29 de setembre del 2012

John Williams en el Hollywood Bowl (I)



En la agenda profesional de John Williams hay una cita ineludible que se repite cada año a finales de agosto. Dicha cita no es otra que su visita al Hollywood Bowl para deleitar al público en una doble sesión de conciertos que siempre cuelga el cartel de "sold out".

Acudir a un concierto en el Hollywood Bowl es ya de por sí algo enormemente impactante. Un auditorio al aire libre, con capacidad para 18000 espectadores, resulta espectacular. Las vistas a las colinas de Hollywood y al icónico cartel de la fábrica de sueños le confiere al lugar un aire mágico, donde siempre se percibe que estás en un escenario reservado a los grandes.

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El maestro Williams lleva varios años ofreciendo uno de los momentos cumbre en la temporada musical veraniega de la ciudad. Dirigiendo a la Philharmonic Orchestra de Los Angeles, el virtuoso se las ingenia para concebir un programa de piezas musicales que, incluyendo algunas de sus composiciones más memorables, también se reserva espacio para obras menos conocidas. El repertorio incluye también homenajes cinéfilos y momentos de recuerdo a acontecimientos recientes. Cuando un compositor posee una obra tan extensa y prolífica, puede resultar incluso fácil la posibilidad de ofrecer al respetable una emoción diferente año tras año. Pero si a eso le añades la enorme sensibilidad artística que el personaje posee y su avezado sentido para generar situaciones que agraden el público, tenemos ante nosotros un evento absolutamente maravilloso.

El pasado 1 de septiembre tuve el privilegio de asistir al segundo de sus conciertos y debo decir que la experiencia fue magnífica. Escuchar "in situ" a una gran orquesta interpretando espléndidas bandas sonoras bajo la dirección de uno de los mejores compositores de la historia del cine, resulta algo increible. Y eso es algo que llega muy fácilmente al fondo del alma artística porque representa oir temas que forman parte de un imaginario colectivo, piezas míticas e imprescindibles cuyo recuerdo perdurará eternamente.

Al tratarse de un año Olímpico, Williams inició el concierto con las dos magníficas marchas que compuso para los Juegos de Los Angeles 1984 y Seúl 1988. En la gran pantalla, que colgaba del escenario del Bowl, se proyectó un video en el que se reunían grandes momentos olímpicos de la historia reciente.


Los aplausos empezaron a resonar para no abandonar el auditorio a lo largo de las dos horas de actuación. Otro de los momentos que querría resaltar especialmente es el de la entrada en el escenario de uno de los violinistas más solicitados del momento, Gil Shahan, quien asumió, de forma brillante, los "solos" en piezas como "Remembrance" de Schindler's List, El Violinista sobre el Tejado (que significó el primer Oscar en la carrera de JW), y también el célebre tango compuesto por Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, "Por una Cabeza", que podemos escuchar en una de las primeras escenas de Schindler's List. Momentos únicos e inolvidables que ilustran una gran experiencia.




En el apartado de los homenajes, cabe decir que hubo dos de gran calado. El primero de ellos fue el que aconteció tras una breve introducción en que Williams recordó uno de los mejores temas románticos jamás compuestos. Fue el que David Raksin concibió para uno de los films más emblemáticos del cine negro americano, Laura (Otto Preminger, 1944). La belleza de Gene Tierney sirvió para introducir una vasta galería de actrices icónicas de la Edad de Oro de Hollywood y también del cine más reciente. Todas ellas unidas por el siempre valorado rol de femme fatale. Cine en estado puro bajo los acordes de una melodía inmortal en la que también interviene Gil Shahan.



27 de setembre del 2012

Un día de furia en Mega City One


El cine de acción necesita nuevas aportaciones que revitalicen el género. Parece que, por fin, algunos productores y directores están comprendiendo que los espectáculos artificiosos, caracterizados por la multi-cámara rampante, capaz de bloquear los sentidos del espectador más avezado, empiezan a cansar al público.

En los últimos años, hemos visto como algunas tendencias están cambiando y películas que exploran un tipo de acción más física (al estilo de la década de los 80 y principios de los 90) vuelven a convivir con las que expresan un estilo pos-modernista y, a la postre, saturante.

