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11 d’agost del 2020

Dubrovnik y Juego de Tronos (Game of Thrones): introducción


La mayor joya arquitectónica y artística de la costa dálmata es, sin lugar a dudas, Dubrovnik. La llamada "perla del Adriático" o la "Atenas dálmata" es una urbe histórica que se alza en la costa occidental de la actual Croacia. Los primeros textos que hablan sobre ella se remontan al siglo VII y posteriormente aparece citada, de forma pródiga, mientras se formaba una de las grandes potencias navales de la época, conocida como la República de Ragusa.

El empuje emprendedor y comercial de sus gentes, a lo largo de los siglos, convirtió a Ragusa en una rival directa de Venecia en cuanto al control del Mar Adriático. De hecho, en su etapa de esplendor durante el siglo XVII, Ragusa llegó a superar a Venecia como potencia comercial. Sus mercantes, llamados Argosy, comerciaban en todo el Mediterráneo y la ciudad se nutría de los beneficios mientras recogía bajo su manto a grandes artistas y arquitectos que poblaban sus calles de edificios señoriales para su pujante burguesía. Bajo la protección de unas poderosas murallas, en permanente construcción y ampliación hasta el siglo XVI, Ragusa fue un centro económico de referencia y eso también le granjeó evidentes dificultades a la hora de mantener su estatus.

A lo largo de su historia, los sufridos habitantes de Ragusa superaron la invasión otomana y maniobraron para llegar a un pacto con los sultanes que les garantizó estabilidad y protección durante siglos. También debieron hacer frente a un gran incendio, en 1296, que destruyó gran parte de la ciudad. Otras de sus vicisitudes fueron la "peste negra" en 1348, un terrible terremoto en 1667 y las sucesivas ocupaciones de las tropas napoleónicas y austriacas. Sin embargo, ninguno de estas grandes contrariedades consiguió hacer perder la identidad progresista, negociadora y emprendedora de la que, con el tiempo, pasó a llamarse Dubrovnik. 

El surgimiento de la identidad nacional croata tuvo en Dubrovnik uno de sus epicentros. No obstante, el siglo XX fue enormemente convulso para la zona de los Balcanes. Tras dos guerras mundiales en las que la región estuvo en el punto de mira y el advenimiento de un régimen comunista durante casi cuatro décadas, Dubrovnik afrontó una última gran prueba cuando su militancia pro-croata la convirtió en objetivo de bombardeos por parte de las tropas serbo-montenegrinas. A pesar de ser una ciudad desmilitarizada, sufrió las consecuencias de la caída de obuses que ocasionaron la muerte de 114 civiles y daños estructurales en su centro histórico y en las murallas. Dubrovnik fue sometida a un asedio de siete meses a partir de finales de 1991. Con el alto al fuego general decretado en 1995, se iniciaron las labores de reconstrucción bajo los auspicios de la UNESCO que había declarado al casco antiguo de Dubrovnik como patrimonio mundial en 1979.

Desde el final de la guerra de los Balcanes, la ciudad ha recuperado su interés turístico y se ha configurado como un destino cultural y vacacional de primer orden. Su alto valor artístico y patrimonial convierten la visita "intramuros" en un viaje apasionante al pasado de una de las grandes potencias marítimas de la historia europea.   

Como complemento y refuerzo de la actividad económica y turística de la ciudad, las autoridades han apostado por convertir a Dubrovnik en un polo de atracción para los rodajes de proyectos cinematográficos y televisivos. El encanto histórico de su casco antiguo, la gran red de alojamiento y los incentivos fiscales han conseguido que grandes equipos de rodaje hayan localizado exteriores en Dubrovnik.


El mayor éxito conseguido hasta el momento ha sido el de convencer a HBO y a los productores de su aclamada serie, Game of Thrones, para que convirtieran Dubrovnik en uno de sus enclaves de referencia. La serie basada en la saga fantástico-épica, escrita por George R. R. Martin, se ha convertido en un fenómeno mediático mundial y sus seguidores se han convertido en devotos militantes de una producción que seduce a audiencias de todo tipo. 

