6 de febrer del 2018

Historias de Hollywood: Henry Fonda y James Stewart


En un artículo anterior hacíamos mención a la ideología política del célebre Bob Hope. Continuamos transitando por esta senda para conocer como la discusión política estuvo a punto de acabar con una de las amistades más renombradas y longevas de la historia de Hollywood. Nos referimos a la hermandad entre dos grandes leyendas del cine: Henry Fonda (1905-1982) y James Stewart (1908-1997).

Sabemos que fueron camaradas entrañables hasta el fallecimiento de Fonda en 1982 pero no se habla demasiado del origen de esa conexión. Arrojemos luz sobre ello... 

Los dos iconos del cine se conocieron en Nueva York durante el año 1932. Ambos eran actores eventuales en Broadway pero distaban mucho de ser cabezas de cartel. Compartieron piso durante un tiempo mientras trataban de acordar entrevistas con agentes que pudieran asegurarles contratos con algún estudio de Hollywood. 

El propio Stewart solía recordar que entre 1932 y 1934 únicamente trabajó tres meses ya que las producciones de las que formaba parte se cancelaban y las ofertas no llegaban con facilidad. Fonda no encajó bien que Stewart empezara a salir con su ex-mujer, la también futura actriz de éxito, Margaret Sullavan, pero siempre se reconciliaban compartiendo aficiones como el aeromodelismo y el flirteo con mujeres.  Solían concertar citas dobles con chicas y lo pasaban de maravilla en las noches neoyorkinas. Sin embargo, cuando se entraba en temas de política, las discusiones entre ambos eran de órdago.

James Stewart era profundamente conservador y apoyaba al Partido Republicano justo en el momento en que las políticas del Demócrata Franklin Delano Roosevelt empezaban a levantar al país tras la etapa más dura de la Gran Depresión. Fonda, por contra, tenía un pensamiento mucho más liberal y admiraba a Roosevelt y a su New Deal. Las discusiones solían centrarse en hasta qué punto el Estado tenía que implicarse en la recuperación. Stewart renegaba de las políticas públicas y pensaba que debía ser el entramado industrial quien devolviera a Estados Unidos a la senda del crecimiento económico.


Las discusiones entre ellos llegaron a tal punto que, en una ocasión, acabaron llegando a las manos. La refriega fue de gran magnitud y ellos mismos se dieron cuenta que el intercambio de golpes podía poner fin a una amistad sólida. A partir de ese momento, juraron que nunca más hablarían de política para salvaguardar su camaradería.

Y así fue como los dos siguieron siendo grandes amigos y evolucionaron hacia el estrellato de forma paralela. Llegaron a Hollywood juntos, empezaron en la industria al mismo tiempo, y nunca existió entre ellos el menor atisbo de rivalidad ni cuando fueron competidores en los Oscar. Fonda fue nominado en 1940 por su extraordinaria interpretación de Tom Joad en Las Uvas de la Ira (The Grapes of Wrath) pero perdió ante Stewart, quien se alzó con la estatuilla por su papel en Historias de Filadelfia (The Philadelphia Story). Fonda siempre declaró que su amigo lo merecía tras haber perdido el año anterior con Caballero sin Espada (Mr. Smith Goes to Washinton, 1939). A su juicio, la Academia había cometido un grave error y veía lógico que le compensaran en cuanto pudieran.

Ambos actores se alistaron cuando Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial y, tras su regreso, consolidaron aún más sus carreras con papeles memorables que les hicieron merecedores de un estatus dorado como parte de la llamada "nobleza" de Hollywood.


No obstante, sus vidas fueron el reflejo de su ideología y pensamiento. Fonda llegó a casarse hasta en cinco ocasiones mientras que Stewart forjó un matrimonio pétreo desde que se casó con Gloria McLean en 1949. Por otra parte, Fonda fue crítico con la intervención de Estados Unidos en Vietnam y apoyó a sus hijos cuando estos formaron parte de movimientos pacíficos de desobediencia civil. En cualquier caso, nunca más la política logró enturbiar su sólida amistad.