29 d’abril del 2014

Anunciado oficialmente el reparto de la nueva Star Wars!


En un escueto párrafo, Lucasfilm y Disney han anunciado la composición del reparto para la nueva Star Wars Episode VII:

"Actors John Boyega, Daisy Ridley, Adam Driver, Oscar Isaac, Andy Serkis, Domhnall Gleeson, and Max von Sydow will join the original stars of the saga, Harrison Ford, Carrie Fisher, Mark Hamill, Anthony Daniels, Peter Mayhew, and Kenny Baker in the new film."


JJ Abrams ha añadido lo siguiente:

“We are so excited to finally share the cast of Star Wars: Episode VII. It is both thrilling and surreal to watch the beloved original cast and these brilliant new performers come together to bring this world to life, once again. We start shooting in a couple of weeks, and everyone is doing their best to make the fans proud.”

Se preveía un gran anuncio durante estos días relacionado con el proyecto más esperado de 2015. Y ha llegado, de forma breve, pero contundente. Un nuevo plantel (en su mayoría jóvenes) se incorpora a la saga pero el nexo de unión lo mantendrá el trío clásico junto a Peter Mayhew (Chewbacca), Anthony Daniels (C-3PO) y Kenny Baker (R2-D2). 

Habrá tiempo para seguir analizando más elementos de esta esperadísima producción. El rodaje empieza en un par de semanas y algunos detalles más se conocerán. Aunque conociendo a JJ Abrams, seguro que ya habrá preparad un dispositivo para evitar que las filtraciones emerjan en demasía.

Ver la siguiente foto ya transmite una magnífica esperanza de ilusión y, esta vez sí, de un trabajo que consiga entusiasmar a la mayor parte del público. Destacar también el fichaje de Oscar Isaac, uno de los mejores actores de la nueva generación y garantía de talento en todos sus trabajos. Max Von Sydow aportará su conocida presencia en pantalla y seguro que tendrá a su cargo un papel que no pasará desapercibido. Y Andy Serkis... ¿en qué personaje de creación digital habrán pensado Abrams y Lawrence Kasdan?

Movieweb se ha atrevido a lanzar ya algunas hipótesis sobre los personajes que podrían interpretar cada uno de los nuevos miembros del reparto: Star Wars Episode VII, cast and character breakdown

Quién pudiera echar mano a uno de esos guiones...

28 d’abril del 2014

El Ford Gran Torino de Starsky & Hutch


Las series de televisión, a lo largo de su historia que cubre ya más de seis décadas, han colaborado, de forma importante, en la inmortalización y mitificación de varios modelos de automóviles. Ya repasamos anteriormente lo que supuso el Dodge Charger en Los Duques de Hazard. En esta ocasión, nos centraremos en otros dos coches que forman parte del imaginario colectivo de una generación a la que pertenezco. Se trata del Ford Gran Torino de Starsky & Hutch y el Ferrari 308 de Magnum P.I. Este artículo dual empieza con los impetuosos policías de la costa de California...

En 1975, la ABC lanzó una nueva serie centrada en las andanzas de dos detectives del departamento de policía de la ficticia Bay City (California). David Starsky (Paul Michael Glaser) y Ken "Hutch" Hutchinson (David Soul) formaron una pareja televisiva que entretuvo a la audiencia durante más de noventa episodios repartidos en cuatro años. El contraste entre sus personajes y las diferentes maneras en que ambos actores abordaban sus interpretaciones deparó uno de los shows más recordados de la década de los 70. Aunque, como siempre ocurre en estos casos, el paso del tiempo ha sido implacable con estas teleseries producidas al amparo del estilo disco desenfadado y profundamente característico de su época.

La serie fue dirigiendo cada vez más su horizonte hacia la comedia pero el atractivo físico y carisma de sus protagonistas mantuvo el éxito aun cuando las tramas más violentas fueron dando paso al colegueo casi paródico que también recogió la infame película protagonizada por Ben Stiller y Owen Wilson en 2004. Este rumbo que fue tomando una serie en la que colaboró como guionista un joven llamado Michael Mann, determinó que incluso el tema musical compuesto por Lalo Schifrin se sustituyera en la segunda temporada por considerarse demasiado duro y oscuro. Una nueva pieza musical, compuesta por Tom Scott, tomó el relevo y coincidió mucho más con la propuesta.


Pero si hay algo que la gente piensa cuando se cita el nombre de Starsky & Hutch, es el coche rojo con el vector blanco que lo cruza. Es algo instintivo, automático. Así funciona el poder de la imagen televisiva. Pocos se acuerdan de los disparates del confidente de los protagonistas, "Huggy" Bear, ni del carácter irascible del Capitán Dobey. Pero toda persona que haya visto la serie, a través de las múltiples reposiciones, tiene grabado a fuego ese maravilloso coche. 

