3 de juliol del 2024

Las Aventuras de Jeremiah Johnson (Jeremiah Johnson, 1972)


Un artículo de Juan Pais


Sydney Pollack fue un cineasta singular. Por edad, pertenece a la llamada generación de la televisión, habiéndose formado en este medio con Sidney Lumet, Robert Mulligan o John Frankenheimer. Sin embargo, el éxito le llegó más tarde que a estos compañeros, en los 70s, en plena eclosión del Nuevo Hollywood. Pese a ello, Pollack no suele ser asociado con los cineastas de esta corriente (Spielberg, Scorsese, etc), y eso que sus películas también definieron la década. Probablemente sea debido a que propone un cine comercial pero también inteligente y adulto, accesible al gran público, una suerte de tercera vía. Otra singularidad es que frente a las pretensiones autorales de otros directores de la época, Pollack prioriza la película a su propia tarea, decantándose por el cine de género. Desde thrillers (Yakuza, Los Tres Días del Cóndor), a dramas románticos (Tal Como Éramos, Habana) o comedias (Tootsie).


Las Aventuras de Jeremiah Johnson (en adelante, Jeremiah Johnson, su título original) fue una de las primeras películas importantes de Pollack, y en ella colaboró por segunda vez con Robert Redford, estrella desde Dos Hombres y un Destino (Butch Cassidy and the Sundance Kid, 1969). Para rodar Jeremiah Johnson, Pollack partía del libreto escrito por el experimentado Edward Anhalt y el entonces pujante John Milius. De todos modos, Pollack y Redford pulieron bastante el guion, abundante en violencia. Hay que tener en cuenta que la vida durante las guerras indias era muy azarosa. Sin ir más lejos, John Johnston, el trampero en el que se basa Jeremiah, era un tipo mucho más brutal de lo que vemos en la pantalla. Le llamaban Liver-Eating.

Jeremiah Johnson está impregnada del sentido de la épica de John Milius. En la primera escena es presentado el personaje como una suerte de héroe audaz y misterioso: "Se llamaba Jeremiah Johnson, y cuentan que quería ser un hombre de la montaña. Dicen que era un hombre de gran ingenio y espíritu aventurero. Nadie sabía de dónde procedía, ni aquello parecía importar a nadie. Era un hombre joven, y las leyendas de fantasmas no le asustaban lo más mínimo. Buscaba un rifle Hawken del 50 o mejor; tuvo que contentarse con uno del 30, pero ¡qué diablos! era un auténtico Hawken. Después compró un buen caballo, cepos y todo el equipo necesario para vivir en la montaña, y se despidió de la vida que pudiera haber en el valle". No cabe duda de que se trata de un texto muy sugerente que invita a entrar en la película con buena disposición.


En las montañas Jeremiah no estará completamente solo; allí se topará con un curioso paisanaje. El veterano Will Geer interpreta a Bear Claw, un veterano cazador de osos que le prestará ayuda en sus inicios en la montaña con sabios consejos, como también lo hace el estrafalario Del Gue (Stefan Gierash), que indirectamente le atribuye una aureola de guerrero entre los indios. Una mujer enloquecida (Ally Ann McLerie) tras haber sido su familia masacrada por los indios le ruega a Jeremiah que se lleve a su hijo Caleb (Josh Albee) con él. Llega un momento en que Johnson se encuentra acompañado de una mujer india, Swan, hija de un jefe indio, y de Caleb, formando una suerte de familia. Puede parecer que está abocado a vivir acompañado, aunque huya de la sociedad. Pero es un espejismo. El verdadero destino de Jeremiah Johnson es la soledad.

Pollack narra la integración del personaje en su nuevo entorno, un proceso arduo, muy físico y sacrificado. Para reflejarlo era fundamental la autenticidad. Sin ella, esta historia de supervivencia no hubiera resultado creíble y la película habría fracasado. Jeremiah Johnson es, ante todo, una historia de amor entre este personaje y la naturaleza. No son las duras condiciones de vida lo que perturba su paz, sino otros hombres. Los indios crows, enemigos de los blancos que penetran en su territorio (los cabezas lisas son más amistosos). Es inevitable el enfrentamiento, ensombreciéndose la película considerablemente en una espiral de locura y violencia. Ha de destacarse el trabajo del montador Thomas Stanford, apreciándose su talento en las escenas violentas, dinámicamente editadas.


Sydney Pollack crea una atmósfera que combina la épica con el realismo, o más bien, naturalismo, y para ello cuenta con la fotografía de Duke Callaghan, que refleja certeramente la exuberancia de los paisajes en diferentes estaciones, desde la calidez de los veranos a la crudeza de los inviernos, algo que redunda en la fisicidad de la película. La música de Tim McIntire y John Rubinstein, de aires folk, también colabora en la creación de ese clima.

Rodada en 1972, Jeremiah Johnson está imbuida de filosofía hippie, principalmente, el rechazo de la sociedad capitalista y la atracción por la sencillez de la vida rural, de su dignidad frente a la mezquindad de un mundo regido por el mercantilismo. El cine del Nuevo Hollywood, movimiento en el que Sydney Pollack encaja chirriando, como hemos visto, recogía esos principios, modulados por anteriores corrientes europeas, captando la rebelión de una juventud que renegaba de la hipocresía de sus mayores. En el género western, en el que se integra Jeremiah Johnson, surge un interés por personajes que se pueden considerar antihéroes y que en el cine clásico asumían roles negativos, como los bandidos. El rebelde Jeremiah es un ejemplo de ese tipo de personaje. También su naturalismo es propio de western 70s.


Sydney Pollack se muestra pesimista relatando la vida salvaje. Y no porque evite su edulcoración, describiéndola como un territorio esplendoroso pero inhóspito con sus propios y difíciles códigos, sino porque anticipa el fin de la frontera, esa tierra de nadie en la que el progreso colisiona con lo primitivo y agreste, exponentes estos de pureza. Veinte años después, Kevin Costner filmará Bailando con Lobos (Dances with Wolves, 1990), película deudora de Jeremiah Johnson. En ella el teniente Dunbar solicita permiso para viajar a la frontera "antes que desaparezca", palabras que podrían haber sido pronunciadas por el personaje de Robert Redford.

Al inicio de Jeremiah Johnson, este se encuentra con un indio que parece escéptico ante el recién llegado. En su encuentro final, un saludo es un parco pero sincero gesto de aceptación. No sabemos si Jeremiah ha encontrado la paz, pero es innegable que se ha convertido en un hombre de las montañas.