26 de maig del 2016

Spielberg on Spielberg: War Horse (2011)



"Es una narración humana. Trata de la conexión que un animal puede tener con los seres humanos. Es una historia sobre la esperanza y sobre la esperanza que puede darse en circunstancias terriblemente sombrías."

El escritor y dramaturgo inglés Michael Morpurgo, nacido en 1943, ha destacado por dedicar gran parte de su obra a la literatura infantil. Una de sus obras más laureadas es War Horse, publicada en 1982. 

Morpurgo volcó en War Horse las constantes de la "narrativa mágica" que han marcado su trayectoria como autor. A partir de experiencias vividas con veteranos de la Primera Guerra Mundial en Devon a finales de los 70, halló una serie de elementos que le condujeron hacia la escritura del texto. Los veteranos le hablaron de la última gran guerra en la que brilló la caballería y del especial esfuerzo que representaba reunir al gran número de animales que se requerían para los regimientos. Le hablaron de las ferias que se organizaban en los pueblos del condado de Devon, donde el ejército adquiría la práctica totalidad de los equinos que habitaban la zona. El condado cercano a Cornualles era, por aquel entonces, un lugar idóneo para la crianza de los animales y de esa tradición se nutrían las caballerizas militares. 

Morpurgo siguió investigando sobre la presencia equina en la Gran Guerra y descubrió que solamente en el bando británico murieron un millón de caballos en la contienda. Solo regresaron a casa 62.000. El resto murieron en batalla o fueron desollados en Francia para alimentar a la tropa. Extrapolando a los diferentes bandos, se calcula que hasta diez millones de caballos murieron en el conflicto que se extendió entre 1914 y 1918.

El hilo conductor para su novela giraría entorno a la particular conexión que establece un rápido e impetuoso ejemplar equino con un joven granjero de Devon. Morpurgo observó a un chico de la región que mantenía una relación muy cercana con su caballo; le hablaba y el animal respondía con ademanes gráciles y amistosos. Esa relación especial que algunos han definido como el "susurrar a los caballos" es lo que el autor aprovechó para explicar las vicisitudes del animal desde su nacimiento, pasando por su aprendizaje en la granja y, tras la venta al ejército, nos habla de los sucesivos cambios de amo que experimenta en ambos bandos del conflicto. Se trataba de una gran aventura infantil que el escritor esperaba trasladar al cine. Durante años trabajó en un borrador de guión pero no captó el interés de ningún estudio. No obstante, sí que atrajo a varios empresarios teatrales que ampararon una versión para los escenarios londinenses que acabó obteniendo un grandísimo éxito. 


La oportunidad fílmica volvió a presentarse en 2009. Entre el público de una de las representaciones se encontraba el matrimonio de productores formado por Kathleen Kennedy y Frank Marshall. Los socios y amigos de Spielberg durante años llevaron a sus hijas a ver el espectáculo durante unas vacaciones en la capital inglesa. Finalizada la obra, la pareja de productores quedó encantada con la propuesta y les pareció curioso que nadie hubiera comprado los derechos de adaptación para el cine. Como ha sucedido en anteriores ocasiones, Kennedy contactó con Spielberg y le recomendó la novela y la propuesta teatral que había adaptado el propio Morpurgo junto al dramaturgo Lee Hall. El director leyó la novela con inmediatez y vio que se trataba de un material importante que quería a toda costa para DreamWorks. Cuando fue a ver la obra a principios de 2010, admitió que la emoción le había embargado en numerosas ocasiones y decidió que produciría la cinta.
Iniciada la pre-producción pero sin director asignado, se decidió contratar los servicios de Richard Curtis, aclamado guionista inglés más conocido por los libretos de comedias románticas como Cuatro Bodas y un Funeral (Four Weddings and a Funeral, 1994), Notting Hill (1999), y Love Actually (2003) pero que también había sido responsable de guiones en la famosa serie Blackadder (1983-1989). En ella había un segmento ubicado precisamente en la Primera Guerra Mundial y se pensó que su aportación podría darle un formato cinematográfico más marcado a la trama. 
"El hecho de ver una historia tan fuerte y con tanta garra es lo que me atrajo. Tenía elementos de interés humano y despertaba mi interés particular en las historias épicas de guerra."
Cuando Spielberg leyó el segundo borrador de Curtis, quedó tan entusiasmado que decidió asumir él mismo la dirección. Tenía tiempo por delante puesto que Tintín estaba viviendo un largo proceso de post-producción digital y los nuevos proyectos quedaban aún lejos. Aunque con la última entrega de Indiana Jones localizó los exteriores en suelo norteamericano para no tener que desplazarse tan lejos de su familia, en esta ocasión consideró que la historia merecía el esfuerzo y se preparó para una larga estancia en Inglaterra y Francia. Allí reconectó con técnicos con los que había trabajado en anteriores producciones y se dispuso a rodar una epopeya bélica que contendría tintes de inocencia y recuperaría grandes valores universales como la humildad y la fuerza de la institución familiar. Con War Horse, Spielberg creía poder acercarse al cine eterno del maestro John Ford, recuperando la esencia de clásicos como Qué Verde era mi Valle (How Green was my Valley, 1941). Además, como cineasta, había trabajado intensamente en el marco temporal de la Segunda Guerra Mundial pero no había tenido oportunidad de entrar en la Gran Guerra. Se le presentaba la ocasión de pisar un contexto histórico que le interesaba. El guión le permitía recuperar algunas de las constantes de su primera etapa como realizador, priorizando los valores y la inocencia a la crudeza y los valores adultos. Quería mantener ese espíritu juvenil en su filmografía y War Horse condensaba ese realismo romántico que deseaba compartir con el público en aquel momento.