A pesar de que inicialmente estaba previsto usar un Chevrolet Camaro, la compañía Ford se impuso cuando Aaron Spelling y Leonard Goldberg asumieron el rol de productores de la serie. Y fue el coordinador de transportes de estos dos titanes de la época, George Grenier, quien tuvo la idea de las rayas blancas a ambos lados del automóvil. En ese mismo instante, acababan de crear un icono individualizado, un referente que triunfaría como merchandising oficial. 

El modelo elegido fue el Ford Gran Torino 351 Windsor de 1975. Incorporaba un motor V8 de 460 pulgadas cúbicas. La matrícula que se le colocó fue la 537 ONN. En la segunda temporada se cambió por un modelo de 1976 que ya se mantuvo hasta el final. Durante el rodaje se utilizaban siempre dos modelos: uno para las escenas de calle y otro que incorporaba una cámara en la parte delantera para grabar a los protagonistas, de forma directa, en las clásicas persecuciones por la ciudad. Tal fue el éxito del coche entre el público que la Ford decidió sacar a la venta una edición limitada de 1000 unidades del Gran Torino, tuneado prácticamente igual al que aparecía en pantalla.


En 1979, la constante bajada de la audiencia y el deseo continuado de Paul Michael Glaser de abandonar la serie determinaron la cancelación de la misma. Pero ese coche rojo, con la estela blanca, quedó grabado en la historia de la televisión. Actualmente, los dos Gran Torinos utilizados en la serie son propiedad de coleccionistas privados en Ohio y New Jersey

Por último, recordar que Hutch utilizaba también su propio coche en numerosas ocasiones. Se trataba de un Ford Galaxie 500 de 1973. Carecía de glamour y era bastante vetusto pero tenía una autenticidad que Hutch se encargaba de recordar cuando se refería al Gran Torino de Starsky como al "tomate con rayas".

26 d’abril del 2014

The Walking Dead: TERMINUS



Rick: "Se sentirán muy estúpidos cuando se den cuenta…" 
Abraham: "¿cuenta de qué?"
Rick: "de que no saben con quién se han metido”


Rick pronuncia estas contundentes palabras al final de la cuarta temporada, dejando en el aire una continuación que promete muchas sorpresas.

En esta última tanda de episodios, nuestro grupo más sufrido de la televisión llega a Terminus, un enclave que dicen los que lo gestionan y anuncian a través de ondas cortas de radio que es seguro y que todo el que llegue a él estará a salvo de la devastación exterior, amparando y dando cobijo a todo aquel que lo necesite.

Pero, una vez se llega, vemos cómo el nombre es más que significativo: Terminus o término de toda esperanza de solidaridad entre humanos de distintos grupos. En este punto tan interesante nos han dejado los creadores de la serie… ¿qué nos encontraremos en Terminus? Ya hemos visto que están prisioneros en un vagón pero el por qué no se verá hasta la siguiente temporada.

Debo admitir que cada vez soy más adicta a esta serie, por no decir ya del cómic en el que se basa. Transmite situaciones que ponen en duda lo que creemos de nosotros mismos y de nuestros vecinos. Y, cada vez más, muestra una radiografía más completa del instinto del ser humano y de sus reacciones cuando se ve en un medio hostil.


Todos los personajes han evolucionado y, cada uno de ellos, nos transporta a una historia diferente de superación personal que, unidas las de todos, nos da como resultado una visión triste pero a la vez esperanzada sobre el destino que les está reservado. Porque, no nos olvidemos, ningún personaje es intocable…

Por fin se han vuelto a reunir la mayor parte de los protagonistas después de caminos muy distintos que los han llevado a confluir en Terminus, el falso Edén.

Personalmente, y siguiendo su evolución en formato papel, Rick Grimes (Andrew Lincoln) es uno de los que mejor representa el tiempo transcurrido desde el inicio de la hecatombe zombie. Todo en él, para mí, es digno de admiración, aun cuando ya quede poco de su apariencia conciliadora del principio. Es un líder que no ha pedido serlo y ha perdido a su mujer y a su supuesta hija recién nacida. Se ha transformado en un animal ávido de sangre al defender a su hijo de un grupo de forajidos que intentan violarlo después de capturarlos. ¿Quién puede juzgarle al abrir la yugular al jefe de ellos con sus propios dientes para poder rescatar a Carl? ¿Quién no haría lo impensable un segundo atrás si viera que un hijo suyo está a punto de ser atacado? Es instinto animal, irracional y racional al mismo tiempo, porque defiendes sabiendo que estás atacando pero por el bien del más indefenso así que… ¿quién puede juzgarlo?