Durante la primera temporada, los exteriores que mostraban la capital de los Siete Reinos, Desembarco del Rey (King's Landing), se ubicaron en la isla de Malta. Sin embargo, los showrunners, David Benioff y D.B. Weiss, no acabaron de quedar satisfechos con el resultado y emplazaron a sus location scouts para que encontraran un nuevo emplazamiento que tuviera más enjundia, murallas más potentes y posibilidad de diversificación de escenarios en su entorno. El lugar que reunía todas estas condiciones era Dubrovnik y así es como, a partir de la segunda temporada, todas las secuencias exteriores de King's Landing han sido rodadas en la ciudad croata. Además, la diversidad física y paisajística ha permitido que se hayan filmado secuencias que corresponden a otros lugares del universo creado por George R.R. Martin. 

Durante cuatro temporadas, algunos de los grandes momentos de Game of Thrones se han rodado en el Stari Grad (casco antiguo) y sus murallas. También ha habido localizaciones de gran importancia en el barrio de Pile, en la cercana isla de Lokrum y en el jardín botánico de Trsteno. 

A finales de agosto, tuvimos la oportunidad de visitar "in situ" la mayor parte de estos enclaves y hemos decidido elaborar una guía de localizaciones que trata de consignar cada lugar a su momento en la serie. ¿Nos acompañaréis en este mágico viaje? Empezamos próximamente... 



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6 d’agost del 2020

Tras los pasos de Hannibal Lecter en Florencia


Florencia, una de las más importantes capitales culturales del mundo. Cuna de genios literarios y artísticos. Universalmente conocida porque, dentro de sus muros, eclosionó, con toda su magnificencia, la suprema belleza del Renacimiento.

Una ciudad impregnada por el legado de maestros como Dante Alighieri, Giovanni Bocaccio, Cimabue, Giotto di Bondone, Lorenzo Ghiberti, Filippo Brunelleschi, Donatello, Leonardo da Vinci, y el inconmensurable Michelangelo Buonarroti. Pasear por su centro histórico supone un enamoramiento constante puesto que resulta inevitable verse imbuido por su vasta cultura.

La Florencia, expandida por el mecenazgo de los Medici, se ha convertido en un destino imprescindible para los amantes de las artes y la UNESCO reconoció su enorme contribución al declarar el centro histórico como patrimonio de la humanidad en 1982. Los turistas inundan sus calles y sus plazas pero uno nunca se siente agobiado por ello porque la ciudad sigue inspirando calma y reflexión. Y siempre te sorprende con algún rincón mágico desde el que puedes disfrutar de su encantador ambiente.

No es de extrañar que la ciudad pudiera convertirse en el destino ideal para el doctor Hannibal Lecter. Diez años después de la masacre en Memphis y su posterior fuga, ha recalado en el lugar que tanto contemplaba a través de los dibujos que él mismo realizaba en la celda de Baltimore. Amante del buen gusto y de la elegancia en todas sus formas, Lecter halla en Florencia la respuesta a su incesante inquietud cultural.

Habiendo sido incluso desplazado de la lista de los más buscados por el FBI, el que ahora vive bajo la falsa identidad del doctor Fell, disfruta de una existencia plácida que se ve complementada por su voluntad de convertirse en el conservador titular de la Biblioteca Capponi, tras la misteriosa desaparición de su predecesor.

Los acontecimientos están a punto de dar un giro completo aunque el buen doctor siempre dispondrá de recursos para seguir adelante. En su interior el fuego se mantiene vivo y la vida tranquila también empieza hastiarle. Desea salir de su letargo, volver a la acción, y pronto una influyente víctima suya se encargará de hacerle saltar al escenario en que tan bien se desenvuelve.

En mayo de 2000, el equipo de rodaje de Hannibal, la esperada secuela de El Silencio de los Corderos (The Silence of the Lambs, 1991), se desplazó a la ciudad toscana para rodar las escenas de la parte central del film. Ridley Scott quedó obnubilado por la magnificencia de los escenarios y sacó gran partido de ellos convirtiendo el segmento florentino en el más interesante y brillante de la película.

