5 de desembre del 2008

John Williams en Presunto Inocente



Se abre el plano y vemos una sala de juicios. La cámara se centra en el lugar reservado al jurado. La voz en off de Rusty Sabich (Harrison Ford) irrumpe:

"I'm a prosecutor. I'm part of the business of accusing, judging and punishing. I explore the evidence of a crime and determine who is charged, who is brought to this room to be tried before his peers. I present my evidence to the jury and they deliberate upon it. They must determine what really happened. If they cannot, we will not know whether the accused deserves to be freed or should be punished. If they cannot find the truth, what is our hope of justice?"

Empiezan a sonar unas notas de piano. La música te predispone a ver una historia donde hay crimen, obsesión, y traición. 

Así empieza el film Presunto Inocente (Presumed Innocent, 1990), película dirigida por Alan J. Pakula con Harrison Ford en el papel del ayudante del Fiscal del Distrito del condado de Kindle, Rusty Sabich. Un hombre honrado y decente, profesional intachable, a quien, sin embargo, vamos a ir viendo en una progresiva caída que permite ver que no era un personaje tan honorable como parecía.

Presunto Inocente fue un thriller judicial relevante que se basaba en la novela homónima de Scott Turow. El fuerte apoyo de Warner Brothers y la producción de Sydney Pollack permitió reunir un plantel de actores importante comandado por el actor ideal para interpretar a Sabich. Harrison Ford cubre perfectamente la imagen de profesional honrado, hombre de familia... pero también sabe dar la imagen de persona atormentada por un hecho, como en este caso es el adulterio, que contraviene sus sólidos principios.

A Ford le acompañaron Brian Dennehy, Raul Julia, Bonnie Bedelia, Paul Winfield, y sobretodo, Greta Scacchi. La actriz italo-australiana, en el mejor momento de su carrera (rodaría después La Noche de los Cristales Rotos), era perfecta para el papel de Carolyn Polhemus, una abogada de gran atractivo físico, que era capaz de hacer temblar la moralidad de Sabich haciéndole caer en un juego peligroso. El personaje de Carolyn era, además, el que ponía en marcha la acción del film al descubrirse su cadáver al principio de la cinta. Una serie de flashbacks nos mostraban lo que había sucedido hasta entonces. Las incógnitas sobre quien podía ser su asesino se acababan dirigiendo a Sabich aunque no todo era tan claro como podía parecer.


Una película interesante que se beneficia, además, de la música del maestro John Williams que, en esta ocasión, plantea una banda sonora intimimista, con pocos instrumentos, para subrayar el caracter de misterio y tensión que tiene el film. Una aportación valiosísima que contribuye mucho a hacer llegar al espectador el tempo y ritmo del film. El ejemplo de la escena inicial con los títulos de crédito es particularmente significativa. No hay mejor introducción posible.