Impactante el capítulo en que Carol (Melissa McBride) se ve obligada a matar a la pequeña Lizzie cuando ella y Tyreese descubren que ha asesinado a su hermana pequeña, Mika, para hacer que se convierta, intentando convencerles de que es natural dicho cambio y que también tiene pensado hacérselo a Judith, la bebé de Rick a la que él y Carl creen muerta en el asalto a la prisión a manos del Gobernador. No quieren matar niños pero Lizzie tiene unos instintos psicópatas en su interior que esta hecatombe solo ha hecho que surjan fuera antes de lo previsto y no pueden permitir que ponga en peligro a nadie más. Fue un capítulo muy emotivo, hasta hermoso dentro de su tristeza. Carol y Tyreese no solo lloran la muerte de Mika sino también la decisión que toman al darse cuenta de que Lizzie jamás podrá estar con nadie más porque su instinto asesino y hasta demencial pondrá en peligro a todo aquel que esté cerca. “No puede Tyreese –dice Carol con lágrimas en los ojos-, no puede estar con nadie más, tendrá que estar siempre sola”. Ahí es cuando, sin palabras, llegan a la difícil resolución de tener que sacrificarla por el bien de los demás.


La escena en que Carol le pide a la niña que mire las flores cuando se la lleva a un rincón del jardín de la casa que han ocupado para dispararle sin que se dé cuenta, es desgarradora y muy delicada a la vez. Solo se intuye su muerte al oir el disparo, nada más. Y las lágrimas en los ojos de Carol son un bello reflejo de la coherencia que la ha dominado por el bien de todos en vez del sentimentalismo que los hubiera sentenciado tarde o temprano.

En cuanto a Maggie (Lauren Cohan) y Glenn (Steven Yeun), su tan ansiado reencuentro es otro de los momentos más emotivos de esta cuarta temporada, cuando se vuelven a encontrar dentro del túnel que los lleva a Terminus. Es de esos momentos que, cuando los ves, te hacen poner hasta contento. Y que lo aprovechen porque aquello de que “fueron felices y comieron perdices” no va a ir con ellos en absoluto si hacemos caso del cómic… pero hasta ahí puedo contar.

Daryl (Norman Reedus), Michonne (Danai Gurira), Tyreese (Chad Coleman), Beth (Emily Kinney), Sasha, Bob, Tara… todos ellos, aun cuando algunos sean secundarios, hacen de sus historias un elemento imprescindible para el desarrollo de todo el argumento. Han evolucionado también y cada vez les estamos cogiendo mayor aprecio pero, como Kirkman dijo y nunca me canso de repetirlo, nadie es intocable así que es más que seguro que sintamos la muerte de más de uno de ellos. En un mundo real esto sucedería sin duda. ¿Son crueles sus creadores al hacernos encariñar con ellos? No, más bien listos, muy listos. Porque cuanto más identificados estemos con ellos más tiempo seguiremos las aventuras de los “Walking Dead”.

Muchas historias ya van encontrando respuesta al final de esta tanda de episodios: qué le pasó al hijo de Michonne y por qué llevaba a modo de amuleto a su novio y a su hermano una vez convertidos; qué sucedió realmente en la huida de la prisión después del ataque; por qué algunos murieron y otros llegaron a escapar; por qué se disgregaron los supervivientes; por qué todos buscan Terminus y siguen la vía del tren…

Poco a poco, los guionistas van desgranando con pequeñas pinceladas muchas respuestas que el espectador necesitaba saber para hacer de lo que veía una historia creíble. Pero aún quedan otras muchas que se irán desarrollando próximamente. En el cómic, salvando las diferencias, más o menos los hechos también se van desarrollando de esta manera casi siempre: con pequeños flashbacks vamos conociendo, a través de sus páginas, qué sucedió con algunos de ellos en situaciones anteriores que los han llevado al punto en que los encontramos ahora.

Como el flashback de Hershel (Scott Wilson) a través de los recuerdos de Rick en el último episodio. Hershel ha sido uno de los personajes más queridos de la serie y fue una tremenda pérdida para el grupo ya que representaba la madurez, la experiencia como anciano en cuanto a moralidad y valores, el raciocinio y la honestidad. Qué nostalgia al verle otra vez después del capítulo en que muere degollado a manos del terrible Gobernador (David Morrissey). Su cabeza transformada, tal como vimos al inicio de esta temporada, fue otro de los momentos más álgidos. Sus palabras en un momento en que todo parecía iniciar un camino de normalidad y transición civilizada en la prisión, suponen un efecto dramático de gran calado cuando comprobamos que todo ello se ha desvanecido ante la crueldad que imperará para siempre en este mundo post-apocalíptico.