En la Piazza della Signoria, inusitadamente vacía, el comisario Rinaldo Pazzi (Giancarlo Giannini) pierde algo de tiempo fumando para llegar al final de una reunión que se está celebrando en el Salone dei Cinquecento del Palazzo Vecchio. En dicho encuentro, los responsables culturales de la ciudad debaten sobre la conveniencia de ofrecer el puesto definitivo de conservador de la Biblioteca Capponi al doctor Fell, un extranjero que no hace mucho tiempo que ha llegado a la ciudad. En su camino hacia el palacio, Pazzi camina cerca de la imponente Loggia dei Lanzi pasando también por el lujoso vestíbulo hasta llegar al salón. 

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Posteriormente, vemos como el doctor Lecter (Anthony Hopkins) escribe una emotiva carta a Clarice Starling tras descubrir que ha caído en desgracia dentro del FBI y que la búsqueda se ha reactivado. Dejará la carta en un buzón situado al final del paseo de los Uffizi, permitiendo ver desde allí el torreón del Palazzo Vecchio

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El Palazzo y la Biblioteca Capponi, donde vive y trabaja Hannibal en el film, está en realidad al otro lado del rio Arno (en el Oltrarno). Pero, como bien sabemos, el cine reubica las localizaciones en función de los permisos obtenidos y la facilidad para rodar. En este caso, cuando Pazzi se dirige a la Biblioteca para recoger las pertenencias del signore di Bonaventura, el antiguo conservador, vemos claramente como sube las escaleras del Spedale degli Innocenti, un antiguo orfanato que está considerado como el primer trabajo renacentista de Filippo Brunelleschi

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Decidido a cobrar la poderosa recompensa que ofrece el millonario Mason Verger (Gary Oldman) por la captura de Hannibal, el commendatore Pazzi compra un brazalete plateado en uno de los lugares más característicos de la ciudad, el Ponte Vecchio. Ante el busto del famoso orfebre florentino, Benvenuto Cellini, parece reflexionar acerca de su arriesgado plan. El Ponte Vecchio volverá a aparecer, más adelante, cuando el comisario se reúne con los hombres de Verger en la ribera del Arno.


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Utilizando al ladronzuelo Gnocco (Enrico Lo Verso) para que consiga las huellas dactilares de Lecter, Pazzi les sigue a distancia hasta la Loggia dei Mercato Nuovo donde se alza la fuente del gran jabalí, una referencia evidente hacia lo que Verger tiene preparado para Hannibal. Tras la herida mortal que sufre Gnocco a manos de Lecter, Pazzi se limpia las manos de sangre en la fuente.

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Allegra (Francesca Neri), la esposa de Pazzi, es una gran aficionada a la ópera y ambos acudirán a un evento en el claustro mayor de la Basílica de la Santa Croce. Hans Zimmer y Patrick Cassidy musicaron un soneto de Dante Alighieri, llamado la "Vita Nuova", para ilustrar la escena operística. Una partitura que volverá a escucharse en momentos posteriores de la cinta. En dicha escena, la orquesta se situó en el corredor de columnas de la cara norte mientras que el escenario fue colocado justo delante de la Cappella de Pazzi, obra también de Brunelleschi. Los Pazzi son muy importantes en la historia de Florencia...

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El día en que el buen doctor ofrecerá una conferencia para conseguir el puesto definitivo de conservador, Pazzi tiene previsto capturarle junto a los hombres que ha enviado Mason Verger. La charla versa sobre la relación que se establece entre Dante y uno de los personajes históricos que él menciona en la Divina Comedia: Pietro della Vigna. Tras el estruendoso éxito que consigue Lecter con su exposición, Pazzi pone en marcha el dispositivo ignorando que Hannibal ya tiene sus propios planes. 

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La conferencia tiene lugar en el interior del Palazzo Vecchio y las tomas nocturnas de la plaza y alrededores muestran la gran belleza del enclave. En el Salón dei Cinquecento, uno de los esbirros sardos que tratan de capturar a Lecter tiene un desagradable encuentro con él. Pero antes, el caníbal ha dado buena cuenta del commendatore al lanzarlo desde el balcón principal del Palazzo para que quede ahorcado y con los intestinos desparramados por el suelo. Este momento culminante que finaliza con un irónico saludo de Hannibal a la cámara de seguridad, se complementa con las primeras palabras que intercambia con Clarice Starling (Julianne Moore) en diez años. Pronto volverá a Estados Unidos con una doble misión pero eso será otra historia...

