charles Laughton, Clark Gable, y Franchot Tone, entre otras, no obtuvieron recompensa.

Tal como era habitual en la época, la cinta se rodó en los estudios de la MGM y en exteriores de la costa de California. Las tomas rodadas en islas del Pacífico fueron filmadas por una segunda unidad por lo que el equipo principal nunca se desplazó a los escenarios reales.





Esta versión está basada en la novela de Charles Nordhoff y James Norman Hall, que altera muchos de los hechos reales acaecidos. La versión de 1962, que tuvo el mismo título, se basó también en esta novela que recreaba los hechos de la Bounty.






En esta ocasión, el estudio entregó las riendas de la dirección a Carol Reed quien, sin embargo, no convenció a los productores que le reemplazaron por Lewis Milestone una semana después del inicio del rodaje. El reparto estaba formado por Marlon Brando como Fletcher Christian, Trevor Howard en el papel de Bligh, Richard Harris como el marinero John Mills, y Hugh Griffith dando vida a Alexander Smith. Como dato importante, la actriz polinesia de veinte años Tarita dio vida a Maimiti. En el rodaje conoció a Marlon Brando con quien se casó tras divorciarse de la anteriormente mencionada Movita.

En esta ocasión el equipo principal sí se desplazó al Pacífico y rodó en Tahití gran parte de su metraje. Fue allí donde Brando descubrió la cultura y los escenarios polinesios que tanto le fascinaron durante el resto de su vida.





El film fue nominado en siete categorías (incluyendo mejor película) pero no obtuvo ninguno. Tal como he citado antes, esta versión también altera muchos de los acontecimientos reales en beneficio de una supuesta tensión dramática. El cambio quizá más conocido fue el de la muerte de Christian que en esta película acontece poco después de llegar a Pitcairn cuando él intenta detener el incendio de la Bounty.

Finalmente, en 1984 llegó The Bounty, la versión más próxima a los hechos reales y la que retrató de una forma más realista lo que debía ser la vida en un barco a finales del siglo XVIII. El gran productor Dino De Laurentiis fue el gran impulsor del proyecto que fue dirigido por el australiano Roger Donaldson.





Este era un film que quería realizar David Lean a mediados de los 70. Se basaba en un ensayo histórico escrito por Richard Hough, que había convertido en guión el colaborador habitual de Lean, Robert Bolt. Pero problemas financieros impidieron que el proyecto saliera a flote y los derechos fueron finalmente adquiridos por De Laurentiis quien puso los recursos necesarios para que la película saliera adelante incluyendo el gran costo que suponía rodar la totalidad del film en escenarios naturales de Moorea (Polinesia Francesa) y Nueva Zelanda. Por otra parte, las escenas en las que Bligh comparece ante el almirantazgo, se rodaron en el Palacio de Greenwich y en el Reform Club de Londres.

El reparto estuvo encabezado por Anthony Hopkins, que asumió el papel de Bligh, y un joven Mel Gibson que dio vida a Fletcher Christian. Entre ambos hubo buenas relaciones durante el rodaje pero lo único que enturbió el ambiente fueron las constantes borracheras y peleas que Gibson protagonizó, durante las noches, en diferentes bares y locales polinesios. En una ocasión, a Gibson le dieron un fuerte golpe en la cara que dejó una marca contundente en su rostro. En los días siguientes, Donaldson rodó escenas con él bajo un determinado ángulo de cámara que ocultaba los moratones. En esa época Gibson se caracterizaba por su díscola forma de vida y no superó sus problemas con el alcohol hasta 1987.





A pesar de todo, The Bounty es sin lugar a dudas la mejor adaptación realizada sobre los hechos ocurridos entre 1787 y 1789. Hace gala de un realismo total en el diseño de los escenarios, en la creación de ambientes, y además su guión es el que menos se desvía de los hechos acontecidos.

El resto del reparto también fue de gran nivel puesto que encontramos a dos jovenes actores, en el inicio de sus carreras, en papeles importantes: Daniel Day Lewis como John Fryer, y Liam Neeson dando vida al marinero Charles Churchill.

El film también cuenta con la presencia de Sir Laurence Olivier en uno de los últimos papeles de su espléndida carrera. Interpreta al Almirante Hood, quien se encarga de presidir el comité que debe evaluar la conducta de William Bligh cuando éste regresa a Londres tras su heroica travesía por el Pacífico.

En resumen, una película muy interesante que sin embargo no obtuvo el reconocimiento que merecía. Una gran producción que sigue siendo desconocida para una gran parte de público.