Por cierto, ¿dónde está Beth? Su rapto no está tan claro como Daryl cree… ignoro qué será de ella ya que, estos dos últimos personajes, no existen en el cómic.

Otros tres nuevos se han sumado con mucha fuerza: Abraham Ford (Michael Cudlitz), Rosita Espinosa (Christian Serratos), y el científico Eugene Porter (Josh McDermitt), que dice saber qué ha ocasionado la plaga. Por consiguiente, debe ir a un enclave científico-militar en Washington DC, que se supone que sigue en activo, para decirles qué virus ha creado a los zombies y así poder combatir la epidemia. Con ellos sí se ha llevado a cabo una copia exacta de sus personajes en el cómic. Atención a Eugene… en futuros episodios será crucial.


Pero, como siempre me gusta hacer, vayamos a dos aspectos que difieren y mucho del cómic y analicemos para bien o para mal. El primero es que la historia de Terminus no existe en absoluto. Pero, intuyendo y relacionando lo que he leído con lo que he visto en este último episodio, supongo que el grupo humano caníbal que sale en el cómic se ha sustituido por el de Terminus en la serie… ya veremos. De hecho, los acontecimientos que nos hacen ver qué cómics son en los que se han basado para hacer esta cuarta temporada sitúan a nuestro grupo en Washington DC y, en la serie, aún están por llegar así que esta temporada ha sido la adaptación más libre hecha hasta el momento del cómic por parte de sus guionistas; esperemos que no se pierdan en el camino…

Y el último, y como una crítica a la censura norteamericana otra vez, debo quejarme sobre la adaptación de la muerte de Lizzie a manos de Carol. Como he explicado unas líneas arriba, y siempre y cuando no se haya leído el libro, el episodio es magistral y perfecto se mire por donde se mire (¿a quién no le ha impactado ver jugando al pilla-pilla a la niña con una muerta como si fuera su mejor amiga?). Pero, al haberlo leído, una vez más reivindico el lanzarse al ruedo y mostrar el lado más oscuro de todos los personajes, incluidos los niños. ¿Es que si pasara una cosa similar los niños seguirían siendo inocentes? Rotundamente, no. Y en el cómic es el propio Carl quien ajusticia al niño que ha matado a su hermano como si de dos grupos y sus leyes se tratara: el de los niños y el de los adultos. Impacta muchísimo ver con qué crudeza es reflejada la acción que toma Carl (no olvidemos que, en el cómic, es mucho más pequeño que en la serie, a duras penas llega a los 10 años) al ser los adultos incapaces de tomar tal decisión al tratarse de un menor. Él es el único que ve claramente que, con ese niño entre ellos, todos irán muriendo antes o después y hace prevalecer la seguridad del grupo antes que sus principios sobre no querer matar (y menos, a un niño). Es un fragmento del cómic aterrador, descorazonador, pero son estos momentos tan crueles los que creo que generan unos seguidores tan fieles que ya se suman por millones. Es un cómic adulto para adultos y la serie muchas veces no lo acaba de reflejar. Creo que es un error que deberían corregir sus guionistas si desean que sus lectores también se vean identificados con la serie igual que lo están con el cómic.

¿Qué pasará en la siguiente temporada? Si siguen como en este último, y espero que sí, algún personaje importante probará aquello de que nadie es intocable para su creador, Robert Kirkman.


¿Quién será? Vayan apostando señores…

20 d’abril del 2014

Un nuevo redactor llega al Daily Planet

"In the decade of the 1930s, even the great city of Metropolis was not spared the ravages of the worldwide depression. In times of fear and confusion, the job of informing the public was the responsibility of the Daily Planet, a great metropolitan newspaper whose reputation for clarity and truth had become the symbol for hope in the city of Metropolis..."


The Daily Planet, el faro que guía al mundo con la información más veraz y contrastada, acaba siendo el lugar en que el joven Clark Kent decide emplearse para continuar integrándose en el mundo que le ha acogido. Qué mejor para estar al corriente de los acontecimientos más importantes del planeta que un periódico, con tradición, que cubre todos los acontecimientos desde la ciudad de Metropolis.

A lo largo de las numerosas adaptaciones realizadas sobre el Hombre de Acero en cine y televisión, hemos visto numerosas representaciones del mítico periódico surgido de la imaginación de Jerry Siegel & Joe Shuster. Pero fue en la renombrada versión de Richard Donner donde se sacó más partido del escenario urbano utilizando las calles de Nueva York (ciudad que claramente inspiró a los creadores del cómic para crear Metropolis). Se rodó en la urbe de los rascacielos durante cinco semanas y, curiosamente, coincidió con el apagón eléctrico que sufrió el área metropolitana entre el 13 y el 14 de julio de 1977.