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21 de juliol del 2020

Hollywood Heritage Museum

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Hollywood en los años 20

Las sorpresas en los viajes siempre se guardan en un lugar especial de la memoria. Sirven para nutrir el anecdotario que irás explicando, a las personas más cercanas, tras tu llegada.

Pero lo que voy a relatar a continuación llegó a un grado de trascendencia aún más relevante. Puedo definir la experiencia que viví en el Hollywood Heritage Museum con las siguientes palabras: asombro y emotividad.

Tras desayunar, como de costumbre, en el Hollywood & Highland Center (adjunto al Dolby Theatre), me dispuse a visitar uno de los lugares que, por falta de tiempo, me habían quedado pendientes en mi viaje anterior a Los Angeles. Sabía que iba a un enclave donde conocería la historia de los orígenes del cine pero nunca pensé que fuera a venir acompañado de la vivencia que estaba a punto de ocurrirme.

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El Hollywood Heritage Museum se ubica en el histórico Lasky-De Mille Barn, popularmente conocido como "The Hollywood's First Major Picture Film Company". Este granero fue construido en 1895 para formar parte de uno de los ranchos que poblaban el actual Hollywood a finales del siglo XIX e inicios del XX. Vendido en 1904, fue cambiando de manos hasta su adquisición, en 1913, por parte de la Burns & Revier Studio and Laboratory quien, a su vez, la acabó alquilando a una compañía neoyorkina recién llegada a la región cuyo nombre era Jesse L. Lasky Film Company. Lasky era un productor en ciernes que había conseguido el dinero para empezar gracias a su cuñado, Samuel Goldfish (más tarde conocido como Samuel Goldwyn). Para llevar las riendas creativas, contrató a un joven actor y director teatral de la Gran Manzana que soñaba con establecerse en el lugar donde el negocio del cine estaba floreciendo. El nombre de ese loco visionario era Cecil B. De Mille.

Convertido el granero en oficina y set de rodaje, De Mille se dispuso a dirigir el que fue el primer largometraje rodado íntegramente en la zona de Hollywood. Se trataba del western, The Squaw Man (1914), que significó el inicio de una carrera memorable iniciada desde la más admirable humildad. 



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Cecil B. De Mille, Mary Pickford, Douglas Fairbanks, y Jesse Lasky, ante la puerta principal del barn. 1918.

Situado en la esquina de Selma y Vine Street (cuando Hollywood era un conjunto de ranchos aislados y pequeños estudios de filmación), De Mille siguió trabajando y creando películas en esta ubicación hasta que, con la alianza entre Jesse Lasky y Adolph Zukor, se empezó a consolidar un futuro gigante: Paramount Pictures. En 1926, el granero fue reubicado dentro del backlot del estudio, y allí permaneció durante cincuenta y tres años.


El origen de Paramount Pictures fue la unión entre Famous Players y Lasky Company: de izquierda a derecha,   Jesse Lasky, Adolph Zukor, Samuel Goldwyn, Cecil B. De Mille y Albert Kaufman, en 1916.


La eclosión de Paramount estuvo íntimamente ligada al ascenso de Cecil B. De Mille. Ambos se retroalimentaron y el director llegó a convertirse en uno de los mejores realizadores de la historia. Forjó su fama por ser capaz de levantar proyectos colosales otorgándole al cine una dimensión épica tanto en la época muda como en la sonora. Su huella es imborrable. Pero esa historia no es el objeto de este artículo.

En el Lasky-De Mille Barn conoces sus inicios, su voluntad de convertir en película la novela The Squaw Man, y su asociación con futuros magnates del cine hasta convertirse él mismo en uno de los directores-productores más influyentes del negocio.

En 1956, el granero fue homenajeado en los estudios Paramount y se le catalogó como California State Historic Landmark, por su importancia en los inicios de la industria cinematográfica. El propio De Mille presidió la ceremonia junto a los que fueron sus socios de la época (Lasky, Zukor, Goldwyn). Hasta ese momento la instalación había tenido múltiples usos: fue biblioteca, gimnasio del estudio, y salón de conferencias. También se utilizó de exterior para rodar algunas escenas en westerns utilizándola como estación de ferrocarril. Su nueva catalogación preservó la integridad aunque De Mille (fallecido en 1959) no pudo defender la instalación ante el persistente olvido de los tiempos.


