23 de novembre del 2022

Armageddon Time (2022)


Un artículo de Juan Pais

Es frecuente que una película recuerde a otra, y pueden ser una ambientación, un personaje o una línea de diálogo las causas de la evocación. Lo que es más inusual es que esta se genere por una palabra, pero lo cierto es que el término mensch, que se escucha en Armageddon Time, trae a la memoria El Apartamento (The Apartment, 1960). En la obra maestra de Billy Wilder, el doctor Dreyfuss, el afable vecino escandalizado por la que cree ajetreada vida fiestera del bueno de C.C. Baxter, le aconseja que sea un hombre íntegro, un mensch, apercibimiento que recibe también el niño protagonista de Armageddon Time por parte de su abuelo, comprensivo ante las vicisitudes que atraviesa su nieto pero presto a advertirle de la necesidad de sostener sus principios frente a las complicadas circunstancias que pueda vivir. La palabra mensch concentra el potente contenido moral de esta magnífica película.

El protagonista de Armageddon Time se llama Paul Graff. Paul es un muchacho simpático y algo travieso, pero que también cuenta con un sentido de la ética muy natural, como demuestra al revelar su culpabilidad en una banal trastada al inicio de la película. Sin embargo, a la ética de Paul le falta obviamente experiencia, tiene que adaptarse y ponerse a prueba con las diferentes vivencias que le esperan. Es un diamante necesitado de ser pulido. A los americanos les gusta hablar refiriéndose a estas películas de coming of age, los europeos preferimos la truffautiana expresión 400 golpes.

Armageddon Time se desarrolla en un marco temporal muy determinado, 1980, el año en que Ronald Reagan ganó las elecciones y América se volvió neoconservadora. James Gray, el director, infiere que esa victoria significó el nacimiento del capitalismo más duro y revitalizó fantasmas sociales como el clasismo o el racismo. El propio título de la película es una expresión utilizada por Reagan como aviso de las consecuencias de un segundo mandato de Jimmy Carter. Para Gray ciertamente llegó ese tiempo apocalíptico, aunque de la mano del 40º Presidente de los Estados Unidos.


Como cualquier chico de su edad, la vida de Paul se desarrolla principalmente en dos ámbitos muy concretos: el familiar y el académico. El primero constituye para él un entorno confortable. Con sus padres, su hermano y sus omnipresentes tíos y abuelos, los Graff forman una familia muy unida que afronta los contratiempos con templanza y buen humor. Como estudiante, Paul asiste a la escuela pública de su barrio, Queens, en la que se halla integrado y cumple satisfactoriamente. Todo va bien para él hasta que se produce un incidente que provoca su traslado a otra escuela. En esta, una institución privada y elitista, Paul se siente incómodo. No es para él tan complementaria al hogar como la anterior. James Gray pretende que la gelidez del edificio que lo alberga, su silencio, expresen la aspereza del reaganismo. Es significativa además la aparición de dos personajes reales, el empresario Fred Trump, patrocinador del centro, y su hija, la fiscal Maryanne Trump, representando esa frialdad y estableciendo un claro nexo con el turbulento siglo actual a través de la figura de Donald Trump, acusado durante su mandato de fomentar la división y el odio.

Dos vínculos afectivos enlazan a Paul: su abuelo, Aaron, y su amigo, Johnny. Este es un resuelto joven, algo descarado pero de buen corazón. Es fácil advertir que su rebeldía es consecuencia del desdén que sufre por ser pobre y negro. No se profundiza demasiado en este personaje, algo que algunos críticos han censurado, pero se debe precisamente a que para Paul es, pese a su íntima amistad, una suerte de enigma, tan distinto a él en muchos aspectos y procedente de un entorno más degradado y hostil. Anthony Hopkins, con su magisterio, da vida al abuelo, muy unido a Paul. Es un hombre cuya sabiduría natural se ha visto incrementada por las duras vivencias como judío en un mundo antisemita. Aaron no cesa de aconsejarle a Paul de la necesidad de mantener pese a todo la integridad, de ser un mensch. Las escenas compartidas por abuelo y nieto son las más emotivas de la película y las que mejor reflejan la verdad que transmite Armageddon Time.


Paul está interpretado por el joven Banks Repeta, que ofrece una actuación espontánea y franca, mientras Anne Hathaway y Jeremy Strong dan vida solventemente a sus padres, el matrimonio formado por Esther e Irving. Mientras ella es el corazón de la familia, Irving es un hombre más inseguro, que tanto puede mostrarse divertido como iracundo, sintiéndose presionado por estar a la altura de lo que se espera de él. Una breve aparición de Jessica Chastain anima considerablemente la película.

La fotografía de Darius Khondji, oscura, se extiende sobre las imágenes como un manto sombrío, algo necesario para plasmar los altibajos de la madurez de Paul, pero tan elegante como para preservar la cualidad entrañable de las escenas intimistas. Este apagado cromatismo acentúa el rasgo más relevante de Armageddon Time: la honestidad. Gray dirige su mirada, obviamente subjetiva, hacia el pasado, relatando sus desencantos pero sin cargar las tintas ni proponer personajes caricaturizados.


En medio de la grisura que comienza a rodearle, Paul dibuja un cohete espacial preparado para ser lanzado y dirigirse a un cielo azul brillante, el destino de sus ilusiones juveniles y de las de Johnny. Armageddon Time nos enseña que para alcanzar ese cielo es necesario tomar el camino correcto en las encrucijadas, por muy duro que pueda ser. Solo eso convierte a un hombre simple en todo un mensch.