3 d’abril del 2013

The Walking Dead: cómic de referencia

Atraído por una idea que está funcionando muy bien en otros blogs cinéfilos, he decidido incorporar a firmas invitadas que, periódicamente, puedan aportar sus visiones a esta bitácora. Creo que puede ser una iniciativa muy interesante y enriquecedora. Hace tiempo que me seducía la idea de escribir sobre The Walking Dead pero, pensándolo bien, me pareció que podría ser una oportunidad excelente para que una gran amiga y lectora del blog, Eva Buendía, pudiera aportar su conocimiento sobre una saga que le fascina. Su valioso texto, que hemos dividido en dos artículos, supone una espléndida mirada sobre el fenómeno global. Empieza analizando el trabajo de Robert Kirkman, en los cómics, y dedica una segunda parte al estudio de la serie que puso en marcha Frank Darabont en 2010.

Sin más dilación, os dejo con Eva y su análisis.

“¿Cuándo fue la última vez que cualquiera de nosotros DE VERDAD hizo algo para conseguir lo que quería?¿Cuánto tiempo ha pasado desde que cualquiera de nosotros NECESITÓ algo de lo que QUERÍA? El mundo que conocíamos ya no existe. El mundo del comercio y las necesidades superfluas ha sido reemplazado por un mundo de supervivencia y de responsabilidad. En cuestión de meses, la sociedad se ha desmoronado, SIN GOBIERNO, SIN SUPERMERCADOS, SIN CORREO, SIN TELEVISIÓN POR CABLE. En un mundo gobernado por los muertos, POR FIN NOS VEMOS OBLIGADOS A EMPEZAR A VIVIR”.
   Con estas palabras, hablándonos del costumbrismo que comporta la rutina, empieza el guionista Robert Kirkman en sus cómics en 2003 a hacernos plantear un gran dilema: ¿Qué podemos entender por tiempo prestado? ¿Qué pasaría si, todo lo que conocemos y conforma nuestra rutina de golpe (y, lo que es peor, sin saber por qué) se acabara irremediablemente? ¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a llegar para poder sobrevivir o salvar a los nuestros? La moral… ¿dónde quedaría entonces en este nuevo escenario?
   De esta manera, a través de muertos vivientes, gestó Kirkman el proyecto de reflejar todo este razonamiento filosófico adaptado al siglo XXI y del que nació la saga de “The Walking Dead”, cuyos cómics y serie televisiva posterior son fenómenos de culto a nivel mundial. En ambos formatos, la sempiterna idea que nos hacemos como raza mortal y moral, capaz de racionalizar todos nuestros actos y sobre si somos tan civilizados como nos gusta dar a entender, es puesta en duda. Es más, salta por los aires.

 
   Gracias a sus protagonistas, gente normal y corriente que nos podemos encontrar cada día por la calle o dentro de nuestras propias familias, Kirkman nos pretende hacer reflexionar, a través de la evolución de sus personajes principales, acerca de cómo un ser humano al que creemos conocer de sobras puede acabar, condicionado por las circunstancias, transformándose en un completo desconocido, capaz de los actos más atroces que nos podamos imaginar por simple instinto de supervivencia. Es más: Kirkman quiere que este planteamiento nos lo hagamos sobre nosotros mismos, no sobre terceras personas, y pongamos a prueba nuestra propia fe.
   Para ello, se sirve del protagonista principal, Rick, policía de una población cercana a Atlanta (EEUU) y de su familia y conocidos: Lori (su mujer), Carl (su hijo) y Shane (su compañero de patrulla) para arrancar con la historia.
   Tanto en los cómics como en su adaptación televisiva, el relato se inicia cuando Rick despierta un día en un hospital conectado al suero y en estado de shock y fatiga. Poco a poco, va recordando haber recibido un tiro en una persecución a un delincuente junto con otros compañeros policías (entre ellos, su gran amigo Shane) hace tan solo unos días y que… precisamente esto: que no sabe nada más. Cuando ninguna enfermera acude a su llamada es cuando, alarmado,  intenta salir de la habitación (¿con la puerta bloqueada desde fuera?) y es entonces cuando ve que todas las instalaciones están completamente abandonadas y devastadas, como si se hubiera producido una batalla campal sin vencedores ni vencidos. Lejos de llegar a encontrar una explicación racional sobre lo que sus ojos ven pero que su cerebro se niega a aceptar, Rick sale por fin al exterior y observa que no hay ningún ser humano a la vista y que no se escucha absolutamente nada en una ciudad poblada por millones de personas y miles de automóviles. Solo unos pasos más y Rick empezará a darse cuenta de que hay muchas personas (o lo que queda de ellas) esparcidas por toda la calle, con señales de haber sido salvajemente mutiladas… solo que algunas de ellas aún andan y parecen estar buscando comida… En este escenario es cuando Kirkman da el pistoletazo de salida sobre la historia de zombies que fue tejiendo durante años en su cabeza.
  