De izquierda a derecha: Samuel Goldwyn, Jesse Lasky, Cecil B. De Mille, Adolph Zukor, Leo Carrillo y Frank Freeman en 1956 


En 1979, Paramount decidió trasladar la instalación fuera del backlot yendo a parar finalmente al párking del club Hollywood Palace. Allí el granero fue encapsulado y apartado de la circulación hasta que en 1983, la organización Hollywood Heritage, que promueve y defiende la conservación de los enclaves emblemáticos de la meca del cine, adquirió el granero trasladándolo a una zona del párking sur del Hollywood Bowl, en Highland Avenue. Esta encomiable entidad realizó un importante trabajo de restauración con vistas a convertir el barn en su nuevo museo de historia del cine. Poseedores de un gran  patrimonio cinéfilo, el museo abrió en 1985 y, desde entonces, conserva y difunde la herencia del Hollywood clásico a través de grandes colecciones de fotografías, carteles, equipos técnicos, props, documentos históricos, y un completísimo archivo de momentos cumbre del cine mudo. Estando allí tomas contacto con el glamour de la fábrica de sueños a través de todo lo que te rodea y de lo que puedes llegar a admirar.

En mi caso, recuerdo estar en el porche exterior y dirigirme hacia la puerta de acceso donde ví a dos ancianos (hombre y mujer) que parecían estar al cargo del museo. Al ser el primer visitante del día y mientras no venía nadie más, el responsable del museo, un venerable anciano llamado Bill Brenner, se dedicó a explicarme, con gran detalle, la historia de los inicios de la producción cinematográfica en el barn. También me enseñó el primer despacho de Cecil B. De Mille, mostrándome con detalle cada una de las históricas pertenencias del legendario director: sus clásicas botas de jinete, el ejemplar enormemente valioso de The Squaw Man, las maletas donde guardaba el equipo técnico de filmación,  y su famoso escritorio de trabajo.

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Me sentí un privilegiado por poder disfrutar de todas estas explicaciones que no se suelen dar en los museos y tampoco en éste. Tuve suerte de ser el primero en llegar ese día y caerle bien al hombre tras decirle que era un "movie lover" y que me interesaba especialmente la historia de los orígenes del cine en Los Angeles. Descubrí que Bill había nacido y se había criado en los momentos de eclosión de la industria. Y, además, también había sido un producto del instituto de las estrellas, el Hollywood High School. Comentaba su añoranza de aquél Hollywood brillante, con espacios por todas partes, y libre de la lacra que, según él, ha supuesto la progresiva expansión de restaurantes, tiendas de oportunidades, y negocios diversos de poca trascendencia.



Pero eso no fue todo porque tras dar la vuelta por el museo y haber admirado la impresionante colección, llegué de nuevo a la recepción y Bill me presentó a la señora que le acompañaba. Se trataba de una mujer  elegante que, pese a su avanzada edad, destilaba un aura especial. Esta sensación hallaba respuesta al conocer de quien se trataba. Su nombre es Diana Serra Cary, aunque los historiadores del cine la reconocerán por el nombre que la caracterizó en sus inicios y que la ha perseguido desde entonces: Baby Peggy.

Baby Peggy es una de las tres grandes estrellas infantiles que surgieron en el cine mudo. Baby Marie (1911-2010), Jackie Coogan (1914-1984), y Baby Peggy (n. 1918) iluminaron la pantalla durante los años 20 y emocionaron a millones de personas a lo largo de sus cortas pero intensas carreras.


Peggy-Jean Montgomery empezó a trabajar en el cine a la precoz edad de tres años, en 1921. Y hasta 1925 participó en casi 200 cortometrajes cómicos para Century Sudios y Universal Pictures. Pero esta precocidad y esta explotación laboral tuvieron consecuencias para ella. Su padre y representante acabó teniendo un desacuerdo con el productor Sol Lesser que derivó en la cancelación abrupta de su contrato. A partir de entonces, la niña fue puesta en la lista negra, por las malas prácticas profesionales de su padre, y de repente experimentó la caída y la pobreza antes de tiempo.