Creo que Venganza (Taken, 2008) es un film que abandera esta tendencia "clasicista" en la puesta en escena  de las secuencias de acción. De alguna manera, es heredera de un estilo que Martin Campbell ha explorado en algunos de sus films, y que llegó a la cumbre con Casino Royale (2006). Sentir la violencia, la potencia de los golpes, el efecto sonoro de los disparos, dentro de una secuenciación asumible, es un placer para los aficionados al género. Algo que parecía olvidado o imposible de recuperar pero que, por suerte, está regresando. 

Dredd se inscribe perfectamente dentro de esta corriente de films de acción. Adaptando el background de un personaje creado por John Wagner y Carlos Ezquerra en 1977, el guionista y productor Alex Garland construye una versión ejemplar del juez policía, dándole la entidad que requería y alejándose de la versión camp y estilizada que caracterizó a la cinta que Sylvester Stallone protagonizó en 1995.

Bajo la dirección de un realizador joven como Pete Travis, la película encuentra su verdadero camino y es capaz de transmitirlo desde el minuto 1 con una buena introducción que nos presenta a la Tierra en un futuro distópico donde la población mundial vive hacinada en urbes colosales en las que el caos, las revueltas, y la delincuencia se dejan notar en el día a día a todos los niveles. Mega City One es una de esas brutales conurbaciones. Dentro de sus muros malviven 800 millones de habitantes y los hombres y mujeres de la Corte de Justicia son los únicos que pueden imponer el castigo en un Estado de excepción permanente (17.000 crímenes diarios). Pero sus efectivos son obviamente insuficientes ante el gran número de delitos que se producen. Sólo pueden responder a un 6% de los actos criminales. Ahora bien, ese porcentaje de actuación está caracterizado por un nivel de violencia ajustada a los tiempos que corren. La ley se aplica al momento puesto que los policías son Jueces y Jurados. Y nadie deseará tenerles delante para recibir una de sus sentencias.

La joven Cassandra Anderson (Olivia Thirlby) es una recién graduada de la Academia que posee habilidades mutantes telepáticas y un pasado turbador que parece guiar sus pasos hacia el servicio público de justicia. Pendiente de evaluación sobre el terreno al haber suspendido las pruebas previas, es asignada al Juez Dredd (Karl Urban), uno de los más duros y experimentados de la Corte de Justicia. Deberá pasar un día en las calles y será Dredd quien tendrá la última palabra sobre su admisión definitiva en el cuerpo. Lo que ocurrirá después pondrá a prueba tanto a la novata como al experto juez. Una llamada desde el edificio Peach Trees lo cambiará todo...

Con Dredd estamos ante un film de acción completo. Por un lado, reproduce fantásticamente el ambiente sucio y agreste que caracteriza a Mega City One. Las nuevas drogas de síntesis están haciendo estragos entre los bajos fondos y la visualización de los efectos de la misma es una de las pocas concesiones que Pete Travis se concede en lo que es un film de acción fundamentalmente física, con pocos elementos de infografía digital. De alguna manera, la sensación que se transmite es la de un entorno que casi se puede tocar y oler a través de la imagen en pantalla. Por otra parte, el personaje de Dredd está fenomenalmente representado y la credibilidad de un Karl Urban excelso contribuye a ofrecernos la impronta que se precisaba: la de un juez-policía extraordinariamente duro, forjado a imagen y semejanza de su brutal entorno, carente de sentimientos banales y volcado, en exclusiva, a su tarea de administrar justicia, de la forma más contundente posible. Un vigilante cuasi desconocido, al que nunca vemos sin su casco, pero que es capaz de mostrarnos su estado emocional a través de los gestos de su boca y barbilla. Esta mezcla entre lo que sería un "extreme-Batman" del futuro y Robocop, es el que, por fin, tenemos en la gran pantalla.

Además, el film se beneficia de la buena interpretación de la joven Olivia Thirlby y, especialmente, de la genial personificación de Lena Headey como Madeline Madrigal, más conocida como "Ma-Ma", una ex-prostituta despiadada que se ha convertido en la gran zarina del tráfico de drogas. Además, controla, de forma autoritaria, el bloque Peach Trees, uno de los enormes rascacielos de Mega City One, capaz de albergar en sus lúgubres apartamentos a más de un millón de personas. Madrigal distribuye en exclusiva una nueva droga sintética que hace sentir a los que la consumen una sensación de elongación del tiempo que produce unas enormes alucinaciones. El "Slo-Mo" inunda las calles y buena parte del mismo se produce dentro de los muros del Peach Trees.

