7 de juny del 2011

La primera generación de los X-Men supera el reto


En el contenido de la siguiente reseña, se citan algunas informaciones consideradas como SPOILERS:

Sobre X-Men First Class se están oyendo toda clase de elogios. Algunos la catalogan como la mejor de la saga y otros sostienen que es la más destacable de las películas de superhéroes recientes. Yo no me pronunciaré en estos términos tan absolutos pero sí diré que la cinta, como pieza cinematográfica al margen del cómic originario, funciona a las mil maravillas.

El director Matthew Vaughn imprime al film un ritmo incesante y el joven reparto aporta mucha frescura e intensidad, revitalizando una saga de X-Men que parecía más bien mortecina. La película se apoya especialmente en una de las dualidades más importantes de la historia de Marvel: la relación entre Charles Xavier y Erik Lehnsherr, dos poderosos mutantes que se convierten en grandes amigos durante una época pero cuyos destinos se acaban separando al tener concepciones completamente opuestas de lo que debe ser el futuro de la coexistencia entre mutantes y humanos. Dos amigos condenados a un enfrentamiento perpetuo aunque siempre mantendrán un enorme respeto entre ellos y un sentimiento profundo de fraternidad capaz de estar por encima de sus propios intereses.



En las películas precedentes pero posteriores en el tiempo cronológico de la saga, fueron los excelentes Patrick Stewart e Ian McKellen quienes dieron vida a estos magníficos personajes. Al proponer esta precuela, los responsables de la cinta sabían que necesitaban a dos intérpretes jóvenes que fueran capaces de asumir la fuerza y la trascendencia de Xavier y Magneto. Y lo consiguieron porque James McAvoy y Michael Fassbender realizan un trabajo impresionante. McAvoy conecta perfectamente con las características reflexivas y de liderazgo propias del fundador de los X-Men mientras que Fassbender está inmenso reflejando el sentimiento de venganza, la fuerza, y la visceralidad de un personaje cuya enorme tragedia personal formará parte de sus principios por siempre jamás.

El resto del reparto resulta también muy efectivo. Los chicos jóvenes cumplen perfectamente gracias a un guión, de tono adulto, que establece situaciones cómicas pero nunca ridículas. En cuanto a los villanos, Kevin Bacon destaca con fuerza en el papel de Sebastian Shaw, un acaudalado magnate de pasado oscuro que lidera, en 1962, el exclusivo y misterioso Hellfire's Club. A su lado, la Reina Blanca del club, Emma Frost (January Jones), brilla con luz propia por su gran belleza aunque la actriz de Mad Men es la que me resultó menos convincente del grupo de actores principales.

La trama argumental es interesante y atrayente. Consigue meterte de lleno en un momento en que el surgimiento de los mutantes coincide con la crisis de los misiles en Cuba, un acontecimiento que puede destruir a la humanidad y que supone, por sí solo, un excelente escenario para ver en acción a la primera generación de los X-Men. Una amenaza global y poderosa, que en el film es el resultado de un siniestro plan que tiene en mente Sebastian Shaw para poner de rodillas a la humanidad en un nuevo amanecer donde el poder recaería en sus poderosas manos.

Sobre la película, pues, se me ocurren pocas reticencias. Es sumamente entretenida y resulta muy grata de ver. Creo que cumple con su propósito sobradamente. Pero todo esto sirve si se considera al film únicamente desde el punto de vista cinematográfico. Si se intenta leer la cinta desde la óptica del cómic, observaremos innumerables cambios, no todos negativos, pero el film perderá parte de su atractivo. Creo que los expertos en la saga deberían dejar al margen estas consideraciones porque estamos ante una película, un producto audiovisual que ha tenido que adaptar el contenido a lo que resultaba mejor desde el punto de vista narrativo en la gran pantalla. El principal objetivo de los guionistas y el director ha sido el de tratar de encajar, lo máximo posible, con las otras cintas de la franquicia y, aunque no lo han conseguido al 100%, sí han obtenido una concordancia óptima.

Yo también veo que la asociación entre Xavier y Magneto se rompe demasiado pronto y que Sebastian Shaw debería haber tenido más recorrido pero hay que valorar el hecho de que una película necesita que la historia se cierre de alguna manera. Ni el mismísimo Chris Nolan pudo evitar someterse a esta regla no escrita cuando en su guión tuvo que eliminar a un personaje tan prolífico como Dos Caras en The Dark Knight. En el cine las tramas siempre son más rápidas porque no se dispone de tanto tiempo como el que tienen los cómics para desarrollar historias y argumentos. Y las víctimas de esta necesaria adaptación siempre suelen ser los personajes.

Es duro ver que el Hellfire's Club, enemigo recurrente de los X-Men, pierde a uno de sus líderes tan rápido pero también hay que comprender que el cine es un medio de expresión muy diferente al cómic y requiere ciertos cánones que, muchas veces, no satisfacen a los aficionados más puristas de los personajes creados por Stan Lee.

En cuanto a los tres cameos reseñables, podemos hablar sobre ellos en el apartado de comentarios.