1 de desembre del 2020

Raised by Wolves (HBO Max, 2020)



En un futuro no muy lejano, la humanidad se ha sumido en una cruenta guerra mundial. Los mitraicos, seguidores del dios Sol, luchan contra los ateos y acaban por destruir la Tierra. Antes de la hecatombe, el culto mitraico envía un arca con varias personas al planeta Kepler 22B, donde esperan refundar la civilización. Por otro lado, los ateos mandan una nave al mismo planeta. En ella viajan varios embriones humanos y dos androides, Madre y Padre, con la misión de cuidarlos y educarlos. Ninguno sospecha que Kepler 22B no es el planeta fértil e idílico que esperan.

Raised by Wolves es una de las apuestas televisivas de la temporada 2020 y ha gozado de un éxito notable después de su estreno, en septiembre, en la plataforma HBO Max. Es obra del guionista Aaron Guzikowski, que hace unos años escribió y produjo la irregular The Red Road, con Jason Momoa de protagonista. Raised by Wolves se adentra en el terreno de la ciencia ficción y plantea un futuro distópico en que la Tierra se extingue por culpa de los humanos, divididos en dos facciones enfrentadas. Los pocos supervivientes parten al planeta más cercano que pueda albergar vida y refundan la civilización, si bien no se dan cuenta de que arrastran con ellos todos los traumas, prejuicios y rencillas que acabaron con la Tierra.

La premisa de Guzikowski es de lo más interesante, en especial en la primera mitad de esta temporada de diez episodios. Los capítulos iniciales narran las penurias de los supervivientes, cómo se adaptan al entorno hostil de Kepler 22B, buscan alimento y refugio e intentan medrar con la ayuda de dos androides, los carismáticos Madre y Padre. No obstante, los humanos cargan con la ceguera de los prejuicios y las mentes cerradas, no saben ver más allá de dicotomías básicas (como dogma versus ciencia), caen en los mismos errores de siempre y se sumen en una espiral de violencia que termina con cualquier atisbo de civilización. Estos planteamientos de los primeros cinco capítulos dan paso a un final irregular y tambaleante. La trama se convierte en una sucesión de misteriosos acontecimientos en el hostil Kepler 22B y de los fenómenos paranormales que acechan a los protagonistas, al estilo de los capítulos más penosos de Perdidos (Lost). Cualquier reflexión incisiva sobre la inteligencia artificial o la naturaleza violenta de los humanos queda relegada a un ultimísimo plano.

Raised by Wolves es una producción de Scott Free. Precisamente, el veterano Ridley Scott toma un rol activo en la serie y dirige los primeros capítulos. Se nota su influencia en el elaborado diseño de producción, la ambientación desértica y la estética de los androides, que funcionan a base de un fluido lechoso que recuerda a Ash y los demás robots de la saga Alien. Ridley cede el testigo a su hijo, Luke Scott, que ha colaborado con su padre en varios proyectos y debutó en 2016 con el largometraje Morgan. Su trabajo en Raised by Wolves es destacable, si bien pronto deja de brillar a causa de los desvaríos de la trama principal y los enigmas sobrenaturales.


En el reparto apenas hay rostros conocidos. Travis Fimmel hace de líder de los mitraicos y repite los mismos dejes que ya mostrara con el Ragnar de Vikingos. Los actores cumplen con solvencia, sobre todo los niños que interpretan a la primera generación de Kepler 22B. La sorpresa de la serie son la danesa Amanda Collin y el británico Abubakar Salim, que dan vida a Madre y Padre, respectivamente. Ambos aportan ingenuidad, frialdad y calidez a los dos androides, quienes acaban resultando los personajes más humanos de la ficción, paradójicamente.

Se ha confirmado que Raised by Wolves tendrá segunda temporada. Ojalá vuelva a explorar las cuestiones que se plantean en los capítulos iniciales de la primera, pues los misterios en torno a la naturaleza del planeta Kepler 22B cansan pronto y empañan el acabado final de una serie de ciencia ficción que parecía prometedora.