En Dredd tenemos, pues, una auténtica orgía de sangre, violencia, y acción desenfrenada pero siempre manteniendo una exposición visual que no bloquea al espectador mientras sigue las vicisitudes de un juez y su aprendiz en su intento de sobrevivir al acoso de los esbirros de "Ma-Ma". Sobre un argumento obviamente simple, los responsables del film son capaces de crear un producto de entrenimiento que no ofrece concesiones ni necesita de intervenciones cómicas para rebajar la tensión. En esta cinta, todo es contundente y el resultado es tan mordaz como el efecto de las ametralladoras gatling, protagonistas de una de las escenas más visualmente poderosas de la película.

Es una lástima que la cinta no esté funcionando comercialmente fuera del circuito Británico. Este film podría ser el inicio de una interesante saga pero quedará en una anécdota si las cifras no permiten que las productoras se atrevan con un nuevo proyecto. Cabe recordar que estamos ante una película prácticamente independiente, financiada por estudios británicos y surafricanos (donde se rodó la película) y que contó con un presupuesto limitado de 45 millones de dólares, que resulta irrisorio en el contexto del cine de acción actual. Ha sido una apuesta arriesgada y necesitaría de una buena respuesta internacional para avalarla.

24 de setembre del 2012

"Los espíritus de este lugar exigen un fuerte tributo..."

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En su ansiada búsqueda de la Montaña del Poder, el templo en el que se refugian Thulsa Doom y sus seguidores, Conan viaja hacia tierras del Este. Antes de llegar a ese misterioso enclave, el Cimmerio encuentra un lugar sagrado, poblado por túmulos que simbolizan las tumbas de grandes reyes y guerreros. Los espíritus deambulan por la zona y solo un viejo hechicero parece no temerles. Conan hallará refugio y trabará amistad con el sátiro hechicero mientras templa la espada y se prepara para cabalgar hacia Thulsa Doom...

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John Milius, que ya conocía la provincia almeriense tras el rodaje de El Viento y el León (1975), encontró en el Parque Natural de Punta Entinas-Sabinar un bello lugar para ubicar buena parte de la acción en Conan el Bárbaro (1982). Situado junto a la localidad de Almerimar, dentro del término municipal de El Ejido, este enclave costero reúne montículos, dunas, arbustos de bajo porte, y una vasta extensión de playa virgen alrededor de una laguna natural. El director de Missouri aprovechó al máximo la localización ofreciéndonos algunos de los planos más sublimes del film, como aquél en el que Conan cabalga por la costa poco antes de encontrar al Hechicero.

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En Punta Entinas ubicó también la escena final de batalla donde la horda encabezada por Rexor trata de acabar infructuosamente con el guerrero Cimmerio, mientras la hija del Rey Osric afronta su destino encadenada y aún influenciada por el perverso dominio místico de Thulsa Doom.

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Ese excelso plano en el que Milius nos muestra a Subotai oteando el horizonte y divisando a los jinetes de Thulsa Doom mientras cabalgan al borde de un precipicio, también se rodó en este vasto enclave así como todas las escenas que tienen lugar en el refugio del Hechicero. Hasta allí acuden Valeria y Subotai para intentar resucitar a un Conan demolido tras su castigo en el Árbol del Infortunio. Los espíritus tratarán de llevarse su alma pero Valeria lo mantendrá en el mundo de los vivos para enfrentar juntos el asalto definitivo a la Montaña del Poder...

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He adjuntado algunas de las fotos que obtuvo mi amigo Xavi en su reciente viaje por tierras almerienses. Valen mucho la pena y nos recuerdan momentos cumbre de una película imprescindible.  

20 de setembre del 2012

Cines de Hollywood: El Capitan Theatre

 
Conocido en sus inicios como el "Hollywood's First Home of Spoken Drama", El Capitan Theatre fue construido gracias a la iniciativa, una vez más, de Sid Grauman y el promotor inmobiliario Charles E. Toberman. Junto al Egyptian y al Chinese, se convirtió en uno de las tres grandes salas que debían iluminar Hollywood Boulevard.
 
Inaugurado como teatro en 1926, los promotores buscaron la estética colonial española en su diseño exterior y, como consecuencia, también el nombre del mismo respondió a esa voluntad. La firma de arquitectos Morgan, Walls & Clements se encargó del diseño exterior mientras que Albert Lansburgh diseñó la ambientación interior inspirada en la India.
 
