4 de març del 2016

La Habitación (Room, 2015). Por Mike Sanz



Antes de comenzar con la crítica de la película que hoy nos ocupa, quisiera dar las gracias a Néstor por darme la oportunidad de participar en su blog. El Cine de Hollywood es una bitácora de referencia dedicada al séptimo arte, caracterizada por la rigurosidad de sus artículos y la variedad de temas y perspectivas que ofrece. Además, en los años que llevo leyéndola, he tenido ocasión de conocer en directo a su editor y redactor principal, una gran persona que rebosa ilusión por el cine. Vayamos ahora con la reseña.

Joey vive con su hijo, Jack, en una habitación diminuta. Allí comen, juegan y duermen, y lo único que ven del mundo exterior es la luz que entra por una claraboya del techo. Al caer la noche, Jack se esconde en el armario y así evita que el viejo Nick, el hombre que les trae comida, lo vea. La situación se repite hasta que Jack cumple cinco años, cuando su madre decide que ha llegado el momento de escapar.


Casi todos los años, durante la temporada de premios, surge una pequeña película independiente que sorprende a la crítica y cautiva al público gracias a una puesta en escena modesta, el candor de las interpretaciones y la humanidad que desprende el conjunto del filme. Es el caso de títulos como Bestias del Sur Salvaje (Beasts of the Southern Wild, 2012), Nebraska (2013), Boyhood (2014) y La Habitación (Room, 2015), una de las películas más interesantes del pasado 2015. 

Se trata de una producción conjunta de Canadá e Irlanda que adapta la novela homónima de Emma Donoghue, la cual trata un tema horrendo y actual como es el secuestro de una joven que permanece años cautiva en un espacio reducido. El confinamiento espacial limita la puesta en escena, de forma similar a lo que sucedía en 127 horas (127 Hours, 2010), pero, en vez de convertirse en un problema, impulsa un alarde de ingenio por parte del director, Lenny Abrahamson. El modo en que el responsable de Frank (en la que Michael Fassbender no se quitaba la máscara de papel maché en ningún momento, y aun así resultaba creíble) planifica las secuencias dentro de la habitación y retrata las emociones de los protagonistas es sencillamente brillante y no dejará a los espectadores indiferentes.


Hitchcock aseguraba que lo más difícil era trabajar con animales y con niños. Los primeros le hicieron caso en La Ventana Indiscreta (Rear Window, 1954), pero fue un niño el que estropeó una escena de Con la Muerte en los Talones (North by Northwest, 1959). Abrahamson sale airoso de la ardua tarea de dirigir al joven protagonista de La Habitación, Jacob Tremblay, en todo momento convincente. El pequeño intérprete hace frente a varias escenas inusuales para un actor de su edad y en ningún momento desentona, por lo que se ha convertido en el nuevo niño prodigio de Hollywood, como pasara en su momento con Quvenzhané Wallis y Chlöe Grace Moretz. La joven e igualmente sorprendente Brie Larson interpreta a su madre y ofrece un retrato comedido y desgarrador que, en manos de otra actriz y director, podría haber caído en el terreno del histrionismo con facilidad. El reparto es tan reducido que son estos dos actores los que cargan con el peso dramático de la película, si bien las breves apariciones de Joan Allen y William H. Macy aportan realismo a la narración.

La Habitación entretiene en todo momento y aborda un tema complejo gracias a la hábil decisión de no mostrar todo en pantalla y dejar que sean los espectadores quienes intuyan y se dejen guiar por el cuidado trabajo de los dos protagonistas. Narra una historia difícil y humana, que guarda ciertas similitudes con la también magistral Prisioneros (Prisoners, 2013). Estamos, pues, ante una pequeña gran película.