Continuó su carrera trabajando en vaudevilles y obras de teatro funestas que complicaron la relación que tenía con sus padres, quienes querían seguir aprovechando mordazmente lo que quedara de su fama en el cine. Tras emanciparse de forma precipitada, viajó por el país, se casó dos veces y fundó una familia. Con el paso del tiempo, Peggy-Jean se cambió el nombre por el de Diana Serra Cary (escogiendo Serra por el gran evangelizador de California, Fray Junípero, y siendo Cary el apellido de su segundo marido), se convirtió en escritora y ha pasado el resto de su vida intentando apartarse de la sombra de Baby Peggy y de los terribles recuerdos que le sobrevienen cada vez que piensa en los sacrificios que tuvo que afrontar a tan temprana edad. Ha abanderado la lucha por evitar el abuso laboral en los niños actores al mismo tiempo que continuaba su trayectoria como escritora e historiadora de la época del cine mudo.

Para mí, fue sin duda un enorme privilegio compartir un tiempo con estas maravillosas personas y escuchar sus vivencias y anécdotas. Su lucidez me sorprendió muy gratamente y la capacidad para recordar anécdotas no tenía fin. Diana incluso me contó, al saber que yo vivo en Barcelona, que allí se había encontrado una de sus películas, dentro de un archivo privado. Considero que esta experiencia contribuyó enormemente a que mi inmersión en la historia de Hollywood, que era el motivo fundamental de mi viaje, se lograra con mayor rotundidad. Nunca olvidaré esa mañana en el Hollywood Heritage Museum.

17 de setembre del 2018

Sintra y el misterio de La Novena Puerta


A unos veinticinco kilómetros de Lisboa, dirección oeste, se emplaza un lugar que destila magia y encanto desde el momento en que llegas a sus proximidades. Se trata de la bella localidad de Sintra. Está situada a las puertas de un enorme parque natural, cuyos límites llegan hasta el Océano Atlántico. 

Desde mi permanente óptica cinéfila, Sintra me pareció Brigadoon hecha realidad. Localizada en una ladera montañosa entre despeñaderos, Sintra disfruta de un clima extraordinariamente húmedo donde la abundante pluviosidad y las temperaturas frescas producen un florecimiento boscoso impresionante al que acompañan grandes manantiales de agua. 

Desde la Baja Edad Media, Sintra se convirtió en lugar de retiro de los grandes monarcas portugueses. Y, posteriormente, con el paso de los siglos, se fue poblando por familias adineradas lisboetas que decidían convertirlo en su refugio estival. La entrada de las grandes fortunas produjo la conversión de la localidad hacia lo que vemos ahora: una villa palaciega cuyas mansiones se adentran en los frondosos bosques mientras la niebla tiñe el enclave de esplendor y misticismo.

Mencionaba antes Brigadoon (1954) porque, a pesar de las obvias diferencias, existe un aura que recuerda a ella cuando la niebla empieza a bajar desde la cimas de las montañas y cubre el núcleo de Sintra Vila. Debido a la belleza del lugar, realidad y ficción se entremezclan y casi parece que la población desaparezca del panorama visual.


Entre junio y octubre de 1998, el maestro Roman Polanski rodó La Novena Puerta (The Ninth Gate, 1999). Esta adaptación de una parte de la novela "El Club Dumas", de Arturo Pérez-Reverte, contó con el apoyo de una producción internacional destinada a cubrir la diversidad de escenarios en los que transcurría el intrigante argumento.

2 de setembre del 2018

Tras la pista de Bond en Lisboa


Pocas veces se habla de Al Servicio Secreto de su Majestad (On Her Majesty's Secret Service, 1969). Su carácter atípico dentro de la saga Bond y el hecho de haber contado con un actor que debutó y se despidió del papel de 007 tras una única intervención, la convierten en una película poco conocida dentro de la franquicia y mayoritariamente denostada por gran parte de los seguidores.