A diferencia del Chinese y el Egyptian, El Capitán se dedicó exlusivamente al teatro durante sus primeros años de actividad. Se representaron más de 120 obras aunque la Gran Depresión hizo estragos en la taquilla y hubo que reconducirse hacia la exhibición de películas, algo que económicamente resultaba más asequible.
 
Allí fue donde Orson Welles presentó Ciudadano Kane (1941) en una gran premiere. Poco después hubo cambio de propietarios, lo que provocó nuevas obras que cerraron la sala durante un año. Reabierto en 1942, con el nombre Hollywood Paramount Theatre, fue escenario de premieres exclusivas del estudio de Melrose Avenue hasta que las leyes antimonopolio le obligaron a ceder parte de la propiedad a otras empresas. En la década de los 80, la cadena Pacific Theatres se convirtió en el dueño mayoritario y atrajo la atención de Walt Disney Company para hacer que la sala se convirtiera en escenario de sus premieres mundiales.
 
Ante la posibilidad de tener un cine en el corazón de Hollywood, Disney invirtió 14 millones de dólares en una importante restauración de la sala y sus anexos. Se recuperó la decoración original al mismo tiempo que volvió el nombre El Capitán. La premiere de Rocketeer en 1991 fue el acontecimiento que reabrió la mítica sala al público. Desde entonces, muchas de las grandes producciones de la casa realizan sus premieres allí.
 
Su programación regular consiste en la proyección periódica de clásicos Disney. A su lado se encuentra el Disney's Soda Fountain and Studio Store (restaurante y tienda temática) y el estudio de televisión donde se graba el late night de Jimmy Kimmel, que se emite en la cadena ABC (compañía subsidiaria del conglomerado Disney).
 
Las luces de El Capitán iluminan más que nunca el corazón de Hollywood y solo hay que ver su restaurada taquilla para saber que allí el cine no solo se proyecta, también se respira.
 
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19 de setembre del 2012

Los Angeles Confidencial

"Mickey Cohen es el jefe del crimen organizado por aquí. Lleva el fraude, las drogas, y la prostitución. Mata a una docena de personas al año y el apuesto caballerito lo hace con estilo. Siempre que sale su foto en primera página es una lacra para la imagen de Los Angeles porque cómo puede existir el crimen organizado en una ciudad que tiene el mejor cuerpo de policía del mundo !!! Hay que hacer algo pero no demasiado original porque ehhhh esto es Hollywood !!! Lo que funcionó para Al Capone funcionaría para Mickey C. Pero las cosas no van bien, encerrar a Mickey ha creado un vacío y sólo es cuestión de tiempo que alguien con pelotas de acero intente llenarlo. No lo olviden mis queridos lectores... lo han leído aquí primero, confidencial, en voz baja, y muy secretito !!!"

Sid Hudgens

Con semejante inicio es casi imposible no sentirse irremediablemente atraído por la propuesta de una película que recuperó el género del cine negro de una forma brillante y mordaz. Con un diseño de producción envidiable que te hacía respirar el Los Angeles de 1953, Curtis Hanson tejió una fabulosa trama que, teniendo como base la novela de James Ellroy, consiguió sobresalir en todos y cada uno de sus aspectos.
LA Confidential es el resultado de mezclar la crónica social de una época con el devenir de una serie de personajes, opuestos entre sí, que deberán aliarse para derribar una trama de corrupción que llega hasta las más altas esferas de la ciudad.

Para conseguir que el público se integrara como testigo de excepción, era imprescindible recrear y recuperar una serie de localizaciones de la ciudad californiana que le iban a otorgar el entorno glamuroso que el film requería al estar ambientado en la era dorada del cine hollywoodiense; cuando el star-system lucía su mayor esplendor.

Tratándose de un film policial, que iba a profundizar en los entresijos de las fuerzas del orden, la presencia del ayuntamiento de la ciudad (que está presente hasta en el escudo del departamento de policía) era poco menos que obligatoria.

El magnífico edificio del City Hall fue construido en 1928, en pleno corazón del downtown angelino. Cómo olvidar esa escena final en que Ed Exley (Guy Pearce), tras ser condecorado y ascendido por ser el único poli limpio de su comisaría, acompaña a Lynn Bracken (Kim Basinger) en su camino hacia el coche en el que la espera el magullado Bud White (Russell Crowe). Juntos iniciarán una nueva vida en Arizona, lejos de la ciudad que han ayudado a salvar.


