20 de juny del 2013

La génesis de Cadena Perpetua (The Shawshank Redemption): la visión de Frank Darabont


"Sit there and listen. This is not a place for idle viewing, this is a place of worship."

Con semejante declaración de intenciones, queda clara la condición de cinéfilo de Frank Darabont. Sin embargo, nada hacía presagiar un destino vinculado a la "factoría de los sueños". Sus padres eran activistas libertarios húngaros que huyeron de su país tras la revolución de 1956. Él nació, tres años después, en un campo de refugiados en Montbeliard (Francia). Posteriormente, la familia emigró a Estados Unidos donde, tras una breve estancia en Chicago, decidieron establecerse definitivamente en Los Angeles.

Para que el pequeño Frank pudiera familiarizarse más con el idioma, su hermano mayor le llevaba una y otra vez al World Theatre, uno de esos palacios del séptimo arte que inundaron Hollywood Boulevard hasta la década de los setenta. Allí, en la oscuridad de la sala, Darabont se convirtió en un auténtico cinéfago porque asistía a proyecciones de toda clase de géneros. Desde reposiciones de los clásicos de terror de la Universal hasta superproducciones de David Lean. También la incipiente sci-fi de los sesenta, los clásicos del western, y los legendarios musicales de la Metro, por poner sólo algunos ejemplos de todo lo que llegó a consumir. Hay un caso muy ilustrativo acerca de su voracidad visionadora: llegó a ver hasta doce veces The Omega Man (1971), un auténtico referente en la historia de la ciencia-ficción cinematográfica, cuyo  remake protagonizó Will Smith bajo el nombre I Am Legend (2007).

Esa pasión insaciable por el séptimo arte se vio complementada por el seguimiento a una serie de escritores pertenecientes a épocas muy diversas: Charles Dickens, Edgar Allan Poe, Mark Twain, Raymond Chandler, Ray Bradbury, Richard Matheson, Harlan Ellison... a los que se añadió, a mediados de los 70, un prometedor autor del remoto estado de Maine llamado Stephen King...


Darabont estaba adscrito a un servicio de intercambio de libros por correo que permitía recibir obras de forma periódica, leerlas, y devolverlas. También había la posibilidad de comprar dichas novelas pero un joven estudiante, con pocos recursos, siempre solía retornarlos incluso sin llegar a leerlos. Esto le ocurrió en varias ocasiones hasta que un día recibió un ejemplar de El Resplandor (The Shining). La portada ya captó su atención y decidió darle una ojeada. Uno de los primeros párrafos que leyó fue uno en que se describía como el jovencito Danny descubría el cadáver de una mujer en la bañera. Darabont que, por aquel entonces era un estudiante de secundaria, quedó irremisiblemente atraído por la novela y, aunque no tenía dinero para comprarla, decidió alargar todo lo posible el préstamo y devoró el libro con fruición.

Tras esta experiencia de conexión total con el material, decidió hacerse con otras novelas del autor y así fue como leyó con prontitud Carrie y Salem's Lot. Con el paso de los años, se convirtió en un fan incondicional del escritor de Maine y leía todas sus obras, incluso las menores o los relatos cortos. Así fue como descubrió The Woman in the Room, un relato breve que le inspiró para realizar un cortometraje que atrajo la atención del propio King (tal como vimos en un artículo anterior).

Y así fue como, rebuscando entre la inmensa obra literaria de Stephen King, descubrió otro relato corto cuyo título era Rita Hayworth and the Shawshank Redemption. En este intenso libreto que se centra en la amistad de dos reclusos, forjada durante décadas en una penitenciaría de Maine, Darabont encontró una historia con la que conectó a un nivel emocional sin precedentes. Y empezó a pensar en la idea, por entonces imposible, de adaptarla en formato de largometraje.


Su sueño se hizo finalmente realidad por la inmensa suerte que tuvo al llamar la atención de King y poder establecer un contacto con él que se prolongó durante varios años hasta que finalmente llegaron a conocerse. La enorme generosidad que distingue al autor es lo que le garantizó los derechos de adaptación porque, en el fondo, lo que quiere el escritor superventas es devolver a la sociedad algo (mucho o poco) de lo que él ha disfrutado. Y su amparo a nuevos escritores y cineastas se encuadra en esta premisa.

El agradecimiento que Darabont transmite a su mentor es algo que siempre hace constar en las entrevistas que concede. Considera que nunca podrá retribuirle por la amabilidad y generosidad recibida aunque se conforma con la satisfacción que el escritor sintió al ver proyectada la película. Saber que Stephen King bendecía el film y afirmaba que había captado plenamente el espíritu del relato original, fue algo muy importante para el director. Al fin y al cabo, esta fue la forma de retribuirle: realizar una película que a King le entusiasmó sobre un material que Darabont amaba.

De alguna manera, autor y guionista estaban destinados a encontrarse. Y un relato en que el póster de Rita Hayworth ocultaba los deseos de libertad que nunca se apagan, fue la clave para conseguirlo.