Para el film se utilizó el edificio The News Building, ubicado en el 220 Este de la calle 42, en pleno midtown Manhattan. Este rascacielos, construido también durante la eclosión urbanística de la década de los 30, destaca por su estilo art déco y por el frontón modernista que lo adorna. Los arquitectos John Mead Howells y Raymond Hood (que también ideó el Rockefeller Center) fueron los autores del proyecto. Hasta 1995 albergó la sede del New York Daily News. Actualmente acoge el cuartel general de Emmis Communications aunque también se encuentran otros ocupantes como el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo (UNDP). En 1989, fue designado National Historic Landmark mientras que su hall interior fue declarado New York Historic Landmark en 1998. En el film, el cartel situado entre el frontón y las puertas giratorias de la entrada fue sustituido por el nombre del periódico. 



Ante su puerta vemos a Clark Kent llegando en taxi. También se aprovechó el hall interior, presidido por un enorme globo terráqueo de más de cuatro metros de diámetro. En esta sala, donde además hay relojes marcando la hora en distintos puntos del planeta, vemos salir a Clark (Christopher Reeve) y a Lois Lane (Margot Kidder), comentando las sensaciones del primero tras su primer día de trabajo en el Planet. Las puertas giratorias vuelven a aparecer antes de cambiar de escenario.

Más adelante, el The News Building reaparece en la famosa escena que supone la presentación de Superman ante el mundo. El helicóptero que transporta a Lois Lane sufre un accidente en el tejado del Planet y queda despeñado en la cornisa. Lois trata de agarrarse pero queda colgada ante el precipicio. Cuando finalmente cae la recoge al vuelo el mismísimo Superman.


En la escena vemos como Clark sale del edificio y divisa el fatal acontecimiento. Es entonces cuando busca un lugar donde cambiarse y realizar su primer acto heroico.


Para complementar el artículo, adjunto el vídeo realizado por el locations hunter Hervé Attia. Podéis desplazaros directamente a los fragmentos situados entre el minuto 7:05 y el 8:30 al igual que del 10:23 al 11:00. 

16 d’abril del 2014

Non-Stop (Sin escalas): acción de calidad


En 1961, el Presidente John F. Kennedy, ordenó poner en marcha el proyecto por el cual agentes federales empezaron a viajar infiltrados en los vuelos comerciales para neutralizar posibles amenazas de secuestro aéreo. Estos Air Marshal realizaron su labor con discreción durante décadas pero su contingente fue disminuyendo con el tiempo. Se calcula que el fatídico 11 de septiembre de 2001 solamente había 33 agentes en servicio y, como resultó tristemente obvio, ninguno de ellos volaba en los aviones que fueron secuestrados por los terroristas. Tras ese brutal golpe a la integridad de la seguridad nacional estadounidense, el Gobierno amplió el programa y muchos más agentes de otras agencias fueron transferidos al Federal Air Marshal Service. Se calcula que, hoy en día, hay 4000 agentes sobrevolando los cielos en aviones con salida, destino, o tránsito en Estados Unidos .

¿Cómo es entonces el día a día de estas personas? Insertados en la tripulación del avión, se dedican a cruzar el mundo una y otra vez intentando pasar desapercibidos. Si tienen que movilizarse significará que un hecho de extrema gravedad pueda estar ocurriendo en cabina. Por consiguiente, ¿cómo estas personas pueden funcionar en su vida normal teniendo un trabajo de estas características?. Esta parece ser la pregunta que se formularon los guionistas debutantes John W. Richardson y Chris Roach cuando decidieron escribir un libreto que centra el protagonismo en uno de estos posibles héroes anónimos. 

Joel Silver, uno de los productores más prolíficos en activo y especialmente considerado en el cine de acción, decidió apostar por esta historia. Y, después de ordenar una reescritura del guión a cargo de Ryan Engle, vio claro que el material era idóneo para reunirse de nuevo con Jaume Collet-Serra y Liam Neeson tras el éxito sorpresa que supuso Sin Identidad (Unknown, 2011). El buen entendimiento de este trío garantizaba una traslación en pantalla que equilibraría acción con buenas dosis de suspense e intriga. 