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La oficina donde Sid Hudgens (Danny De Vito) escribe y edita su gossip newspaper se sitúa bajo el globo giratorio del Crossroads of the World, en el 6671 de West Sunset Boulevard. Un centro comercial de la década de 1930, construido para parecer un transatlántico. Actualmente alberga un complejo de oficinas y ha cambiado mucho. Es un ejemplo del acierto en recreación de escenarios.

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Jack Vincennes (Kevin Spacey) parece tener su vida encarrilada como el "policía de las estrellas". Él mismo se vanagloria de haber detenido a Robert Mitchum. Pero esto no es suficiente para él. Su código de vida está regido por el dinero. Y lo busca oficiando de asesor técnico para la serie Placa de Honor, y colaborando con Hudgens para "hundir a celebridades". Pero, bajo esta apariencia frívola, se esconde una faceta casi desconocida de honorabilidad. Y eso lo va descubriendo a medida que la trama va avanzando. Acaba dando el paso definitivo hacia esa nueva dirección tras pasar por uno de sus locales favoritos: el Frolic Room. Situado en el corazón de Hollywood, junto al mítico Pantages Theatre, el Frolic fue otro de los antros preferidos por las estrellas y no puede extrañar que atraiga también al policía más glamuroso de Los Angeles.
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Pasamos de un local célebre entre las estrellas a otro que aún lo fue más. Se trata del Formosa Café, ubicado en el 7156 de Santa Monica Boulevard, muy cerca de los Warner Hollywood studios. Allí Bud White se encara con Johnny Stompanato y también es el escenario de una divertida escena en la que Ed Exley cree estar ante una imitadora de Lana Turner. El Formosa ha acogido a gran parte de las mayores estrellas de la historia de Hollywood a lo largo de varias décadas. Humphrey Bogart y Clark Gable eran clientes asiduos y siempre se dice que, en su interior, Frank Sinatra trató de ahogar las penas cuando su matrimonio con Ava Gardner se precipitaba al abismo.



La película incluye varias localizaciones importantes pero yo concluyo este dilatado artículo con la residencia del creador de Flor de Lís, un local cuyos servicios se explicitan con la siguiente frase: "lo que usted desee". Pierce Morehouse Patchett (David Strathairn) vive en una casa de diseño innovador que resulta ser la Lovell Health House, situada en el barrio residencial de Los Feliz. Esta casa de brillante diseño es un icono de la arquitectura californiana y surgió de la creatividad del prestigioso Richard Neutra, en 1929.

16 de setembre del 2012

El Observatorio Griffith en el cine

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Inaugurado en 1935, el Observatorio Griffith es uno de los grandes símbolos de la ciudad de Los Angeles.
 
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Su existencia se debe a la voluntad del Coronel Griffith J. Griffith, que donó a la ciudad 3015 acres de terreno en las montañas de Hollywood con la instrucción precisa de que debía contruirse un observatorio astronómico y un planetario. El Ayuntamiento recibió ese encargo en 1896 pero no fue hasta 1933 cuando empezaron las obras de construcción sobre el diseño del arquitecto John C. Austin.

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Situado en el corazón del llamado Griffith Park y reposando sobre un promontorio desde el que se obtiene una magnífica vista panorámica del condado de Los Angeles, el Observatorio Griffith es un gran centro de investigación astronómica y de difusión científica.


 


Para el cine, también ha sido un enclave de especial interés. Entre las numerosas presencias en la gran pantalla, hay dos que destacan por su especial significación. En primer lugar podríamos hablar del clásico de James Dean, Rebelde sin Causa (1955). Nicholas Ray situó dos escenas cumbre en los aledaños del Observatorio.
 
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Y el segundo título que, obviamente, hay que reseñar es The Terminator (1984). El T-800, interpretado por Arnold Schwarzenegger, se materializa en el exterior del Observatorio y pasa caminando por delante de la fachada principal del edificio. Al poco tiempo, se encuentra con tres pandilleros yonkis (uno de ellos es Bill Paxton, por entonces un actor desconocido) y les "invita" a entregarle sus ropas. Los desgraciados creen tener la situación controlada y lo que sucede a continuación es la primera demostración de la capacidad de combate del Terminator.

