6 de maig del 2013

The Walking Dead: análisis post-temporada

Finalizada la tercera temporada de The Walking Dead, contamos con un nuevo análisis de Eva Buendía. Se centra, en esta ocasión, en la valoración de lo que ha ofrecido esta última season en comparación directa con la línia argumental del cómic original. Eva vuelve a demostrar sus conocimientos sobre esta franquicia y esperamos seguir contando con sus colaboraciones cuando, a partir de octubre, nos llegue la nueva temporada de una serie que afronta un cambio de showrunner. Glen Mazzara deja paso a Scott Gimple pero el entretenimiento e interés no dejará de fluir. Porque estos "Walking Dead" aún tienen mucho que contarnos.




¿Por qué será que cuando una serie nos cautiva desde un primer momento, al finalizar la temporada  nos parece que es imposible que termine si tenemos la impresión de que fue ayer que empezaba de nuevo después de estarla esperando durante tanto tiempo?
   Porque, sencillamente, es un buen producto, sin lugar a dudas.
   A mí me ha pasado esta vez con la tercera entrega de “The Walking Dead”, esos maravillosos zombies a los que tanto cariño les he cogido. Parece que fuera hace una semana que volvían a deleitarnos con sus aventuras y, en cambio, se acaban de proyectar los dos últimos episodios de esta nueva tanda. Y se me ha hecho muy corta.
   Paralelamente a mi nostalgia como fiel seguidora de la historia creada por Robert Kirkman en 2003 en formato cómic y adaptada a la televisión por Frank Darabont en 2010, me gustaría compartir con vosotros mi opinión sobre dicha adaptación a estas alturas de la historia. Creo que es un buen momento para hacerlo.
   Para los que no sigáis el formato cómic, debo deciros que hay muchas situaciones que difieren bastante entre uno y otro formato (algunas son diametralmente opuestas) y que, no por ello, ninguno de los dos medios desmerece en absoluto.

   Como Kirkman ya explica en alguna de sus introducciones en los libros y Darabont lo subraya a la hora de defender estas adaptaciones en algunos de los protagonistas (aun cuando la historia en general se va desarrollando de la misma manera), la razón de estos cambios se debió a que era sumamente necesario realizar dichas adaptaciones estratégicamente para no colapsar a los lectores y, en especial, para poder adecuar según qué sucesos de la historia que Kirkman nos narra en el cómic, que en el formato televisivo necesitaban de una mayor celeridad para no aburrir al espectador. Y creo que lo han conseguido de sobras aunque alguno de ellos al principio me dejara bastante perpleja, lo admito, como ha sido el cambio radical casi de un episodio para otro del propio Rick, ya que en el cómic este proceso interno ha ido mucho más despacio y no tan visceral como en la serie.
      Como siempre ha defendido Kirkman, la evolución de toda esta historia ha ido paralela a la evolución de sus personajes; en especial, con la de su principal protagonista, el agente de policía Rick Grimes. Hemos visto y veremos cómo los humanos se transforman también; no en zombis, sino en personas cada vez más despiadadas donde el grupo de cercanos será cada vez más restringido. La plaga de muertos del siglo XXI no será la única nueva especie del planeta ya que, paralelamente y derivada directamente de esta primera, aparecerá una nueva raza humana, aquella que perderá de vista las normas sociales establecidas y la ética en pro de la auténtica lucha por seguir viviendo, se sacrifique a quien sea en el empeño por conseguirlo.
   Y creo que es un mensaje que ha quedado bien claro y explicado en los dos formatos, como hemos podido ver en esta tercera entrega de la serie. En ella hemos visto cómo Rick (ya nos advirtió de ello el propio Kirkman en el cómic) ha ido cambiando irremediablemente condicionado por las durísimas pruebas personales, de supervivencia y de liderazgo del grupo en el que ha vivido casi desde el principio de la plaga de zombis. Tanto en la serie como en el cómic lo hemos podido comprobar pero, maticemos, de una manera muy diferente. Mientras en la primera lo vemos ir cambiando poco a poco hasta la muerte de su esposa Lori (lo que le supone una gran crisis que afectará a todo aquel que esté a su lado, hasta el punto de querer sacrificar a compañeros suyos por su propia supervivencia), en el segundo su cambio se debe a la presión continua que le supone estar al mando de todos  al no encontrar a nadie en quien delegar y en quien refugiarse de tanta responsabilidad diaria pero, y he aquí un cambio muy importante, su esposa aún vive y ha tenido al bebé sin problemas, lo que le supone el clavo de la cordura y de la reflexión tan necesario para su cordura y al que tanto se aferra. Es decir, va cambiando irremisiblemente pero no deja de tener sus principios.
   De la misma manera, también vemos cómo el personaje de Tyreese obedece a estos cambios estratégicos ya que, en el cómic da mucho juego al formar parte de un triángulo amoroso que acaba trágicamente (que ocasiona la muerte de Carol), mientras que en la serie pronto se va de la prisión para unirse al grupo del Gobernador y parece ser que, de momento, no tiene un mayor protagonismo (muy diferente a su homólogo en papel donde el personaje es esencial para la supervivencia del grupo liderado por Rick).
   Estos cambios, si bien evidentes entre los lectores de Kirkman, han sido necesarios porque no se hubieran podido mantener tantas historias abiertas en una sola temporada. Mismos personajes, diferentes evoluciones, hasta acabar confluyendo otra vez las dos historias narradas, de distinta manera, en una misma secuencia común para dar paso a la etapa siguiente. Creo que, hasta aquí, todo está correcto.
   Como ya comenté en una de mis aportaciones anteriores al blog de Néstor en relación a “The Walking Dead”, encuentro dichos cambios buenos para la correcta marcha y no saturación de sus seguidores, ya sea tanto lectores como telespectadores o ambos. Pero, después de haber presenciado toda esta tercera temporada, creo que ahora entiendo por qué Kirkman confiesa que ha habido fans suyos desde que creó el cómic que se han enfadado un poco con él… entremos ya en las dos únicas objeciones que le hago a esta última entrega de capítulos.