Y el resultado final coincide con esa apreciación inicial. Non-Stop es un valioso film de acción, liderado por la indudable credibilidad que Liam Neeson confiere a todos y cada uno de sus papeles. En esta ocasión, el thriller psicológico presidido por el resorte del "falso culpable", tan característico de Hitchcock, ha sido reformulado hacia una propuesta de intriga en la que el director catalán ha añadido las dosis necesarias de realismo, opacidad, y ritmo incesante. Creo que, en esta ocasión, el argumento incorpora influencias de la narrativa de Agatha Christie en cuanto a la lucha por descubrir quién es realmente el culpable entre el numeroso pasaje. En un espacio del que es imposible escapar y donde no se puede seguir una pista sobre el terreno, el agente Bill Marks (Liam Neeson) deberá lidiar con una situación que parece conspirar constantemente en su contra hasta que consigue revertir los hechos y, utilizando las nuevas tecnologías de comunicación, ir acechando a aquél que está extorsionando una y otra vez con amenazas de muerte que se cumplen cada veinte minutos. 


Ese devenir constante en que el posible culpable va cambiando de identidad en cuanto se descubren más pruebas, conecta directamente con los relatos clásicos de la gran dama del misterio británico. Non-Stop hace uso de ese sustrato dramático para, actualizándolo con la modernidad de nuestra época, convertir el film en un entretenimiento de calidad.

Collet-Serra, además de dominar el género y el escenario en el que debe trabajar, saca partido de las cámaras autónomas para encontrar ángulos casi imposibles desde los cuales rodar. El argumento no puede calificarse de totalmente original porque el personaje de Neeson es bastante arquetípico. Algunas situaciones del inicio nos recuerdan a varias propuestas anteriores. Pero lo que debe alabarse, además de la interpretación del actor irlandés, es que el desarrollo de esa premisa sí que incluye nuevos elementos de tensión al tratar el rol de un tipo de agentes federales que no estamos nada acostumbrados a ver en acción. Y también se agradece enormemente el tono adulto que caracteriza a la película de principio a fin. No hay salidas de tono absurdas ni humor improcedente. Todo transcurre de acuerdo a una filosofía de seriedad que aumenta poderosamente la atención y la sensación de suspense general. 

Se trata de un film de entretenimiento que realmente consigue su propósito y que no engaña a nadie en cuanto a lo que ofrece. Un ejercicio de cine de acción digno, honrado, y trepidante. Y eso hay que valorarlo puesto que no es lo habitual en los últimos años.

Neeson es la estrella absoluta de la función pero no cabe duda que la clase y elegancia de Julianne Moore encaja perfectamente en el tono de la cinta. Resulta curioso que ambos intérpretes solo hayan coincidido en el reparto de dos películas ya que tienen una química impresionante en pantalla. El resto del cast funciona perfectamente en los roles propuestos. Es interesante ver a Anson Mount (Hell on Wheels) fuera del ambiente western y también a Michelle Dockery más allá de Downton Abbey. En cuanto a Lupita Nyong'o, su presencia es bastante imperceptible. Se nota y mucho que fue contratada para esta película cuando aún no se conocía la repercusión que tendría 12 Años de Esclavitud

En conclusión, Non-Stop es una película recomendable para todo aquel que disfrute de la acción y del suspense. Sigue así Jaume!! 

15 d’abril del 2014

Grandes piezas de John Williams: El Patriota


En un rincón de Carolina del Sur, más allá del curso del río Santee, se encuentra una granja propiedad de Benjamin Martin. La tristeza por la reciente muerte de su esposa ha afectado profundamente a Ben y ahora vive entregado a la causa de sacar adelante a sus siete hijos mientras trabaja intensamente en los cultivos y prepara a sus vástagos para los rigores de una época muy convulsa.

Corre el año 1776 y, aunque Benjamin trate de ignorarlo, los acontecimientos generales van a irrumpir en sus vidas. En Philadelphia, delegados de las trece colonias americanas han apoyado la Declaración unilateral de Independencia redactada por Thomas Jefferson. El conflicto bélico con los británicos ya ha empezado en varios territorios y Carolina del Sur debate, en Asamblea General, la aprobación de una leva para reclutar hombres que se unan al nuevo ejército Continental. La abstención de Benjamin responde a su experiencia personal. Como veterano de las guerras franco-indias en las que, como soldado de la Corona Británica, tuvo que realizar toda clase de atrocidades, está decidido a hacer lo posible para evitar una nueva contienda. Opina que no se debe enviar a muchachos para librar una guerra que han decidido hombres adultos en una ciudad lejana. Ante todo es padre y eso, según su convicción más íntima, pasa por delante del valor para defender un ideal. 

Sus dos hijos mayores saben que en la habitación de su padre se encuentra un baúl que lleva muchos años cerrado. Cuando lo abren, descubren exactamente cual es el pasado que su progenitor trata de olvidar. El granjero que es ahora tuvo una vida completamente opuesta tiempo atrás. Y un hacha iroquesa, fuertemente afilada, atestigua que esa guerra no se libró siempre en campos de batalla, con líneas de frente disparándose entre sí. Hubo combates cuerpo a cuerpo en los bosques y todo tipo de crueldades. El buen padre era antaño un guerrero insaciable. Curiosamente, la mujer que le ofreció otro camino en la vida, ha fallecido. Y los hijos, que deberían darle consuelo, están más interesados en las hazañas pretéritas que en la vida diaria.