La banda sonora de la película fue compuesta por el extraordinario Vangelis, que a mediados de los 80, se encontraba en su mejor momento creativo tras haber sido el autor de las partituras de Carros de Fuego y Blade Runner. He decidido acabar este artículo con el tema principal que compuso para The Bounty, una melodía que destila calidad por doquier. Un magnífico acompañamiento musical para introducirnos en la historia del primer y último viaje de la Bounty a unos paraisos lejanos e inexplorados.

17 de setembre del 2018

Sintra y el misterio de La Novena Puerta


A unos veinticinco kilómetros de Lisboa, dirección oeste, se emplaza un lugar que destila magia y encanto desde el momento en que llegas a sus proximidades. Se trata de la bella localidad de Sintra. Está situada a las puertas de un enorme parque natural, cuyos límites llegan hasta el Océano Atlántico. 

Desde mi permanente óptica cinéfila, Sintra me pareció Brigadoon hecha realidad. Localizada en una ladera montañosa entre despeñaderos, Sintra disfruta de un clima extraordinariamente húmedo donde la abundante pluviosidad y las temperaturas frescas producen un florecimiento boscoso impresionante al que acompañan grandes manantiales de agua. 

Desde la Baja Edad Media, Sintra se convirtió en lugar de retiro de los grandes monarcas portugueses. Y, posteriormente, con el paso de los siglos, se fue poblando por familias adineradas lisboetas que decidían convertirlo en su refugio estival. La entrada de las grandes fortunas produjo la conversión de la localidad hacia lo que vemos ahora: una villa palaciega cuyas mansiones se adentran en los frondosos bosques mientras la niebla tiñe el enclave de esplendor y misticismo.

Mencionaba antes Brigadoon (1954) porque, a pesar de las obvias diferencias, existe un aura que recuerda a ella cuando la niebla empieza a bajar desde la cimas de las montañas y cubre el núcleo de Sintra Vila. Debido a la belleza del lugar, realidad y ficción se entremezclan y casi parece que la población desaparezca del panorama visual.


Entre junio y octubre de 1998, el maestro Roman Polanski rodó La Novena Puerta (The Ninth Gate, 1999). Esta adaptación de una parte de la novela "El Club Dumas", de Arturo Pérez-Reverte, contó con el apoyo de una producción internacional destinada a cubrir la diversidad de escenarios en los que transcurría el intrigante argumento.

2 de setembre del 2018

Tras la pista de Bond en Lisboa


Pocas veces se habla de Al Servicio Secreto de su Majestad (On Her Majesty's Secret Service, 1969). Su carácter atípico dentro de la saga Bond y el hecho de haber contado con un actor que debutó y se despidió del papel de 007 tras una única intervención, la convierten en una película poco conocida dentro de la franquicia y mayoritariamente denostada por gran parte de los seguidores.

No obstante, si aceptamos darle una oportunidad al film y a George Lazenby descubrimos una cinta interesante que nos revela una faceta oculta y trágica en el pasado de Bond. Esta historia de felicidad, tornada en la mayor de las desdichas, aporta mucho a la biografía del mítico agente y debería ocupar un lugar entre la memoria cinéfila de los bondianos, más allá de los prejuicios y las tentaciones de olvido. Ian Fleming decidió convertir a Bond en viudo y no podemos dejarnos llevar por la corriente vilipendiadora hacia Lazenby para aceptar que esta película, con todos sus defectos, se atrevió a entrar en un terreno difícil con todas las consecuencias. No se trata de reivindicar la cinta sino de aceptar su existencia sin estridencias ni insultos.  

La película se rodó en localizaciones inglesas y suizas pero fue en Portugal donde más se detuvo a la hora de filmar exteriores. Desde la playa de Guincho, cerca de Cascais, donde se filmó la secuencia que abre el film, el equipo de rodaje se paseó por Estoril para mostrarnos el histórico Casino y el adyacente Palácio Hotel. Se rodaron secuencias en la región de Setúbal y, por supuesto, la ciudad de Lisboa también tuvo una importante presencia. 

Allí es donde vimos cómo Bond compra el anillo de boda para la Condesa Teresa "Tracy" Di Vicenzo (Diana Rigg). El lugar elegido fue la Joalharia Ferreira Marques, situada en la plaza de Rossio, un auténtico centro neurálgico de la capital portuguesa.

La joyería tiene una apariencia externa que refleja tradición y voluntad de pervivencia como establecimiento emblemático. Desde su privilegiada ubicación, desafía estéticamente a las modernas franquicias comerciales que la rodean. El entorno se mantiene cercano a la apariencia de 1969 y te sientes muy cercano al momento fílmico. Se trata de una localización con una capacidad evocadora ciertamente notoria.

A continuación, os muestro un momento de la secuencia y las fotografías que tomé recientemente en la ubicación. Seguir los pasos de Bond siempre acaba resultando una misión gratificante.