3 d’octubre del 2010

Arthur Penn, un director inconformista


Ciudadano Kane despertó en un joven de Philadelphia, llamado Arthur Hiller Penn (1922-2010), el interés por convertirse en director de cine.

Forjado en el mundo de la televisión a lo largo de la década de los 50, tuvo su primera oportunidad de dirigir un largometraje en 1958 con El Zurdo (The Left Handed Gun). La película suponía una enésima versión de la historia del legendario forajido Billy "The Kid", interpretado en esta ocasión por Paul Newman.

La poca repercusión de la cinta mantuvo a Penn un tiempo alejado de la gran pantalla pero su regreso en la década de los 60 marcó su mejor momento creativo. Tras el reto que supuso llevar adelante una película de la dificultad artística de El Milagro de Anna Sullivan (1962), Penn siguió mostrando su buen hacer en títulos clásicos como La Jauría Humana (1965), Bonnie & Clyde (1967), y Pequeño Gran Hombre (1970).

Siempre fue un cineasta inquieto, que buscaba gran parte de su inspiración en el cine francés de la época e, influido por los tempestuosos cambios sociales de los 60 y sus conflictos derivados, impregnó a sus películas de un aire de inconformismo y rebeldía, alejándose de visiones más convencionales. Bonnie & Clyde es su mejor film pero es inevitable apreciar que el director buscaba establecer un símil con la juventud de los 60 a través de los protagonistas principales a los cuales retrató como una pareja que parecía oponerse al sistema asaltando bancos y causando el caos. Profundizó en la faceta humana desde una óptica contemporánea y dejó el ambiente de los 30 para el vestuario y los decorados. En sus manos, la película se convirtió en un alegato contra la situación política imperante.

Este tipo de directores, que persiguen objetivos supuestamente tan elevados, no son de mi predilección pero debo reconocer que Arthur Penn propuso una fórmula en la que creía plenamente y aceptó, consecuentemente, la consideración de outsider en Hollywood.

Esta apuesta personal trajo como consecuencia que no trabajara demasiado en los años siguientes. Hizo tarde para rectificar porque, en los 80, necesitado quizá de ingresos, aceptó dirigir una serie de proyectos de baja calidad que precipitaron el final de su carrera.