Los desmitificadores de los años 60 como época flower power de amor y paz tienen en Detroit un buen argumento para afirmar que, en contra de lo que creen las generaciones recientes, aquellos años estremecieron a los Estados Unidos por su violencia. El año en que se desarrolla la acción de Detroit (1967) fue el del "verano del amor" en San Francisco. Sin embargo, precisamente un día en pleno estío de ese año, el 25 de julio, tuvo lugar el suceso que centra esta película y que conmocionó a los norteamericanos, que no terminaban de acostumbrarse a los sobresaltos que se producían en aquella agitada y relevante década.
Una fiesta en la que se daba la bienvenida a dos soldados negros que regresaban de Vietnam fue interrumpida la noche del 23 de julio de 1967 por la policía, que pretextó la ilegalidad del local donde se celebraba. Los asistentes, hartos del constante hostigamiento de las fuerzas del orden, reaccionaron airadamente y comenzaron los enfrentamientos que se intensificaron los siguientes días y dieron lugar al llamado motín de Detroit. La ciudad se convirtió en una dantesca zona de guerra y dos días después se produjo el llamado "incidente del motel Algiers".
Kathryn Bigelow refleja certeramente la tensión de aquellos días. La cámara, inquieta y curiosa, se acerca a los personajes para reflejar su rabia y su miedo. Además, parte de un magnífico guion de su habitual colaborador, Mark Boal, muy bien estructurado, que plasma con minuciosidad lo sucedido aquella noche, en la que las policías de la ciudad, del estado y efectivos de la Guardia Nacional irrumpieron en el motel Algiers al creer que un francotirador les estaba disparando desde allí. En el motel se encontraban unos chicos negros y dos muchachas blancas, y los policías los interrogaron brutalmente durante horas inquiriéndoles sobre el francotirador, al que los detenidos, angustiados, negaban conocer, así como el paradero del supuesto rifle. Al amanecer se habían producido tres asesinatos.
Es difícil no espantarse ante los sucesos narrados. Sin necesidad de recurrir a una equidistancia que podría resultar enojosa, tomando partido por las víctimas, Bigelow narra unos hechos que valen por sí mismos y lo hace con nervio, logrando que las más de dos horas que dura Detroit se hagan cortas. La película tiene tres partes bien diferenciadas. En la primera se refleja el nacimiento del conflicto en Detroit, en la segunda el incidente del Algiers y en la última parte el juicio que se llevó a cabo por los hechos. El interés no decae en ningún momento. Independientemente de la información que se tenga sobre los sucesos antes de ver la película, en los primeros minutos la tensión va aumentando en un crescendo que nos lleva a darnos cuenta de que "va a pasar algo". En la parte central se ve con estupor y angustia el citado incidente, y posteriormente se abordan sus consecuencias, llegando a esta última parte con toda la atención porque "queremos saber más". La película te agarra y no te deja en ningún momento. El de Detroit es un triunfo de la narración.
Los actores no son demasiado conocidos. El que más familiar puede resultar al público es John Boyega, visto en Star Wars: El Despertar de la Fuerza (Star Wars: The Force Awakens, 2015). Boyega tiene un papel difícil, pero lo interpreta con solvencia. Es un guarda de seguridad negro que está atrapado en la disyuntiva de su colaboración con las fuerzas del orden y el sentido de hermandad que le une a los de su raza. Significativamente, en la escena inicial de Detroit, la que narra la suspendida fiesta de recibimiento a dos soldados y que de alguna manera anticipa el resto de la película, también hay un personaje negro, que al ser policía y participar en la redada, se encuentra en una situación similar a la de Boyega. En el reparto también destaca Will Poulter, que da vida al villano de Detroit, un racista y violento policía. Poulter estuvo a punto de ser el payaso de It (2017), por lo que sin duda habría dado vida a dos de los grandes personajes malvados de este año. Es muy probable que Poulter sea muy reconocido en la próxima temporada de premios.
Detroit se desarrolla en un breve espacio de tiempo (la parte central transcurre en unas horas de la noche del 25 de julio de 1967) pero es densa en acontecimientos. De hecho, debido a esto último puede clasificarse en diferentes géneros: cine político, policial, de terror y judicial. Kathryn Bigelow cierra con ella lo que puede considerarse como una trilogía sobre la Norteamérica contemporánea que completan En Tierra Hostil (The Hurt Locker, 2008) y La Noche más Oscura (Zero Dark Thirty, 2012). En estas películas nos narra la ardua lucha de su país contra sus enemigos y el alto precio que a nivel humano, social y político hay que pagar por derrotarlos. En el caso de Detroit, el enemigo está en casa.