30 d’agost del 2019

Érase una vez en… Hollywood (Once upon a time in… Hollywood, 2019)


Rick Dalton alcanzó la fama gracias al serial de vaqueros que protagonizó en los años cincuenta, pero su carrera no termina de despegar en el convulso Hollywood de 1969. Sobrevive gracias a la ayuda de su fiel doble, Cliff Booth, quien entra en contacto con las jóvenes hippies del clan Manson, que acaba de interesarse por la joven y popular Sharon Tate, que, a su vez, es la vecina de Rick.

Quentin Tarantino, uno de los directores más queridos por el público cinéfilo, estrena nueva película, en concreto la novena de la decena que anunció. Tras revisar el western en la brillante Django Desencadenado (Django Unchained, 2012) y la asfixiante Los Odiosos Ocho (The Hateful Eight, 2015), Tarantino escribe y dirige el periplo de un actor en crisis que busca su lugar en el cambiante Hollywood. La elección del año 1969 no es casual. Es el mismo en el que el cine clásico llegaba a su fin, Grupo Salvaje (The Wild Bunch, 1969) anunciaba el final del western y, a comienzos de la década de los setenta, se iban a estrenar los trabajos de los cineastas del Nuevo Hollywood. El cine no volvería a ser lo mismo después de que irrumpieran con fuerza Coppola, De Palma, Scorsese, Spielberg y Lucas. Érase una vez en… Hollywood es, precisamente, un homenaje a los últimos días del cine clásico narrado desde el punto de vista de un actor en apariencia acabado, un remedo del joven Clint Eastwood, a cuyos inicios rinde un sentido tributo.

El trabajo de ambientación es excelente, por los decorados se pasean actores que interpretan a los añorados Bruce Lee y Steve McQueen y la banda sonora se compone de varias canciones que transportan a los espectadores al verano del amor y la contracultura, con temas de los Rolling Stones, Simon & Garfunkel, Deep Purple y The Mamas and the Papas. Además de la música diegética que escuchan los protagonistas mientras conducen por Los Ángeles, la película contiene todos los ingredientes que caracterizan los trabajos de Tarantino, por ejemplo, primeros planos de pies femeninos, largas conversaciones plagadas de referencias a la cultura popular, brillantes juegos de plano y contraplano, una explosión de violencia final, constantes homenajes al spaghetti western y sus recursos formales (fundamentales en las películas de Tarantino) y los cameos de los sospechosos habituales de la filmografía del director, caso de Michael Madsen, Kurt Russell, Zoe Bell y Bruce Dern. Hasta Maya Hawke, hija de Uma Thurman, tiene un pequeño papel.


A propósito de los actores, la película, de dos horas y cuarenta minutos de metraje, puede considerarse un trabajo coral. Recupera a Dakota Fanning y al legendario Al Pacino, a quien no se veía en tan buena forma desde hace mucho, mientras que el papel de Margot Robbie puede considerarse un sentido homenaje a la figura de Sharon Tate, lejos de la carga dramática que la actriz australiana ha defendido en películas como Yo, Tonya (I, Tonya, 2017). Quienes acaparan la atención, y con razón, son la pareja protagonista, Brad Pitt y Leonardo DiCaprio. Los dos derrochan carisma y comparten una relación fraternal de lo más divertida. El protagonista de El Renacido (The Revenant, 2015), ya consagrado como el actor más brillante de su generación (con permiso de Christian Bale y Joaquin Phoenix), da un auténtico recital interpretativo y conmueve al dar vida a Rick Dalton, un actor que atraviesa un bache profesional y deambula por los platós del cine y la televisión en busca de papeles secundarios.

Quizá resulte un poco larga, pero Érase una vez en… Hollywood supone una interesante adición a la filmografía de Quentin Tarantino, continúa explorando los temas y las formas que la caracterizan y rinde un sincero homenaje al cine de Hollywood, en concreto a uno de sus periodos de crisis y cambios. No se la pierdan.