23 de juny del 2013

Vuelve el Hombre de Acero: reseña de Man of Steel

La figura de Superman en el cine necesitaba de una reformulación que permitiera establecer una base sobre la que se pudiera generar una franquicia estable. Warner Brothers decidió buscar a los mejores creativos que tenía a su alcance y el resultado ha estado a la altura de lo esperado. Man of Steel es una obra sólida, magna, épica, que además es capaz de ocultar alguna de sus flaquezas gracias a la contundencia de una puesta en escena que, en ocasiones, puede llegar a superar la capacidad de aprehensión por parte del espectador.

La propuesta de Chris Nolan y David Goyer, desde el argumento y el guión, se basa en una reintroducción del universo de Superman desde una perspectiva completamente nueva y actualizada. Se observa alguna influencia del arco argumental “Legado” (Birthright), de Mark Waid y Leinil Francis, pero se trata de leves premisas que se incorporan a un replanteamiento original.  La saga se construye, desde los mismos cimientos, presentando una visualización rompedora de Krypton: un remoto planeta, condenado a la destrucción, en el que nace un niño destinado a ser un Dios entre los hombres.

Tal como hicieron con Batman, Nolan y Goyer tratan de crear una historia, sobre una base realista, que después les permita ir incorporando los elementos que configuran la mítica de Superman. Pero antes de todo ello, le hemos visto naciendo, creciendo, adaptándose al surgimiento de unos poderes que le desbordan y que le convierten en un marginado. Alguien cuya grandeza debe ser ocultada porque el mundo que está destinado a proteger no está preparado para acogerle hasta que no reciba una muestra definitiva de su compromiso con la justicia y la libertad.

La propuesta escrita se coordina con la dirección de Zack Snyder  manifestándose en una serie de flashbacks que combinan el viaje del Kal-El adulto, a la búsqueda de su propia identidad, con instantes de su niñez que fueron especialmente trascendentes en su devenir existencial. Esta ruptura de la linealidad argumental es un recurso estructural muy acertado. Combina situaciones y momentos, siempre de forma esclarecedora, mientras crea una lectura nueva de los hechos y obvia deliberadamente detalles que ya conocemos. De forma particular, quiero resaltar el momento en que la cápsula aterriza en Kansas y ya pasamos a las peripecias de Clark a bordo un barco pesquero.  Lo que interesa es ver como el jovent experimenta el descubrimiento de sus potencialidades desde una perspectiva nueva, visceral, biológica. El tono serio y de fuerte contraste dramático que predomina en los trabajos de Nolan tiene también su influencia aquí. Incluso en un personaje tan brillante y lumínico como Superman, saben encontrar sus puntos de duda, de ruptura, con lo que transmiten al espectador las sensaciones de un niño que se siente anormal, que no comprende quien es, ¿cuál es el motivo último de su propia vida?.
La respuesta es la siguiente:  esta es la historia de dos padres. Clark construirá su personalidad a través de la suma de influencias de sus progenitores. De Jor-El aprende el legado del que es depositario. Es la última esperanza de preservación de una civilización milenaria cuyo propósito en la Tierra será el de inspirar a sus habitantes para conseguir grandes cosas, configurándose como un puente entre dos mundos. Jonathan Kent, por su parte, le infundirá los valores de humildad y respeto por sus nuevos congéneres, alejándolo de ambiciones volátiles, y tratando de darle la confianza para el momento en que decida mostrarse ante el mundo como una fuerza para el bien.  Las aportaciones de ambos en la formación del joven quedan magníficamente reflejadas en la película gracias a las interpretaciones de Russell Crowe y Kevin Costner.

Esta es la esencia de Superman y Henry Cavill la personifica magníficamente. Representa, con rotundidad, la integridad y honorabilidad del personaje. Su extrema bondad que, en no pocas ocasiones, roza la ingenuidad también está presente en su interpretación. Y, por último, se mueve como pez en el agua mostrando el amor que siente por los suyos y por el planeta que le ha acogido. Aquí no estamos ante superhéroes sinvergüenzas y muy carismáticos, cuyo ejemplo máximo es Tony StarkKal-El es todo lo contrario, se le puede definir como una amalgama de cualidades “old-fashioned” en el cuerpo de alguien que es casi invencible por naturaleza. El tono serio y adulto que imponen Snyder y Goyer facilita que todo ello se vea en pantalla. Y la verdad es que se agradece ver un film de superhéroes en que la comicidad no es un punto clave. Y Superman, como abanderado del tipo de superhéroes más arquetípico e íntegro, sigue molando!!!

