4 de juliol del 2011

Conan el Bárbaro (1982): orígenes y desarrollo (I)


"Yo veo la película como una batalla. Mi ambición era ser General, no director de cine. Y esto fue una batalla de gran magnitud. Fue detenidamente planeada, concebida, y realizada con gran destreza y valor. Y ganamos la batalla."

John Milius



La primera adaptación de Conan a la gran pantalla se debe al impulso del productor Edward Pressman. Impactado por la presencia física de Arnold Schwarzenegger, tras verle en Pumping Iron (1977), vio claro que no había nadie mejor para encarnar a Conan. Arnold no sabía nada acerca del personaje creado por Robert E. Howard. Empezó a interesarse por él gracias a los cómics que Pressman le mandaba y que correspondían, en su gran mayoría, a la época en que el guerrero de Cimmeria fue dibujado por Frank Frazetta.

Tras adquirir los derechos de adaptación, Pressman encargó a Ed Summer y al comic-book author, Roy Thomas, la escritura del guión. Este borrador acabó siendo un punto de partida porque el material palideció ante la versión que presentó un joven guionista y aspirante a director llamado Oliver Stone. Pressman le conocía desde hacía algunos años y había leído ya el guión de Platoon (que conseguiría llevar a la pantalla en 1986). Se trataba de un autor de enorme talento y su propuesta para Conan era emocionante, muy violenta, aunque también demasiado ambiciosa en términos de escala de producción.

Stone compuso su propuesta como si fuera la primera película de una gran saga. Una franquicia, con múltiples películas, que nunca fue visualizada como una posibilidad real por parte de los productores. Stone sentenciaba lo siguiente al respecto: "Arnold debería haber vuelto cada dos años, como James Bond...".

Pero la labor de Ed Pressman se centraba en sacar adelante el proyecto y bastante tenía con un guión brillante pero que, según sus palabras, era como "el Infierno de Dante". El script era muy contundente y contenía escenas de batallas épicas entre ejércitos de 50.000 mutantes, luchando unos contra otros. Stone quería trasladar él mismo su visión asumiendo también el puesto de director. Pero su inexperiencia en el puesto le apartó de esa intención.

Pressman se reunió con Alan Parker y visitó a Ridley Scott en Londres. Pero las negativas de ambos hicieron mella en el productor. Ya habían pasado dos años desde que había adquirido los derechos y parecía que no había forma alguna de progresar en la consolidación del proyecto. Así fue como la opción de vender los derechos a otro productor empezó a cobrar forma.

El primer interesado en asumir la tarea no fue un productor cualquiera. Se trataba de una auténtica leyenda del séptimo arte: Dino De Laurentiis. El titán italiano leyó el guión de Stone y le comunicó a Pressman que estaba dispuesto a invertir fuertemente en la película. Pero también consideraba que el libreto era demasiado violento y que había que rebajarlo un poco antes de presentarlo a Universal, la major elegida por De Laurentiis para distribuir el film.

Para hacerse cargo de la reestructuración del proyecto, Dino decidió contratar a un director que también fuera guionista y que pudiera encargarse globalmente de la pre-producción. Y el elegido fue John Milius.

Milius también desconocía la mitología de Conan y el trabajo de Robert E. Howard. Pero se aplicó en la tarea sumergiéndose en las páginas de los cómics y encontrando similitudes con varias de las ideas que hacía tiempo que deseaba mostrar en la gran pantalla.

El realizador siempre había estado interesado en el mundo de los vikingos y, de alguna manera, halló en la Era Hyboria la posibilidad de acercarse a una forma de vida cruel y despiadada, basada en la fuerza y en el coraje del guerrero. Milius vio en Conan la oportunidad de rodar la película de sus sueños.

El director escribió un nuevo guión que reducía los elementos mágicos y fantásticos para centrarse más en la acción. Racionalizó la estructura para hacerla más manejable económicamente y focalizó la atención en el personaje de Conan como guerrero solitario, alejándole de las batallas a gran escala.

La entrada de Milius supuso también el fichaje de Ron Cobb (concept artist en Alien) para el diseño de producción. Y la verdad es que su contribución fue extraordinaria puesto que trasladó al boceto todo lo imaginado por Milius, creando una puesta en escena que sólo puede ser calificada como excelente. Imprimió en los escenarios y el vestuario la imagen histórica contundente y naturalista que el cineasta quería para la película.

Dino de Laurentiis, por su parte, creía firmemente en el proyecto y aportó todos los recursos necesarios, aunque tenía dudas sobre Schwarzenegger dada su inexperiencia. El peso de la película recaería sobre él y no estaba seguro de que pudiera responder a tal exigencia. La primera reunión no facilitó las cosas puesto que Arnold, al entrar en el despacho del productor, soltó lo siguiente: "¿ Por qué un hombre tan pequeño necesita un despacho tan grande ?"

Dino se enfureció y estuvo a punto de despedirle pero la intervención de Milius lo evitó. El director le aseguró: "Si no tenemos a Arnold, lo tendremos que construir. No hay nadie más que pueda hacerlo."

Continúa en:

- Conan el Bárbaro (1982): orígenes y desarrollo (II)

- Conan el Bárbaro (1982): orígenes y desarrollo (III)