En última instancia, la neutralidad que Ben Martin deseaba enarbolar ya no será posible. Y un golpe terrible a lo que más quiere, despertará al guerrero una vez más. Ante la crueldad del enemigo hacia su familia, Benjamin responderá con más agresividad y violencia. Como suele suceder en estos casos, el mejor luchador entrará en escena cuando alguien cercano haya sufrido las más terribles consecuencias de la guerra. Y la muerte de un hijo propiciará que ese viejo baúl vuelva a abrirse.

Esta es la trama inicial de El Patriota (The Patriot, 2000), una película que a mi siempre me emociona y me conmueve. A pesar de las inexactitudes históricas que atesora el guión de Robert Rodat, el film funciona como un reflejo de lo que Estados Unidos debería ser. Es un canto a los ideales de una nación en el momento en que ésta surgía para hacer frente a la presión impositiva de los británicos. 

Cuando el film termina, después de un relato épico de altos vuelos, Benjamin (Mel Gibson) regresa a su antigua granja para iniciar la reconstrucción de la misma. En ese plano final, el director alemán Roland Emmerich, establece una metáfora visual de gran calado. La casa que debe volver a levantarse es un símil de lo que ocurrirá con la nación Americana. Tras el cese del fuego, todos deberán arrimar el hombro para construir un país que mejore el panorama anterior en todas las vertientes. Y ese proceso será largo y difícil. Otras generaciones serán las que deberán afrontar esos nuevos retos y dificultades. Los que han luchado y combatido han puesto la semilla de un árbol que deberá seguir siendo regado.

Una película tan magna, en cuanto a escala de producción, requería una banda sonora que aumentara la emocionalidad e inspirara al espectador desde un gran despliegue instrumental. John Williams resultaba la mejor elección para ese trabajo. Y, una vez más, el gran maestro consiguió crear una partitura que recorre todos los estados emocionales por los que pasan los personajes incorporando, además, piezas de gran textura épica. Las sutiles notas, interpretadas por flautas, nos conducen inevitablemente hacia una época apasionante. 

Os dejo con The Patriot suite. Los violines entran en escena para regalar a nuestros oídos una melodía arrebatadora...

13 d’abril del 2014

"Batman: Strange Days", cortometraje para el 75 aniversario de Batman



Si el año pasado se conmemoraron los 75 años de Superman, en este 2014 viviremos la misma efeméride para Batman. Warner Brothers y DC Comics han decidido seguir la estela iniciada en 2013 y han contado de nuevo con Bruce Timm para que coordinara y dirigiera un cortometraje de animación sobre el personaje. El creador de la que probablemente es la mejor serie de animación de superhéroes jamás creada, "Batman: the Animated Series", ha preparado una pieza que lleva por título "Batman: Strange Days". En ella, utiliza claras reminiscencias que evocan al cine clásico de terror de Universal y lo inserta brillantemente en el universo de Batman recuperando a uno de sus villanos más maquiavélicos: el doctor Hugo Strange.

Os dejo pues con esta pequeña aventura del caballero oscuro...


6 d’abril del 2014

Capitán América: El Soldado de Invierno


Dos años después de vencer a Loki y a sus hordas en Nueva York junto al resto de Vengadores, Steve Rogers (Chris Evans), el mejor soldado de la historia, se ha convertido en un líder operativo de SHIELD. En Washington DC continúa su adaptación a una sociedad que él ayudó a perpetuar en su momento. Pero corren tiempos difíciles y las amenazas cósmicas han dejado paso a una serie de peligros internos que disparan todas las alarmas de seguridad. La intervención preventiva se está implantando en las decisiones estratégicas de SHIELD y en el desarrollo de su poder armamentístico. La incipiente doctrina despierta el recelo de Rogers y así lo manifiesta ante Nick Furia (Samuel L. Jackson).


Pero esta política intervencionista y autoritaria, que entra en contradicción con todo lo que el Capi representa, es la antesala al surgimiento de viejos enemigos del pasado que Steve conoce bien. En la lucha que se librará, serán más importantes que nunca los valores de justicia y libertad. Y el Capitán América se encargará de defenderlos y fomentarlos allá donde se encuentre.

