31 de desembre del 2018

Spider-Man: Un Nuevo Universo (Spider-Man: Into the Spider-Verse, 2018)


Miles Morales es un joven adolescente de Brooklyn desmotivado con las clases de su nuevo instituto, lo único que le saca de la rutina es cuando visita a su tío y da rienda suelta a su creatividad haciendo grafitis. En una de estas escapadas, a Miles le pica una araña radiactiva que le confiere los poderes de Spider-Man. Los problemas no acaban ahí, pues Miles no es el único hombre araña, ya que los planes del pérfido Kingpin han abierto una brecha interdimensional por la que se han colado Peter Parker y otros tres avatares arácnidos. 

Tras el fracaso de las penosas películas protagonizadas por Andrew Garfield, Sony cedió los derechos de Spider-Man a Marvel Studios para que esta rama de Disney pudiese incluir al personaje en la saga de los Vengadores. Sin embargo, Sony se guardó un as en la manga, la posibilidad de filmar una cinta de animación, la película que hoy nos ocupa. Los encargados de idearla serían uno de los dúos estrella del momento, Phil Lord y Chris Miller. El resto es historia del cine.


Spider-Man: Un Nuevo Universo responde al signo de los confusos tiempos posmodernos que corren. El protagonista es un adolescente hijo de padre afroamericano y madre latina (que, en la versión original, habla a su hijo en español, como ha de ser) y se ve envuelto en una complicada trama de desajustes dimensionales cuyo responsable, el villano principal de la función, no es otro que Kingpin, el supuesto empresario modélico de Nueva York y auténtico rey del crimen. Con semejante planteamiento, se desata un viaje de autodescubrimiento que vertebra una trama plagada de referencias a los cómics creados por Stan Lee y Steve Ditko, a los que homenajea con cariño y de cuyo lenguaje se sirve para dar un paso de gigante en el campo del cine de animación. En el apartado artístico, la película dirigida a seis manos por Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman se adueña del lenguaje de los cómics de superhéroes, desde las onomatopeyas a las nubes de energía del rey Jack Kirby, para adentrarse en un terreno asombroso y rompedor, adelantado por la derecha a la secuelitis aguda que padece Pixar desde hace unos cuantos años. Cada personaje está animado según su propio código, el filme no tiene miedo de combinar recursos del anime con otros propios del cine negro, ni tampoco de rediseñar a los personajes de Ditko y reinventar al Dr. Octopus, al Duende Verde y al Escorpión de este nuevo universo; por no hablar de Kingpin, una mole aterradora.

No cuesta imaginar que los mandamases de Lucasfilm se estarán tirando de los pelos por haber despedido de malas formas a Lord y Miller y pegarse el batacazo padre con Han Solo, sobre todo al ver que este dúo de productores ha seguido explorando el estilo que mostraron en La Lego Película (The Lego Movie, 2014). Spider-Man: Un nuevo universo rebosa emoción y aventura, consigue que los espectadores se maravillen y sean partícipes del viaje del joven Miles Morales, al mismo tiempo que invita a que hagan las paces con Peter Parker. La película no escatima en guiños a las aventuras previas del personaje, animadas y de imagen real, y recupera para la gran pantalla uno de los mensajes más contundentes de Stan Lee: Todos somos Spider-man, todos podemos llevar la máscara. 


Atención al reparto que ha prestado sus voces a la versión original, el cual incluye a Chris Pine (Peter Parker), Hailee Steinfeld (Gwen), Zoe Kravitz (Mary Jane), Liev Schreiber (Kingpin) y hasta al comiquero Nicolas Cage (Spider-man Noir). Esta nueva aventura arácnida arrasa allá por donde se estrena, está nominada a los Globos de Oro y suena con fuerza para los Oscar, donde puede que se consagre como la rompedora película de animación y de superhéroes que es. Sin duda se trata de una de las películas del año 2018, un relato trepidante y con corazón, una carta de amor a los muchos universos de los cómics y a los artistas que ayudaron a forjarlos. Que nadie se la pierda.