Vuelvo a hacer uso del magnífico trabajo de Hervé Attia, para ilustrar una escena que tiene lugar en los primeros segundos del video:



Y, finalmente, la escena de los pandilleros con un jovencísimo Bill Paxton y con Brian Thompson, otro clásico del cine de acción de los 80 y los 90, que también debutó con James Cameron.



12 de setembre del 2012

Cines de Hollywood: Grauman's Egyptian Theatre


Sid Grauman (1879-1950) fue un hábil empresario a quien se le debe la creación del show-business en Hollywood. Criado en San Francisco, Grauman procedía de una familia de artistas y propietarios de locales de entretenimiento. En 1917, decidió dar el salto a Los Angeles con la idea de impulsar la construcción de grandes salas de cine en las que pudieran brillar las incipientes producciones que empezaban a salir de los estudios recientemente ubicados en la ciudad.

Tras la inauguración del Million Dollar Theatre, en el downtown angelino, Grauman puso sus ojos en el floreciente distrito de Hollywood, el mítico lugar en que la producción cinematográfica estaba surgiendo con fuerza.

Así fue como se hizo con unos terrenos en el primigenio Hollywood Boulevard y decidió edificar una gran sala que estuviera caracterizada por el exotismo tanto dentro como fuera de sus muros. Se dice que la elección estética egipcia se debió a la fascinación que existía, en esos momentos, por las múltiples excavaciones arqueológicas que se estaban desarrollando alrededor del río Nilo.

Asociado con el promotor inmobiliario, Charles E. Toberman, y con el diseño arquitectónico de Gabriel Meyer y Phillip Holler, la construcción del Egyptian se inició en 1921 y se alargó durante dieciocho meses, con un costo final de 800.000 dólares de la época.

Su inauguración abrió la luz de los focos en Hollywood para eventos promocionales. Con la premiere de la película Robin Hood (18 de octubre de 1922), dirigida por Alan Dwan y protagonizada por Douglas Fairbanks, se puso la semilla que creó el glamour hollywoodiense. Y qué mejor para contribuir a ello que un teatro que, con su exótica ambientación, contribuía a convertir el escenario en algo mágico, capaz de emular el poder del silver screen.

Las premieres continuaron en el Egyptian hasta la inauguración del nuevo cine creado por Grauman, el Chinese Theatre. Un proyecto aún más ambicioso, situado más al Oeste en Hollywood Boulevard, que se acabó convirtiendo en el centro neurálgico de la fábrica de los sueños en las siguientes décadas al mismo tiempo que se mantiene como el cine que más premieres ha albergado en toda la historia del séptimo arte. Un sello de identidad inconfundible para la industria cinematográfica, que va a seguir siendo piedra angular de la vida social en el Hollywood del futuro.

En la década de los 80, el Egyptian cayó en el olvido y su integridad estructural empezó a verse afectada. Mientras el Chinese seguía movilizando actividad, su antecesor caía en la indefinición y la ruina. En 1996, el ayuntamiento de Los Angeles vendió la propiedad a la American Cinematheque por un simbólico dólar. El convenio especificaba que la entidad independiente que promueve la difusión y estudio del cine en todas sus épocas, debía restaurar la instalación y convertirla en un nuevo referente en Hollywood.

Con una inversión de 12 millones de dólares, el Egyptian volvió a abrir sus puertas a finales de 1998 convertido ya en un nuevo auditorio para la programación regular de la American Cinematheque. Se reordenó su espacio y se crearon dos salas: la mayor, bautizada con el nombre del filántropo Lloyd E. Rigler, puede albergar a 616 personas. Existe una segunda sala, dedicada a la proyección de las retrospectivas más independientes, que cuenta con un aforo de 77 plazas y lleva el nombre de Steven Spielberg.

La American Cinematheque ha devuelto, pues, los días de gloria a esta histórica instalación y el cine vuelve a brillar gracias a los numerosos eventos y festivales que esta ejemplar entidad organiza durante todo el año. Fue allí, en la sala Lloyd E. Rigler, donde tuve la oportunidad de asistir a la proyección de Total Recall (1990), el brillante film de ciencia ficción dirigido por el realizador holandés Paul Verhoeven, que contó con la presencia del mismísimo cineasta. Tras la proyección, Verhoeven y los guionistas del film, Ronald Shusett y Gary Goldman, comparecieron para un Q&A con el público que resultó de lo más interesante. Si quereís conocer el contenido de esa interacción entre público y creadores, podéis acceder al artículo que mi amigo Nestor Bentancor escribió sobre el evento en su site Desde Hollywood.