En cuanto al reparto, Spielberg aprovechó la ocasión para conseguir la implicación de nombres importantes de la escena británica. El guión exigía un casting muy coral, con interpretaciones no demasiado largas pero muy trascendentes en cada momento. Así es como vemos a la siempre brillante Emily Watson, dando vida a la sufrida madre del protagonista, y al escocés Peter Mullan como el patriarca Narracott, un hombre que combatió en la Guerra de los Boer y que ahora trata de sacar adelante una granja con más corazón que cabeza. David Thewlis interpreta precisamente al terrateniente que amenaza a Ted Narracott con la pérdida de su arrendamiento por las deudas crecientes generadas a causa de unas parcelas de labranza que no rinden y aún menos con la compra de un caballo de carreras, no apto para el trabajo de campo. Vemos también a Benedict Cumberbatch y a Tom Hiddleston, quienes dan vida al Mayor Jamie Stewart y al Capitán James Nichols, respectivamente. Al avanzar la trama, vemos también a otros intérpretes de gran valía como Toby Kebbell, Liam Cunningham, Gerard McSorley, Eddie Marsan y también al francés de origen danés Niels Arestrup, quien asume el importante papel del abuelo de la niña que se encariña con el caballo en tierras francesas. No obstante, para encarnar al protagonista de la cinta, el joven Albert Narracott, el director decidió abrir un gran proceso para elegir a un desconocido. La directora de casting, Jina Jay, entrevistó a cientos de candidatos y seleccionó a un reducido grupo que Spielberg analizó decidiéndose en última instancia por el joven Jeremy Irvine, al que seleccionó por su naturalidad y frescura a la hora de dar vida a las líneas del guión.

El entrenamiento de los caballos fue coordinado por el especialista Bobby Lovgren. En la secuencia de la carga de caballería en la que participan el Mayor Stewart y el Capitán Nichols, se llegaron a utilizar hasta 280 equinos. En cuanto a Joey, fue interpretado por catorce caballos, ocho de ellos para la edad adulta. El otro gran caballo de la función, Topthorn, requirió el uso de cuatro equinos.


Esta era una historia que rebosaba corazón y el reparto, en cada episodio de la narración, debía ofrecer ese sentimiento para que la película rezumara el espíritu de drama esperanzador que describía la trama en cada uno de sus momentos. Albert ve nacer al potro y tiene la oportunidad de convertirse en su dueño cuando su padre lo compra para arrebatárselo al terrateniente que tanto odia. Ted es un hombre traumatizado por lo que vivió en el conflicto bélico; siente vergüenza por los actos que llegó a cometer y de ese sentimiento surge ahora un orgullo para intentar demostrar que puede ser un hombre útil. El propietario de las tierras que ellos habitan será el blanco constante de esa obsesión. Gracias a ese orgullo por ir más allá de la lógica, surge una gran amistad entre el joven y el animal mientras consiguen que los campos puedan volver a ser labrados. No obstante, la desgracia persigue a la familia y Albert tiene que vender a Joey al ejército. Se acerca el momento de combatir contra los alemanes en Francia y la caballería volverá a ser fundamental en el campo de batalla. A partir de entonces, asistimos a una serie de calamidades de guerra en las que Joey demostrará una capacidad de supervivencia y adaptación extraordinaria. Los años pasan y acabará llegando el momento en que Albert pueda participar en la contienda. Cuando la imagen de Joey era solo un recuerdo, la llama volverá a avivarse.

De alguna manera, Albert trata de redimir a la familia a través del cariño que siente ante un animal noble, de extraordinarias cualidades, que simboliza el renacimiento de la esperanza en un futuro mejor para él y sus padres. Spielberg nos coloca ante una propuesta de ideales románticos que debemos aceptar mientras nos golpea con poderosas secuencias como la carga de caballería de los británicos y la huida de Joey, a través de las trincheras, durante la batalla del Somme. Además, incorpora momentos de extrema candidez y sensibilidad que ilustran un contexto histórico duro y agreste en el que algunas personas hallaban la posibilidad de aislarse y disfrutar de pequeños instantes de felicidad.
"Cada vez que hurgo en un episodio de la historia sobre el que no sé demasiado, mi primera reacción es enfadarme porque los maestros nunca me lo enseñaron."

