4 de desembre del 2013

Grandes piezas de John Williams: The Imperial March

Contemplar la inmensidad, dominar lo desconocido, perseguir un objetivo. Alguien observa el espacio profundo buscando a quien creía perdido. Pero no es un rastreo individual, la movilización es grande y no habrá cinturón de asteroides ni supernova que se interponga en su camino. La misión es diáfana y, más allá de los recuerdos distantes, pervive la voluntad del maestro, ansioso por encontrar savia nueva a la que reeducar. 

No importa la inmensidad del reto porque, cuando se tiene a la Fuerza de tu lado, las distancias físicas son una nimiedad. Este es el destino del hombre que exhala una y otra vez dentro del casco que le permite seguir viviendo. Esta es la condena eterna que debe sobrellevar y que algún día emergerá para ponerle en el camino de la redención. Pero, de momento, el que fuera Anakin Skywalker es un devoto Lord Oscuro del Sith, entregado al objetivo de aplastar a la Alianza Rebelde y recuperar el lazo de sangre que un día le fue arrebatado por su mejor amigo.

Camina de un lado a otro del puente del Superdestructor Imperial Ejecutor mientras somete a un estricto control al almirante Piett y busca en las estrellas la respuesta a una inquietud interna cada vez más patente. Lord Vader se encuentra ante su encrucijada final y varios serán los que caerán antes de verla cumplida. Milord, esta es vuestra marcha.