10 de desembre del 2013

Las mejores interpretaciones de Kennedy: representando a un icono


Cincuenta años después del magnicidio de Dallas, la figura de John Fitzgerald Kennedy (1917-1963) mantiene inalterable el magnetismo y carisma que le distinguió durante su vida. Como máximo exponente de la dinastía de "Camelot"JFK ha trascendido a sus logros y, con su precipitada y trágica desaparición, ha visto aumentada la repercusión mediática entorno a su polémica trayectoria personal y política. Durante su breve presidencia no pudo actuar sobre varios temas candentes que estaban en la agenda aunque, a lo largo de los mil días que pasó en el despacho oval, tuvo que enfrentarse a grandes amenazas que habrían podido suponer una escalada bélica devastadora para el mundo.

Son ya varias las generaciones que han sucumbido al poder de fascinación que sigue ejerciendo JFK. Yo me encuentro entre ellos y debo reconocer que he leído e investigado sobre todas las teorías posibles que intentan ofrecer luz sobre su asesinato. Algún día expondré cual es mi visión en este tema aunque debo adelantar algo hoy: a medida que pasa el tiempo y la información crece, las tesis expuestas por Oliver Stone en "JFK (1991)" se resquebrajan cada vez más.

Informarse con rigor sobre los acontecimientos que rodearon al asesinato del Presidente es un proceso que descubre las enormes inconsistencias que pueblan el film. Cuando Stone decidió, en la escena final del juicio, poner en boca de Kevin Costner la retahíla de acusaciones contra todos los estamentos del Gobierno, perdió la credibilidad de todo el discurso. El mensaje que trataba de hacer llegar al público con la película perdió mucha fuerza. Oliver Stone es un gran cineasta y también lo demuestra en JFK. La cinta es una obra maestra en cuanto a tensión narrativa y montaje, no hay duda acerca de ello. Pero, al contrastarlo con los hechos, es evidente que se trata de una lección de cine pero no de historia.

En cualquier caso, el objetivo de este artículo no es entrar en discusiones acerca de un hecho histórico del que nunca conoceremos la verdad definitiva (aunque los amantes de la historia americana seguiremos investigando). De lo que se trata es de intentar discernir cuales han sido las mejores interpretaciones de JFK en cine y televisión. Cuando empecé a pensar en este artículo decidí seleccionar aquellas personificaciones que, además del propio trabajo interpretativo, también han dispuesto de caracterizaciones físicas que nos han recordado, con más consistencia, al hombre que originó el mito.

La lista de actores que han encarnado, con mayor o menor fortuna, al difunto Presidente consta de nombres muy ilustres: Martin Sheen, Stephen Collins, William Devane, Steven Weber, Tim Matheson, Mike Farrell, William Petersen, Cliff de Young, Robert Pine, Martin DonovanGreg Kinnear, y James Marsden, entre otros. Incluso se le interpretó en propuestas que trataban de mostrarnos sus años de juventud en la Marina durante la Segunda Guerra Mundial. Este fue el caso de las versiones que protagonizaron Cliff Robertson y Patrick Dempsey.   

Respetando las aportaciones de este grupo de excelentes actores, creo que todas ellas quedan lejos de las dos que quiero destacar a continuación. Me parece que donde más podemos reconocer a JFK es en las recreaciones de Bruce Greenwood y Rob Lowe.


Bruce Greenwood sobresale en la excelente Trece Días (Roger Donaldson, 2000). Aunque el presunto protagonismo lo ostenta Kevin Costner en el papel del secretario personal del Presidente, Kenny O'Donnell, es Greenwood quien roba las escenas cada vez que interviene dando vida a JFK durante la crisis de los misiles de Cuba. Esos trece días, de octubre de 1962, mantuvieron al mundo entero en vilo mientras se vivía un fuego cruzado entre los despachos de la Casa Blanca y el Kremlin.

Greenwood dispone de una gran apariencia física que, con los retoques de maquillaje y peluquería, le transforman en una buena réplica cinematográfica. Además, borda la gestualidad de brazos y la inclinación de espalda tan característica de JFK. En versión original, podemos apreciar también el enorme trabajo de vocalización y entonación que el actor consiguió tras escuchar decenas de grabaciones públicas de Kennedy. Fue el primero que realmente se preocupó de acercarse al lenguaje vocal y gestual. Magnífica labor para un gran film.


Rob Lowe nunca ha sido un actor de mi predilección. Encasillado en papeles de joven guaperas imberbe, consiguió que le aborreciera soberanamente. Pero hacia finales de los 90, cuando ya no podía seguir sacando provecho de la misma fórmula, Lowe empezó a reciclarse completando dicho proceso con la participación en una de las mejores series de la historia: El Ala Oeste de la Casa Blanca.

Al mismo tiempo, regresó también al teatro donde obtuvo bastante éxito interpretando al teniente Daniel Kaffe en el montaje de Algunos Hombres Buenos que se representó en el Royal Haymarket de Londres.
Su participación en el telefilm auspiciado por National Geographic, Matar a Kennedy (Nelson McCormick, 2013), confirma su capacidad para afrontar papeles exigentes con solvencia a pesar del aire juvenil que aún sigue acarreando. Hay un momento en la película, creo que es su primera aparición, en que se abre una puerta de los despachos del Senado y le vemos bromeando con unos ayudantes y teorizando sobre su candidatura a la Presidencia. En ese instante, casi consigue emular por completo a Kennedy. Resulta sencillamente brillante la recreación. En el primer plano se diferencia mucho de JFK pero, a distancia media, casi consigue engañar a la cámara en todas las escenas. El film, producido por Ridley Scott, tiene un formato semi-documental y utiliza mucho material de archivo pero es destacable como Lowe se acerca al personaje y traslada una imagen al espectador de realidad ficcionada. Muchos creían que no sería capaz de hacerlo pero el resultado les desmiente.