En War Horse todo nos lleva hasta un planteamiento de exaltación sentimental en el marco de la brutalidad intrínseca que implica la guerra. Nos muestra, además, dinámicas vividas en ambos bandos, muchas de ellas basadas en experiencias reales. La maestría del director para hilvarnar con todo ello una película de gran formato es encomiable. Sin embargo, opino que cuando se humaniza tanto a un animal en el cine se pierde credibilidad. Creo fervientemente que situar a un caballo en el centro de la acción, por muy noble y valioso que sea, nos aleja del planteamiento adulto que la película intenta trasladar en oposición a un relato literario que resulta mucho más infantil. Cuando las gestas de Joey se vuelven tan trascendentales, el relato general se resiente y se convierte en una mixtura difícil de digerir. Spielberg pretendía realizar un film bélico que a la vez incorporara elementos de realismo mágico. Consiguió llegar a una buena parte de la audiencia con la propuesta pero el que esto escribe no se encuentra entre ellos y lamentó, en su momento, que dedicara tiempo y esfuerzo a una película que podía alejarle de proyectos más contundentes y arriesgados.

Otra de mis discrepancias la encuentro en algunos planteamientos referentes a la dirección de fotografía y el encuadre. Spielberg y Janusz Kaminski realizan un óptimo trabajo durante buena parte del film, sacando partido de los paisajes en la campiña inglesa y después retratando, con dureza, las trincheras en Francia. En general, se decantaron por una paleta de colores más amarronada que Salvar al Soldado Ryan (Saving Private Ryan, 1998), casi buscando la apariencia de los antiguos daguerrotipos. Sin embargo, me parece inexcusable que en la conclusión se busque rizar el rizo con un atardecer crepuscular y unas figuras en contraste que recuerdan demasiado a los momentos cumbre de Lo que el Viento se Llevó (Gone with the Wind, 1939). Nunca se había visto una imitación o falta de creatividad más mordaz en toda su filmografía, caracterizada siempre por la innovación y el homenaje velado. Aquí asistimos a una vulgar copia que, además, se nos presenta como un acto de magnificencia cinematográfica. El resultado, sin embargo, es una completa impostura. Tanto al inicio como en la conclusión del film se aprecia el intento de Spielberg por recuperar la esencia del cine de John Ford en cuanto a la dimensión de la familia. En cualquier caso, la propuesta queda lejos de su objetivo y la imagen final de Joey como símbolo de esperanza y reunificación familiar vuelve a resultar forzada y exagerada. 


El mensaje intergeneracional es bastante potente. Para Ted Narracott la guerra significó el principio de su caída mientras que su hijo sobrevive al conflicto consiguiendo que de la barbarie salgan valores positivos que ejemplifica con la vuelta del caballo que creían desaparecido para siempre. Los dos soldados vuelven a unirse al final y el padre puede redimirse gracias a la voluntad de hierro de un hijo a quien ha transmitido valores de honradez y tenacidad. Es por ello que considero a War Horse como una cinta con grandes intenciones. No obstante, su desarrollo no logra cumplimentar todos los objetivos. Este desequilibrio lo genera la necesaria aceptación de un animal humanizado. Quien no acepta esta premisa, de forma ferviente, no puede considerarla como una de los grandes aportaciones de Steven Spielberg como director.

John Williams creó una partitura en la que hizo destacar especialmente a los instrumentos de viento como si quisiera ver la influencia del paisaje inglés en la película, con esa brisa permanente que agita los campos de hierba y las copas de los frondosos árboles. Consiguió, además, mezclar acertadamente aventura, épica y solemnidad. La mejor muestra de todo ello es el tema "The Homecoming". En algunos fragmentos recuerda a la composición que el maestro realizó para Un Horizonte muy Lejano (Far and Away, 1992).

Por otra parte, esta fue la primera película de Spielberg en la que Michael Kahn realizó el primer montaje durante el mismo rodaje, utilizando la tecnología digital Avid. War Horse se rodó entre el 6 de agosto y el 27 de octubre de 2010 en localizaciones de los condados de Devon, Surrey, Bedfordshire, Wiltshire y Hampshire. A diferencia de otras ocasiones, los interiores no se filmaron en Elstree o Pinewood sino en los Twickenham Studios (Londres).

Su estreno se hizo coincidir con el día de Navidad de 2011. Sobre un presupuesto de 66 millones de dólares recaudó 177 en todo el mundo. Obtuvo seis nominaciones a los Oscar, entre ellas mejor película, pero no se alzó con ningún triunfo.



Precedido por:

Las Aventuras de Tintín (The Adventures of Tintin, 2011)

Continúa en:

Lincoln (2012)