29 de setembre del 2011

Hitchcock y las actrices rubias


El célebre crítico norteamericano, Roger Ebert, escribió en una ocasión lo siguiente: "Los personajes femeninos en el cine de Alfred Hitchcock reflejan siempre una serie de cualidades. Suelen ser mujeres rubias, frías, y bastante distantes. Están encarceladas por un vestuario que combina sutilmente moda y fetichismo. Cautivan de forma magnética a los hombres, que a menudo sufren limitaciones físicas o psíquicas."

Escribir sobre la magna carrera de uno de los cinco mejores directores de la historia del cine serviría para cubrir la extensión de un blog entero. Mi propósito, con este artículo, es el de profundizar en una de las características estilísticas más evidentes del cine de Hitchcock: la utilización de protagonistas femeninas rubias.

Muchas fueron las blondes de Hitchcock y coparon los carteles de la mayoría de sus films (aunque con notables excepciones en el caso de Joan Fontaine y Tallullah Bankhead, entre otras) siendo una de las muestras más indicativas de su estilo estético.

Hitch solía justificarlo de esta forma: "Las rubias son las mejores víctimas. Son como la nieve recién caída, capaz de mostrar huellas de sangre con asombrosa nitidez." Pero él iba más lejos de esta poética apreciación. Reconocía ser un feminista de corazón y sólo hace falta ver algunas de sus películas para ver que las mujeres suelen ganar la partida a pesar de enfrentarse a numerosos obstáculos. Construyó grandes personajes femeninos a lo largo de su trayectoria y les dio una entidad fuera de lo común para el cine de su época.

Pero en el tema de las rubias hay que admitir un importante componente fetichista por parte del director. Aunque había otros temas que siempre atrajeron al realizador, nada podía hacerle sombra a la fascinación que sentía por ellas.

Las "hitchcock blondes" son una marca estética de la historia del cine y es imposible imaginar sus películas sin la aportación de esas bellas y distantes mujeres, capaces de hacer lo impensable en el momento menos esperado. Ellas nunca dan un paso atrás cuando las situaciones se precipitan y a veces son las que arriesgan sus vidas para salvar a los hombres. Eso sí, siempre manteniendo inalterada su imagen radiante en pantalla.

Repasemos, pues, cuales fueron las principales representantes de esta idea estilística surgida de la poderosa fuerza visual del realizador británico:



Madeleine Carroll
39 escalones (1935), El Agente Secreto (1936)




Antes de su llegada a Hollywood en 1939, Hitchcock había desarrollado una carrera prolífica en Inglaterra. Dirigió 24 películas en quince años y fue progresando en su labor hasta crear varios films que son grandes clásicos del cine británico de entreguerras. Su espléndida labor rebasó fronteras y el productor David O. Selznick no dudó en ofrecerle un contrato con su compañía. Su primera asignación fue Rebeca (1940). Se abría una etapa en la que la factoría de los sueños engrandeció las posibilidades de Hitch gracias a la mayor cantidad de medios técnicos a su alcance. Y así fue como consiguió forjarse una carrera que pasó a los anales de la historia del cine.

Pero regresando al periodo británico, hay que destacar que allí encontramos a la primera de las Hitchcock blondes. Se trataba de Madeleine Carroll, una actriz de larga trayectoria en el teatro y el cine inglés, que fue seleccionada para protagonizar dos de las mejores películas de la primera etapa del realizador.


Carole Lombard
Matrimonio original (1941)

Una de las pocas comedias en la carrera de Hitchcock. Y una película que también le reunió con la esposa de Clark Gable. Lombard era una gran estrella de la época y saltaron algunas chispas con el director. Durante ese rodaje fue cuando Hitch pronunció la famosa frase: "Los actores son como el ganado". A pesar de ciertas rencillas, el ambiente del rodaje siempre fue cordial y quizá hubiera contado más veces con Lombard de no haber muerto en un fatal accidente aéreo a finales de enero de 1942.


Priscilla Lane
Sabotaje (1942)

Esta película provocó el primer enfrentamiento entre Hitchcock y Selznick. El director creía en el proyecto pero al magnate no le convencía y le acabó diciendo que si quería llevarla adelante tendría que ser para otro estudio. Así fue como el proyecto llegó a Universal que, sin embargo, no podía hacer frente al presupuesto inicial y esto implicó tener que renunciar a los dos actores que el realizador deseaba: Gary Cooper y Barbara Stanwyck. Al final encontró a la rubia que buscaba en la joven Priscilla Lane, una actriz que obtuvo cierta fama entre finales de los 30 y principios de los 40.


Ingrid Bergman
Recuerda (1945), Encadenados (1946), Atormentada (1949)

Pasamos ahora a una de las mejores actrices de la historia del cine. La bella intérprete sueca se distinguió siempre por su extraordinaria capacidad artística. Construyó una carrera brillante poblada con películas representativas de cinematografías diferentes e incluso opuestas. Y todo lo hizo con la clase y distinción que siempre la caracterizó. Con Hitchcock su colaboración fue enormemente fructífera y se convirtió en la primera actriz con la que llegó a trabajar en tres ocasiones. Después la igualaría Grace Kelly.

Su papel en Encadenados fue especialmente notable. En el marco de una película revolucionaria en el plano técnico y donde la tensión y el drama casi pueden palparse, Bergman rayó a gran altura bajo el enfoque de un director que se convirtió en su más grande admirador. Sólo su marcha a Italia impidió que pudiera alargarse aún más esa relación creativa y profesional.