No obstante, si aceptamos darle una oportunidad al film y a George Lazenby descubrimos una cinta interesante que nos revela una faceta oculta y trágica en el pasado de Bond. Esta historia de felicidad, tornada en la mayor de las desdichas, aporta mucho a la biografía del mítico agente y debería ocupar un lugar entre la memoria cinéfila de los bondianos, más allá de los prejuicios y las tentaciones de olvido. Ian Fleming decidió convertir a Bond en viudo y no podemos dejarnos llevar por la corriente vilipendiadora hacia Lazenby para aceptar que esta película, con todos sus defectos, se atrevió a entrar en un terreno difícil con todas las consecuencias. No se trata de reivindicar la cinta sino de aceptar su existencia sin estridencias ni insultos.  

La película se rodó en localizaciones inglesas y suizas pero fue en Portugal donde más se detuvo a la hora de filmar exteriores. Desde la playa de Guincho, cerca de Cascais, donde se filmó la secuencia que abre el film, el equipo de rodaje se paseó por Estoril para mostrarnos el histórico Casino y el adyacente Palácio Hotel. Se rodaron secuencias en la región de Setúbal y, por supuesto, la ciudad de Lisboa también tuvo una importante presencia. 

Allí es donde vimos cómo Bond compra el anillo de boda para la Condesa Teresa "Tracy" Di Vicenzo (Diana Rigg). El lugar elegido fue la Joalharia Ferreira Marques, situada en la plaza de Rossio, un auténtico centro neurálgico de la capital portuguesa.

La joyería tiene una apariencia externa que refleja tradición y voluntad de pervivencia como establecimiento emblemático. Desde su privilegiada ubicación, desafía estéticamente a las modernas franquicias comerciales que la rodean. El entorno se mantiene cercano a la apariencia de 1969 y te sientes muy cercano al momento fílmico. Se trata de una localización con una capacidad evocadora ciertamente notoria.

A continuación, os muestro un momento de la secuencia y las fotografías que tomé recientemente en la ubicación. Seguir los pasos de Bond siempre acaba resultando una misión gratificante.





10 de juliol del 2018

Le Grand Colbert en Cuando Menos te lo Esperas (Something's Gotta Give, 2003)


El productor discográfico Harry Sanborn (Jack Nicholson) está viviendo una auténtica crisis existencial. Habiendo sido un avezado conquistador de jovencitas, parece haber mutado en sus intereses tras sufrir un infarto agudo de miocardio. Su forzada proximidad con la madre de su última conquista parece que va hacer temblar sus más profundas convicciones amatorias.

No es de extrañar que Sanborn encuentre el interés en la brillante dramaturga Erica Barry (Diane Keaton). Durante su recuperación en la casa que ésta tiene en los Hamptons (Nueva York), Harry descubrirá que existen otros valores y cualidades que ahora aprecia con más fuerza dado que su sensibilidad y emotividad han aumentado debido al infarto.

Estamos ante el encuentro de dos magníficos intérpretes en el marco de una película especialmente escrita para ellos. El film en cuestión es Cuando Menos te lo Esperas (Something's Gotta Give, 2003). Se trata de una comedia romántica que, poco a poco, se va convirtiendo en un melodrama del que surge la problemática derivada del amor en la madurez y la escapada que deriva hacia la formación de parejas con una gran diferencia de años. En esta ocasión, se nos plantea una situación dual, puesto que ambos protagonistas han conocido o conocerán las presuntas ventajas de una relación con personas más jóvenes.

En última instancia, la guionista y directora Nancy Meyers cae en la solución fácil pero la conclusión está narrada con tanta elegancia y encanto que acaba encandilando igualmente. Dejar de lado la complejidad es algo que resulta incluso bienvenido dado el género e intenciones de la película. Destacar que el reparto se completa con grandes nombres como Frances McDormand, Keanu Reeves, Amanda Peet y Jon Favreau. Incluso tenemos una presencia breve de un icono de la televisión de los 70. Nos referimos al mismísimo Starsky, Paul Michael Glaser, quien da vida al ex-marido de Erica.

En la parte final de la película, Marin (Amanda Peet) informa a Harry que su madre ha viajado a París para celebrar su reciente éxito teatral, precisamente basado en su experiencia en los Hamptons con Sanborn. Tras haber tratado de encontrar la paz interior charlando con una buena parte de sus ex-parejas, Harry necesita ver nuevamente a Erica para cerrar su análisis interno. Así pues, se desplaza a la capital francesa, encontrando a la dramaturga en su restaurante preferido de la ciudad de las luces: Le Grand Colbert.


