12 de juny del 2019

Chernobyl (2019)


La madrugada del 26 de abril de 1986, el reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil explota y deja al aire libre toneladas de material radiactivo. Los habitantes de la cercana ciudad dormitorio de Pripíat poco sospechan de la gravedad de la catástrofe y el peligro que acecha. Para evaluar la situación y contener el desastre, el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética decide enviar a un representante del Ministerio de Energía, Boris Scherbina, y al físico nuclear Valery Legasov.

Cuando nadie lo esperaba, en medio de la decepción generalizada por la última temporada de Juego de Tronos, la HBO ha estrenado una modesta miniserie de cinco capítulos que, gracias al boca a oreja y al trasfondo de su historia, ha conquistado a los espectadores y se ha convertido en la serie mejor valorada de la web IMDB. Chernobyl, una coproducción de la cadena de Los Soprano y la británica Sky, reconstruye desde diversos puntos de vista el infame desastre nuclear, narra las tragedias humanas que lo rodean, el sacrificio en la carrera contrarreloj para luchar contra la contaminación radiactiva y la red de mentiras y espionaje que envuelve al desastre soviético.

El responsable de este novedoso acercamiento es el guionista Craig Mazin, y quien lo diría si se tiene en cuenta que suyos son los libretos de secuelas menores como las de las comedias Resacón en Las Vegas y Scary Movie. Si bien parte del esquema de las películas de desastres, ya sean nucleares o accidentes de avión, el guion de Mazin juega con los recursos de géneros tan dispares como el terror, en especial la claustrofobia del Alien de Ridley Scott, y las películas de espionaje, en concreto con la burocracia asfixiante del mundo de John le Carré (que nadie espere a Bond ni a Bourne, sino a George Smiley). El terror atómico, el subgénero que proliferó en los años cincuenta a base de codificar la amenaza atómica en forma de monstruos gigantes (entre los que destaca el japonés Godzilla), sobrecoge a los espectadores gracias al lenguaje que hereda del miedo a las amenazas invisibles y de las opresivas e inescapables maquinaciones de las cloacas del estado. Parece que no es casualidad que una serie con el trasfondo de Chernobyl triunfe en plena era del espionaje digital, la posverdad, las noticias falsas y el calentamiento global.


Dirige Johan Reck, curtido en varios episodios de The Walking Dead y Breaking Bad, y demuestra un pulso narrativo encomiable. A lo largo de las cinco horas que dura la serie, los espectadores somos testigos de varias secuencias que cortan la respiración, como por ejemplo la llegada de los primeros bomberos al incendio en el reactor 4, la expedición de los buzos o la jornada de trabajo de los “biorobots”. Son secuencias que nos trasladan de lleno a un escenario escalofriante que parece sacado de otro planeta, en el cual el peligro acecha en cada esquina. A esta sensación de extrañamiento también contribuye la alienante banda sonora de Hildur Guðnadóttir, que ya trabajó en una película dedicada a seres de otros mundos, La Llegada (Arrival, 2016). El trabajo de ambientación es sobresaliente, sorprende cómo recrean la estética soviética en los diferentes escenarios que visita Chernobyl, y la labor del reparto, en su mayoría británico, también está a la altura. Destaca la pareja protagonista, Jared Harris (Mad Men) y el veterano Stellan Skarsgard, si bien el personaje de Emily Watson cumple la función que se explica en el epílogo de la serie. Se ha criticado que el acento británico de los protagonistas saca a los espectadores de la historia, pero hay que reconocer que un acento ruso forzado conllevaría otras connotaciones no deseadas, sobre todo como consecuencia de su empleo recurrente en los villanos del cine estadounidense.

Durante cinco capítulos, Chernobyl sorprende por la crudeza de sus imágenes, la magnitud del desastre que narra y lo presente que sigue su trasfondo. Puede que estos motivos no sean suficiente como para colgarle la medalla de “mejor serie de la historia”, como han hecho en el portal IMDB, ya que no conviene olvidar las innovaciones formales ni los personajes humanos de series ya consagradas, por ejemplo, la que narra el ascenso y la caída de un inteligente profesor de Química o la que cuenta las vicisitudes de un puñado de policías honrados en su lucha contra la corrupción institucional y la degradación social de Baltimore. Si de miniseries se trata, el catálogo de HBO dispone de unas cuantas para el recuerdo, caso de Generation Kill (2008), sobre los primeros militares en invadir Irak, y de Show Me a Hero (2015), que aborda las consecuencias de la segregación racial en las zonas residenciales. Tampoco le vamos a quitar ningún mérito a Chernobyl, una miniserie terrorífica, de factura impecable y relevancia indiscutible. Desde luego se ha convertido en un fenómeno viral y es, por méritos propios, una de las series más brillantes de 2019.