Y aquí es donde entra como la gran protagonista de esta serie de culto (en cualquiera de sus dos formatos) la gran pregunta: ¿QUÉ HARÍAMOS SI FUÉRAMOS RICK? Y lo peor: ¿POR QUÉ ha pasado todo esto? ¿Qué es lo que ha podido suceder para que esta plaga de zombies haya supuesto el casi exterminio total de la raza humana? Ha podido ser un virus, un atentado con armas biológicas, una degradación genética… pero, si os paráis a pensar… ¿quién queda que lo pueda explicar? Y aquí es, según mi opinión, donde radica el gran éxito de esta idea: que, acostumbrados como estamos a que todo nos lo den explicado ya que estamos viviendo en la era de la información al alcance de todos, de repente los pocos supervivientes que quedan y con los que el protagonista se va encontrando conforme se van sucediendo los capítulos no saben absolutamente nada de lo que está pasando porque, como ya hemos podido ver en otras filmaciones sobre este género, conforme las distintas epidemias zombies van ganando terreno las retransmisiones informativas a la población van desapareciendo progresivamente hasta que, la humanidad, se queda totalmente sola e indefensa ante el peligro.
Robert Kirkman, rodeado por sus creaciones...  
En esta serie, Kirkman quiere que reflexionemos sobre ello: si nos despertáramos un día cualquiera y no encontráramos a nadie por las calles salvo los seres grotescos y terriblemente primitivos en que se han transformado la mayoría de los humanos y que el último recuerdo no nos arrojara ninguna posible información (al menos una pista) sobre ¿¿QUÉ PASA??... ¿cómo nos quedaríamos? ¿Ha sucedido en todo el mundo? ¿Hay alguien, fuerzas militares por ejemplo, buscando supervivientes? ¿Ha sobrevivido algún gobierno? En cierta medida, es una comparación a un nacimiento: el bebé llega a este mundo pero está completamente perdido en él, necesita de los demás para sobrevivir, pero desconoce cuanto le rodea. Así es como quiere Kirkman, como él mismo va explicando a los lectores de sus cómics, que nos sintamos: como bebés indefensos que deben buscarse la manera de sobrevivir sin estar preparados para ello, característica de toda especie viva.
Pero Kirkman no trabaja solo. En sus cómics siempre agradece a todo su equipo un trabajo y esfuerzo sin el cual este proyecto no podría haber visto la luz: los dibujantes Tony Moore y Charlie Adlard, además del encargado de dar tonos grises a todas las viñetas de cada uno de los fascículos: Cliff Rathburn. En el capítulo 24 del cómic, Tony Moore dejó paso, como dibujante en solitario, a Charlie Adlard. Pero la saga continúa y así seguirá hasta que Kirkman decida ponerle fin, cosa que no implicará necesariamente una conclusión argumental cerrada.
Eva Buendía