A continuación, adjunto una serie de fotos del exterior del Egyptian. Sin duda alguna, un enclave de visita inexcusable para un cinéfilo.
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Cines de Hollywood: Grauman's Chinese Theatre

Sid Grauman (en el centro de la imagen) junto a los hermanos Marx el dia de la estampación de sus huellas (17 de febrero de 1933).


Durante más de 80 años, el Chinese Theatre de Hollywood ha sido uno de los principales símbolos de la meca del cine y el lugar donde se ha escenificado, con más intensidad, el glamour del star-system en las premieres fílmicas.

La emblemática instalación debe su existencia al innovador showman y empresario Sid Grauman. En los años 20, tras haber creado dos importante cines (el Million Dollar Theatre y el Egyptian), se puso como objetivo la construcción de una nueva sala que debería convertirse en el faro de una ciudad que crecía aceleradamente siguiendo el impulso que los estudios estaban dando a la zona.

En 1926 empezaron las obras en el número 6925 de Hollywood Boulevard. Grauman compartió la inversión con Howard Schenck y dos de los actores más importantes de la época: Mary Pickford y Douglas Fairbanks. El arquitecto encargado del proyecto fue Raymond M. Kennedy, del prestigioso despacho Meyer & Holler.

Se importaron numerosos elementos desde China para dotar al edificio de una caracterización más genuina y varios operarios autóctonos colaboraron en el diseño y construcción. Gran parte de los elementos decorativos importados aún siguen estando expuestos en el interior del teatro.

La innauguración oficial se celebró el 18 de mayo de 1927 con la premiere del clásico de Cecil B. De Mille, "Rey de Reyes". Así empezó la historia de una sala mítica que siempre se ha caracterizado por albergar los pre-estrenos más importantes de la industria hollywooodiense.

En cuanto a cómo empezó la tradición de inmortalizar las manos de los actores en el cemento, existen dos historias contrapuestas. Por una parte, se dice que fue la actriz Norma Talmadge quien, mientras visitaba las obras, cayó accidentalmente y dejó marcadas sus manos y pies en el cemento aún blando. También se dijo que había sido el propio Grauman quien tropezó y cayó en el cemento. Mary Pickford, que también estaba presente, puso un pie y su entonces marido Douglas Fairbanks decidió hacer también una particular rúbrica.

Sea como fuere, casi 200 estrellas de Hollywood han pasado por la plaza del Chinese para dejar sus huellas. Hasta 1950, Grauman escogía a los actores y dirigía las ceremonias puesto que, aunque cedió su parte de la propiedad en 1929 a William Fox, se mantuvo como director de la sala hasta su muerte.

Además, entre 1944 y 1946, el Chinese fue la sede de las galas de los Oscar. De alguna manera, cuando la ceremonia de entrega de premios regresó a Hollywood en 2002, fue como si el Chinese volviera a gozar de ese privilegio puesto que el Kodak Theatre está justo al lado.

En 1968, fue declarado monumento de interés artístico y cultural. Cada día es el objetivo número uno de turistas y curiosos que se multiplican aún más cuando se celebra una premiere. Entre 2001 y 2005 fue extensamente renovado y su interior volvió a lucir como en sus mejores tiempos. El monumento quedó listo para seguir apoyando a la industria durante varias generaciones más.

Mi amigo Octopus también siente una gran fascinación por este enclave y ha dedicado varios artículos de su blog a mostrar fotos de premieres antiguas y modernas que se han celebrado allí. Pero quiero destacar un post en el que incluyó una serie de fotos vintage del Chinese Theatre. También añadió una imagen icónica, la del estreno de Star Wars (1977). Sin duda alguna, uno de los momentos más importantes en la historia de la sala. Un instante único, irrepetible, en el que uno hubiera querido estar presente para comprobar, in situ, de qué materia están hechos los sueños.

En fin, os dejo con algunas de las fotos que he obtenido recientemente y que se añaden al artículo publicado hace dos años. En esta ocasión, dispongo de imágenes del interior. También incluyo varias imágenes de huellas de actores. He seleccionado según criterios propios de preferencia personal sobre intérpretes.
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