Con Capitán América: el Soldado de Invierno, Marvel Studios logra regresar a la esfera de calidad que tanto pareció peligrar tras el estreno de Iron Man 3. La fase II se asienta ahora sobre las mejores bases y la hoja de ruta hacia Los Vengadores: la Era de Ultrón es apasionante. Gracias a un film que transcurre en buena parte dentro de los cánones del thriller político, los hermanos Joe y Anthony Russo han creado un espectáculo de primer nivel que combina hábilmente intriga, desarrollo de personajes, y grandes dosis de acción siempre integrada en la trama argumental.


Me gustaría destacar también que las notas de humor presentes en la película son las mejores y más ajustadas de la historia de Marvel Studios. No solo divierten al público en su justa medida sino que complementan el desarrollo narrativo sin saturar. La inclusión de nuevos personajes resulta también un acierto total y el ritmo de la película no decae en ningún momento.

A partir de este momento necesito comentar más profundamente algunos aspectos de la película y sólo puedo hacerlo incorporando numerosos SPOILERS. Por consiguiente, informo a todos los lectores que se abstengan de seguir leyendo si no han visto aún la cinta. Los SPOILERS empiezan en 3, 2, 1...

4 d’abril del 2014

Secundarios de lujo: Thelma Ritter (1902-1969)


Aunque quizá no tengamos presente su nombre, todos los amantes del cine recordamos a Thelma Ritter. Esa mujer entrañable, de imagen modesta, capaz de sintonizar con la media de los espectadores por su cercanía, por su halo de realidad. Esa es la mayor virtud que puede hallarse en los intérpretes de reparto pero muy pocos de ellos han llegado a la excelencia. Walter Brennan, John McIntire, Judith Anderson, Agnes Moorehead, Ward Bond, Donald Crisp, Walter Huston, Thomas Mitchell, y Thelma Ritter son probablemente los mejores secundarios del cine clásico de Hollywood pero, en esta ocasión, centrémonos en la última de ellas.

Cuando se habla de grandes actrices secundarias de la historia, Thelma suele aparecer en los primeros puestos. Su etapa de máxima actividad coincidió con la era dorada de Hollywood y acompañó a numerosas estrellas del celuloide en películas emblemáticas entre 1947 y 1968.

Nacida en Brooklyn (Nueva York), se formó artísticamente en la American Academy of Dramatic Arts y empezó su andadura como intérprete en el teatro de repertorio y los seriales radiofónicos (algo muy característico entre los aspirantes a actores en la década de los 40). Tras criar a dos hijos fruto de su matrimonio con el publicista Joseph Moran, tuvo la oportunidad de debutar en el cine con el clásico navideño De Ilusión También se Vive (Miracle on 34th Street, 1947), protagonizado por Maureen O'Hara. Aunque su breve intervención emocionó al público, Ritter no fue acreditada en la película. Lo mismo sucedió con sus dos siguientes apariciones: Yo Creo en Ti (Call Northside 777, 1948), donde coincidió con John McIntire, y la magistral Carta a Tres Esposas (A Letter to Three Wives, 1949), dirigida por Joseph L. Mankiewicz.

Fue precisamente Mankiewicz quien le brindó la oportunidad de acceder al mundo del cine de forma plena cuando la seleccionó para el papel de la criada de Margo Channing (Bette Davis) en Eva al Desnudo (All About Eve, 1950). Por dicha interpretación, Ritter consiguió la primera de sus seis nominaciones al Oscar, un galardón que nunca obtuvo. Junto con Deborah Kerr y Glenn Close ostenta el liderato de las actrices más veces nominadas sin haber obtenido el gran premio.


Consolidada en la industria como actriz de reparto imprescindible, siguió haciendo gala de su instinto natural para la interpretación en films como The Mating Season (1951), La Modelo y la Casamentera (The Model and the Marriage Broker, 1951), Con una Canción en mi Corazón (With a Song in my Heart, 1952), Titanic (1953), Manos Peligrosas (Pickup on South Street, 1953), La Ventana Indiscreta (Rear Window, 1954), Papá Piernas Largas (Daddy Long Legs, 1955), Confidencias de Medianoche (Pillow Talk, 1959), Vidas Rebeldes (The Misfits, 1961), El Hombre de Alcatraz (Birdman of Alcatraz, 1962), y La Conquista del Oeste (How the West Was Won, 1962), entre muchas otras.

Cultivó todos los géneros siempre con excelencia y profesionalidad y se mantuvo activa hasta el final cuando un ataque al corazón acabó con su vida. Siempre la recordaremos por su particular impronta en pantalla, el contraste necesario para que el público encontrara una conexión entre tanto glamour.

Thelma dio vida a muchas mujeres aunque la Stella de Rear Window es quizá el personaje por el que la mayoría de los aficionados han llegado a conocerla. Ese acicate y apoyo constante para L.B Jefferies (James Stewart) dejó una huella absolutamente imborrable.