En cuanto a Krypton y a la presencia prolongada de Jor-El en la película, tampoco pongo objeciones. Se nos explica que la sociedad del lejano planeta hace décadas que cultiva la reproducción artificial, determinando y controlando las estirpes que nacen para que desempeñen funciones concretas. Estamos ante una teoría de darwinismo social aplicada a un mainstream hollywoodiense. Eso es algo muy valorable porque, si tiramos del hilo, incluso podemos hallar referencias a Platón y Nietzsche.
Los más evolucionados serán los que formarán una sociedad perfecta, sin fisuras, pero ¿ quién controla todo eso?, ¿quién otorga la vida o la muerte?.  Tanta responsabilidad conduciría inevitablemente a la corrupción moral. Jor-El y su esposa, Lara, se cuestionan este esquema y conciben el primer bebé natural en siglos. Porque creen en el libre albedrío, en la posibilidad de que cada individuo pueda elegir su vida más alá de los esquemas predeterminados. Defienden la idea de que cada uno pueda forjar su propio destino. Kal-El será el custodio de esta premisa y en él albergará el códice que preservará la identidad de la civilización kryptoniana para siempre.
El General Zod comparte la idea de que el planeta avanza hacia su destrucción pero aquí acaban las coincidencias. Su idea de relevar al acomodado Consejo de Sabios sólo serviría para promulgar una dictadura tiránica. El líder militar encabezará un alzamiento que no conseguirá su objetivo pero, siendo consciente del nacimiento de Kal-El, le perseguirá más allá del tiempo y el espacio. Por ello, Zod es uno de los mejores villanos de la mitología de Superman. David Goyer lo define de la siguiente manera: “Zod is not only one of Superman's most formidable enemies, but one of the most significant because he has insights into Superman that others don't”.
Michael Shannon está excelso en su interpretación y refleja también, de una forma muy evidente, la decepción que siente por no poder contar con el apoyo de Kal-El en su intento de convertir la Tierra en un Nuevo Krypton, a través de la máquina de terragénesis que trae consigo. Por ello, su decepción final es aún más grave porque Superman le acaba quitando el único objetivo de su existencia: proteger Krypton y reconstruirlo para que nuevas generaciones puedan preservar esa avanzada civilización.
Pero Krypton ya tuvo su oportunidad y ahora Superman es un terráqueo que antepondrá siempre la protección de su planeta adoptivo a cualquier otra consideración, aunque tenga que acabar con sus compatriotas por el camino. En la película, el Hombre de Acero se nos muestra hasta las últimas consecuencias puesto que Zod le obligará a cometer el acto de mayor crueldad del que es capaz. La visualización de dicha escena es un momento de eclosión dramática brutal. El héroe siempre debe sacrificar algo para proteger a aquellos que ama.
Las secuencias finales de combate en Metrópolis tienen una dimensión hercúlea, como corresponde a la magnitud del personaje. Superman puede actuar a escala planetaria, sus poderes son impresionantes, y obviamente necesita grandes amenazas para que realmente tenga que explotar todas sus posibilidades. Así pues, la batalla de Metrópolis se encuadra en esta grandeza que ha sido posible gracias a la contínua evolución del CGI. A los que consideran exagerado este enfrentamiento final, les digo lo siguiente: esto es cine de superhéroes y Superman es el SUPERHÉROE.
En el camino de reintroducir la mitología, hay una serie de referencias religiosas voluntariamente indisimuladas. La intención es reforzar la apariencia mesiánica del personaje. Se trata de elementos polémicos pero que, indudablemente, contribuyen a reforzar una épica que siempre debe estar presente en la representación del último hijo de Krypton.
En este sentido, querría resaltar un magnífico plano concebido por Zack Snyder. Acontece cuando Clark decide entregarse para calmar las demandas de Zod. Vemos a las tropas preparándose, apuntando las miras de los tanques hacia el cielo donde una figura suspendida, con el Sol a su espalda, hace acto de presencia.
Pero no todo está tan bien logrado. La película tiene también sus puntos flacos destacando, en mi opinión, la manera como se resuelve la muerte de Jonathan. Una escena que, en su inicio, recuerda a los reproches que presidían el último encuentro entre Peter Parker y el tío Ben (Spiderman, 2002). Tampoco resulta creíble el nulo envejecimiento de los kryptonianos tras 33 años deambulando por el universo. Seguro que se darán algunas explicaciones más o menos técnicas sobre el tiempo en los viajes espaciales etcétera… pero los hechos son claros: cuando Krypton implosiona, los rebeldes llevaban muy poco tiempo en la Zona Fantasma.
En conclusión, Man of Steel sí tiene la fuerza suficiente para iniciar una franquicia que, además, pueda iniciar un universo cinematográfico para DC Comics. Una posible película de la Justice League parece más cercana que nunca y ya es hora que se pongan a trabajar en un proyecto que llevamos demasiados años esperando. Marvel ha iniciado un camino que algunos creían imposible pero que ya está definitivamente encauzado. Ahora es el turno de DC y Warner Brothers. Si quieren seguir compitiendo en el cine de superhéroes,  durante los próximos años, deberán encarar proyectos de integración de personajes.
En cuanto a Superman, se ha abierto un camino muy interesante para posibles secuelas. Concluida la explicación de su origen, puede brillar aún más dentro de este nuevo universo compartido. Cabe recordar que, en el film, hay varios camiones con el logo LexCorp y también aparece un satélite propiedad de un acaudalado empresario playboy de Gotham City