Marlene Dietrich
Pánico en la escena (1950)

Tras once años en Hollywood, Hitchcock decidió rodar Pánico en la Escena en Londres. Aprovechó la animadversión que existía entre las dos protagonistas, Marlene Dietrich y Jane Wyman, en beneficio de la película. Una rivalidad en pantalla que procedía de la enemistad que reinaba entre bastidores.


Anne Baxter
Yo confieso (1953)


Hitch quería trabajar con Anne Baxter desde que ésta había intervenido en Eva al Desnudo y creyó que el drama Yo Confieso era el mejor proyecto para sus cualidades. Junto a Montgomery Clift y Karl Malden, la película se convirtió en uno de los dramas más sentidos y emotivos en la carrera del realizador.



Grace Kelly
Crimen Perfecto (1954), La Ventana Indiscreta (1954), Atrapa a un Ladrón (1955)





Ingrid Bergman fue la primera en marcar una época dentro de las protagonistas femeninas en el cine de Hitchcock. Grace Kelly fue su sucesora.

La actriz de Philadelphia había hecho una prueba de cámara al poco de llegar a Hollywood. Este legendario screen test fue visionado por grandes directores y, aunque su carrera en la gran pantalla iba avanzando, varios fueron los que decidieron contratarla basándose únicamente en la belleza, clase, y buen hacer interpretativo que desprendía en la prueba. John Ford la eligió para Mogambo en base al test y lo mismo ocurrió con Hitchcock. Cuando estaba preparando Crimen Perfecto sondeó su disponibilidad y la contrató en cuanto fue posible.

Entre ambos surgió una relación muy cordial y afable. Grace no dudó al aceptar intervenir en La Ventana Indiscreta, a pesar de que eso implicó tener que desechar la oportunidad de trabajar con Marlon Brando en la oscarizada La Ley del Silencio.

Esta relación profesional duró todo lo posible. Su temprano compromiso con el Príncipe Rainiero de Mónaco significó el final de su carrera artística aunque Hitchcock siempre la tuvo en mente y llegó a ofrecerle el papel de Marnie, la ladrona. Pero la Casa Real de Mónaco juzgó inapropiado que su Princesa volviera a trabajar en el cine y así se perdió lo que hubiera sido una gran oportunidad de verla de nuevo en pantalla.



Doris Day
El hombre que sabía demasiado (1957)

Doris Day destacó siempre en películas musicales y comedias románticas. Su inclusión en este film se debió a que su personaje era el de una cantante retirada que había disfrutado del éxito internacional. Cuando se piensa en esta película siempre viene a la mente la interpretación del clásico "Que Sera, Sera (Whatever will be, will be)", que llegó a ganar el Oscar y a ser uno de los singles más vendidos de la época.


Kim Novak
Vértigo (1958)


Una de las actrices más atractivas de la historia del cine no podía faltar en la filmografía de Hitchcock. En el doble papel de Judy Barton (morena) y Madeleine Elster (rubia), Kim Novak consiguió ofrecer el aura de misterio e intriga que su papel exigía. A diferencia de anteriores trabajos suyos, aquí consiguió expresar un ideal de belleza etérea, casi intocable. Cautiva desde el primer momento en que aparece en pantalla.

Vértigo es una de las películas del director británico que más influencia han generado en realizadores posteriores. Brian de Palma fue especialmente seducido por la propuesta y recuperó varios elementos para sus films Obsesión y Doble Cuerpo.



Eva Marie Saint
Con la Muerte en los Talones (1959)

Para el papel de Eve Kendall en el clásico North by Northwest, Hitch decidió contar con otra de las grandes actrices rubias del momento: Eva Marie Saint.

La actriz de Newark resultó ser la idónea para representar el personaje de una mujer que devanea entre diferentes lealtades. Un background que le otorga un aura de misterio que ella se encarga de desprender durante la mayor parte de sus intervenciones.


Janet Leigh
Psicosis (1960)

Pasamos de un clásico a otro. Psycho es otra de las obras cumbres del director. Un ejemplo de planificación, puesta en escena, planos memorables, narrativa argumental... lo tiene prácticamente todo. Y también incluye una interpretación breve pero absolutamente destacable. Janet Leigh está presente sólo en el primer tercio del film pero suyos son los mejores momentos en el contexto de un trabajo extraordinario en el que es capaz de mostrar actitudes completamente opuestas con gran credibilidad (determinación y cobardía, devoción y traición, fuerza y vulnerabilidad). Más allá de los momentos que todos recordamos, no cabe duda que Psicosis es una de las mejores interpretaciones en la carrera de la que fuera esposa de Tony Curtis.



Tippi Hedren
Los Pájaros (1962), Marnie (1964)

Tippi Hedren cierra esta brillante lista de actrices rubias en la filmografía de Alfred Hitchcock. Hedren destacó en el mundo de los anuncios comerciales durante la década de los 50. Y fue en uno de esos anuncios donde llamó la atención de Hitch. Vio en ella algunos de los elementos de sofisticación y belleza que caracterizaban a su venerada Grace Kelly. Convertido en su mentor, la hizo debutar en Los Pájaros junto a Rod Taylor (que sustituyó al inicialmente previsto Cary Grant). Y cuando Grace Kelly no pudo regresar al cine, Hedren asumió también el papel de la ladrona Marnie, junto a Sean Connery.

En los años posteriores, nunca volvió a disfrutar de papeles tan agradecidos y, de alguna manera, quedó marcada por ellos. Pero es innegable que la madre de Melanie Griffith tiene el honor de haber trabajado con uno de los mayores talentos de la historia del cine en películas de gran repercusión.