El restaurante Le Grand Colbert acumula una larga historia repleta de cambios y vicisitudes. Situado en el barrio del Palais Royal, próximo al Louvre, Tuileries y Vendome, el restaurante goza de una ubicación extraordinaria para seguir siendo una referencia dentro de la alta cocina francesa en la capital. A su alrededor, se encuentran grandes equipamientos culturales e históricos pero también de negocios, puesto que la bolsa parisina se encuentra a unos pocos pasos.

Pero no siempre estuvo destinado a satisfacer el apetito gastronómico del ocupante. Desde su construcción (1637) hasta 1806 fue una mansión privada que tuvo como propietarios a notables como Jean-Baptiste Colbert, Primer Ministro del Rey Luis XIV, y Phillippe d'Orléans, regente de Francia entre 1715 y 1723. A principios del siglo XIX, la mansión fue reconvertida en galería de arte y así permaneció hasta 1900, cuando formalmente fue inaugurada como restaurante.

Desde entonces, investido como uno de los referentes culinarios parisinos, Le Grand Colbert ha conquistado a toda clase de paladares. A partir de la renovación de 1985, el local ha mantenido la esencia incorporando novedades en su modelo de carta y abriéndose hacia un espectro de público cosmopolita y diverso. Ahora, es un enclave en el que convive una audiencia heterogénea, desde estrellas de la música y el cine hasta turistas y espontáneos. Su cocina sigue siendo un fiel reflejo de la tradición francesa aunque siempre con el añadido de algún toque exótico para definir el sabor Colbert.



En 2002, se rodó allí la entrañable secuencia de reencuentro entre los personajes de Diane Keaton y Jack Nicholson. Keanu Reeves también estuvo allí puesto que en el guión debía sorprender al protagonista revelando su relación con Erica. Actualmente, el espacio en el que se rodó se mantiene exactamente igual y son muchos los clientes que aprovechan la ocasión para inmortalizarse en el mismo lugar que ocuparon esos grandes astros del cine.

17 de juliol del 2017

Girona y Juego de Tronos: "The Winds of Winter"


Llegamos a la conclusión de esta serie de artículos sobre las localizaciones de Juego de Tronos en Girona. Hemos hablado profusamente sobre los enclaves que representaron Braavos y Desembarco del Rey. Sin embargo, existe una tercera ciudad que encontró cabida en el rodaje gerundense.  

Justo en el último capítulo de la sexta temporada, Samwell Tarly (John Bradley) y Gilly (Hannah Murray) llegan a la ciudad meridional de Antigua (Oldtown). Sam va a estudiar en la Ciudadela para convertirse en maestre y prestar servicios en el Castillo Negro. No obstante, deberá invertir varios años y asegurar el bienestar de Gilly y su hijo durante ese tiempo.

Cuando llegan a las cercanías de Antigua observan como, desde la torre de la Ciudadela, se han liberado cientos de cuervos blancos para que extiendan la noticia de la llegada del invierno a todo Poniente. Ya en el gran templo del conocimiento, Sam se dirige hacia el engreído maestre que guarda el acceso. Tras comunicar que el Castillo Negro ha quedado sin maestre después de la muerte de Aemon Targaryen (Peter Vaughan), Sam queda bajo la potestad del archimaestre. Mientras espera a la suprema autoridad, puede visitar la descomunal biblioteca aunque Gilly y su bebé deberán permanecer fuera de esas paredes.


La nave central de la Abadia Monestir de Sant Pere de Galligants fue el lugar escogido para rodar la secuencia interior. Esta abadía benedictina es una joya románica del siglo XII. El ábside central, iluminado de forma tenue, sirvió a la producción para situar la mesa del maestre y el conjunto dio enjundia a una escena que se complementó con la recreación digital de la gran biblioteca. 

Sant Pere de Galligants es la sede, en Girona, del Museu d'Arqueologia de Catalunya y está considerada bien cultural de interés nacional por la Generalitat. Se encuentra en la parte norte del Barri Vell, al otro lado de la Plaça dels Jurats.