Empecemos por el Gobernador… Solo puedo describirlo como muy acertadamente adaptado (e interpretado) en su papel de terrible, escalofriante y siniestro líder de una comunidad aparentemente conciliadora y pacífica que esconde bajo su manto de tranquilidad una ferocidad reprimida de muchos de sus habitantes pero muy distinto al Gobernador de Kirkman, cambio que hace parecer a este personaje en la pantalla como el hermano bueno del líder de Woodbury del cómic. Creo que con esto ya lo he dicho todo. En este último formato, el Gobernador es ya, desde un principio, estéticamente muy diferente: pelo largo y negro como la noche, con vestuario mezcla de pirata y de cowboy sin leyes, con tal halo maligno que es imposible evitar sus consecuencias si tienes la mala suerte de tropezarte con él. Es sinónimo de muerte segura y terrible, despiadada. Y en cuanto a su conducta, si bien en la serie de Darabont a veces parece que nos quieran mostrar algún atisbo de la humanidad que aún tiene, en el cómic Kirkman lo refleja atroz, sin ningún amago de piedad ante nadie y sin demasiados intentos de querer ocultar su ferocidad bajo una máscara de buen samaritano encargado de velar por los intereses de todo un pueblo de supervivientes, porque es un personaje nacido para ser odiado. El error, desde mi punto de vista, viene dado porque en el formato televisivo se han excedido en querer darle esa ambigüedad que lo ha caracterizado desde un principio para ir jugando con las emociones de los espectadores, debatiéndose entre si sentir pena por él o, incluso, en querer comprender y hasta justificar al principio su conducta. Si lo hubieran reflejado como en el cómic, el Gobernador hubiera sido apocalíptico, convirtiéndose en uno de los personajes más malvados de toda la historia televisiva. Pero, insisto, es que había nacido para ser así: ahí radicaba la esencia de este personaje.
   Por lo que respecta a los demás protagonistas, también existen multitud de cambios; algunos son tan importantes hasta el punto de que existen en televisión pero no en el cómic, como es el caso de Merle, hermano de Daryl. Pero entiendo que haya sido necesario. Y en algunos casos, como este, muy acertados porque Merle es un personaje que da mucho juego hasta el final de la temporada, oscilando siempre en la cuerda floja entre si seguir a su hermano y ser más pacífico o en si dar rienda suelta a su conducta tormentosa, herencia del maltrato de su padre.
La otra objeción, ý última, que le hago a esta temporada es la de haber querido suavizar demasiado según qué escenas violentas o dramáticas, donde los protagonistas eran niños. Espero que los cambios que se vayan sucediendo sean necesarios, como ya he comentado antes, pero sin hacer la serie más “correcta” para el público al vetar escenas realmente impactantes y sustituirlas por otras en las que la carga violenta, si la hay, se desarrolla directamente sobre los personajes adultos, más fácil de aceptar por los espectadores en general.
   Con esto pretendo decir que, si bien la evolución de la historia sigue el mismo camino y vemos cómo van cambiando todos ellos hasta el punto de que ya no son los mismos personajes que nos encontramos al iniciar esta aventura, me parece a veces que la adaptación televisiva debería guardar, en según qué momentos y personajes, más fidelidad con la idea original ya que no creo que haya sido del todo un acierto el dejar entrar la censura americana en esta serie, eludiendo la cruda realidad con la que Kirkman narra su idea post-apocalíptica de la humanidad. Uno de los motivos por los que esta historia ha triunfado entre tantos millones de lectores al ser tratados como un público adulto y suficientemente fuerte como para aceptar según qué escenas.
   De hecho, de esto mismo se han quejado muchos de los seguidores del cómic a Kirkman, de que conforme se van sucediendo las temporadas parece que haya una separación de puesta en acción cada vez más evidente entre ambos formatos que deja patente que, aunque se sigan los mismos acontecimientos generales, la manera de enfocarlos en uno y otro medio se está bifurcando cada vez más hasta dar la sensación de que están cobrando vida propia los dos pero por caminos separados, la serie por un lado y el cómic por el otro.
   Los dos formatos tienen cabida entre los millones de fans originados por el cómic, cada uno con sus particularidades, es cierto, pero sin perder de vista que están narrando unos mismos hechos a través de unos mismos personajes, ya sean adultos o niños, censuras aparte. Esa es la verdadera alma de esta historia, la de unas personas que deben adaptarse a un mundo post-apocalíptico de unas dimensiones y consecuencias inimaginables, independientemente de su edad o condición social. Espero que lo sepan ver y respetar para las temporadas que le restan a la serie.
   Por cierto… estad atentos a Carl a partir de ahora. Si respetan su evolución en el cómic y la trasladan a la serie, dará mucho de qué hablar. Ha nacido con este personaje un nuevo monstruo a pesar de su corta edad. Ya lo iremos comentando… si la censura no aparece de nuevo.