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23 d’octubre del 2023

Sitges 2023: Dream Scenario

ASIMILANDO LA RESACA

Un artículo de Adriano Calero

Hace días que Sitges nos ofrecía su adiós anual, agitando la mano entre galas festivas, maratones fílmicas, un palmarés tan sorpresivo como discutible y un verano que siempre espera el fin del certamen para poder ausentarse de verdad. Mientras nosotros, su público devoto, nos alejábamos con ojos llorosos (también por el sueño acumulado) de dicho municipio costero con vocación de hogar.

Nos marchamos para volver aunque sea una vez más. La mirada retrospectiva resulta ineludible. Tras el elevado número de obras ingeridas, la resaca es tan intensa que, a pesar de la distancia presente, sus títulos aún resuenan en nuestra memoria pidiéndonos más. Más cine, más tiempo protegidos por la oscuridad de las salas, atravesados solamente por la luz del fantástico. O, en su defecto, más tiempo para recordar.

Aunque hay películas que se imponen. No necesitan el aval de los premios, ni el altavoz de una sección determinada para perdurar. Ni tan siquiera el tiempo que acabamos de reclamar. Se cuelan mientras trabajas, mientras finges trabajar, mientras conduces, haces deporte, conversas o ves el tiempo pasar. Se cuelan y te sorprenden con una sonrisa o con una mueca dibujada en tu cara, reflejo de una indomable abstracción. 

Pues bien, Dream Scenario es esa prevaleciente película: la última aportación del director noruego Kristoffer Borgli (Drib, Sick of Myself) que cuenta con el hilarante protagonismo de Nicolas Cage.



CUANDO LA CALIDAD TAMBIÉN ACECHA

A pesar de que este año ha triunfado Cuando Acecha la Maldad (Demián Rugna, 2023), una muestra descarnada de terror argentino que obtuvo el Premio a Mejor película y el Premio Blood Window, Dream Scenario clausuraba oficialmente el Festival generando una paradójica sensación de victoria entre algunos espectadores. En al menos uno de ellos. Porque no competía, pero llevaba la esencia del Festival a su máxima expresión. A esa nueva hibridación de géneros tan propia de la actualidad cinematográfica y tan presente en la programación actual del certamen. Ya que Sitges tanto opta por el fantástico y el terror, como recurre al thriller, la comedia o la ciencia ficción. Géneros por separado o en diálogo, tan solo adulterados por miradas culturalmente ajenas o por aquella autoría que se proyecta desde el molde para alcanzar la singularidad.

Y así, mientras que Cuando Acecha la Maldad se imponía gracias a su apuesta exclusivamente terrorífica, más emocional que cerebral, Dream Scenario hacía lo propio al trasladar el género a una realidad más bien poliédrica. A la narración de un mundo reconocible fantásticamente verosímil, a caballo entre la pesadilla y la carcajada, cuya onírica secuencia inicial tal cual lo anticipa. Todo un universo fílmico creado por Borgli, también desde la escritura del guión y el montaje de la película, donde el protagonista es Paul Matthews (Nicolas Cage), un hombre de mediana edad, profesor universitario y padre de familia, tan correcto como insulso, quien ansía el reconocimiento por sus investigaciones académicas, aunque se hace famoso el día que todo su entorno empieza inexplicablemente a soñar con él. A Matthews le reconocen primero los alumnos y luego la gente en general, y progresivamente alcanza una notoriedad totalmente inmerecida, pero en seguida asimilada y satisfactoria. Todo parece ir a mejor para nuestro protagonista, hasta que el sinsentido de la fama se manifiesta asimismo en los giros de la narración. Y en el escenario de los sueños suele haber unos cuantos.


REALIDAD, SUEÑOS Y REDES SOCIALES

Mordazmente actual, la película ofrece un discurso heterogéneamente compacto, en el que todas sus capas tonales se sostienen gracias a la fluidez visual de Borgli y la interpretación magistral de Cage (presente durante casi todo el metraje), pero también a partir de la risa inevitable que vehicula reflexiones de necesaria autocrítica social: la autoindulgencia de una masculinidad tan herida como hiriente, la arbitrariedad de la fama sometida al capricho del consumidor, la cultura de la cancelación en la era del yo, el victimismo como herramienta oportunista y muchos más dardos venenosos que impactan en el espectador.


Puede que en Dream Scenario el director noruego haya dejado a un lado el body horror de su anterior film, Sick of Myself (2022), pero no ha suavizado el discurso. Borgli sigue deconstruyendo el significado vigente del éxito y la aprobación externa que nos somete, como complemento crítico a la sociedad de consumo de la cual formamos parte. Un consumo que en su cine no tiene límites y que suma la persona a los bienes y servicios ofertados, reduciendo la imagen del individuo a la mera cosificación. Para ello, en la elaboración del personaje protagonista, el director no solo ha sabido aprovechar la multifacética imagen de Cage, tan reconocido como vilipendiado por su labor de actor, sino que ha conseguido igualar en Matthews la figura del perdedor y del ganador. Porque ¿dónde están los límites en una sociedad moralmente gamificada que iguala la viralidad de las redes con la propia existencia?

Quizá los sueños tengan la respuesta… Mas en Dream Scenario los sueños se equiparan a las plataformas digitales y son tan creíbles como una imagen descontextualizada. Por eso son tan acertados los efectistas travellings de acercamiento (sello audiovisual de Borgli) cuyo movimiento y musicalidad nos conecta inquietantemente con el protagonista, abstrayéndonos del resto (al espectador y al personaje por igual): pues tanto expresan el onirismo de una sociedad aletargada, como reflejan la ambición individualista de unos personajes supuestamente comunitarios.

En definitiva, Dream Scenario cierra la puerta fantástica de Sitges, sumándose a un aval que lleva el sello de A24 y la firma del director Ari Aster (Hereditary, Midsommar), quien tras aventurarse por primera vez en la producción de su último film, Beau is Afraid (2023), ha producido asimismo la última obra de Borgli. Pero Sitges no ha tenido la exclusividad. Dream Scenario se estrenó en septiembre de este año en otro festival, en Toronto, allí donde previamente se había rodado la película. Aunque dicha ciudad pudiera ser en pantalla cualquier urbe occidental y todo lo vivido simplemente un sueño o una pesadilla.

O el reflejo exacto de la vida.